ARTÍCULOS DE OPINIÓN
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ANTONIO SAN JOSÉ
06/12/2007
Luz de Gas
Feliz día de la Constitución
El tiempo se acaba y esta de hoy será la última conmemoración de la aprobación en referéndum de la Constitución española que tenga lugar en la presente legislatura. El próximo 6 de diciembre este país tendrá un nuevo parlamento y, obviamente, otro Gobierno que podrá ser del mismo signo político que el actual, o no…, que diría Rajoy.
Desde ahora mismo hasta el nueve de marzo vamos a vivir un clima electoral pleno en el que escucharemos más que argumentos propios descalificaciones del contrario, así es la política en estos tiempos para desgracia de los ciudadanos que buscan soluciones a sus problemas cotidianos y argumentos tranquilos sobre los que reflexionar antes de emitir su voto en las urnas. Nada de eso se va a producir porque hace años que se instaló por estos pagos el ejercicio político de trazo grueso, brochazos dialécticos, normalmente con rejones dirigidos al adversario, sin lugar alguno para el matiz y la dialéctica de altura.
Lo de las descalificaciones desafortunadas va por barrios y en este terreno ni el PP ni el PSOE pueden sacar pecho ni alardear de un correcto comportamiento porque ambos han caído en muchas ocasiones en el barrizal de las palabras tan enlodadas como insultantes. Por ser justos, de todas formas, habrá que señalar que han sido los populares los que se han llevado la palma en esta absurda competición del “y-tú-más”. Las cosas que han dicho sobre el Gobierno, el partido socialista y su líder, José Luis Rodríguez Zapatero, han bordeado en muchas ocasiones la aurora boreal de los absurdo, lo injusto y lo procaz. Sería bueno que ese tono, exhibido orgullosamente por algunos conspicuos miembros de la dirección del PP, se moderara de ahora en adelante, pero nada parece indicar que sea así con una convocatoria electoral en puertas. Más bien lo esperable es todo lo contrario.
Esta es, en definitivas cuentas, la hora de la pedagogía. El momento en el que el Gobierno tiene que explicar lo que ha hecho sin innecesaria cohetería de carácter superfluo y la oposición dar a conocer lo que piensa hacer en el caso de recibir el respaldo mayoritario en las urnas. Ése sería el ideal, pero sabemos por experiencia que se trata de una utopía y que las unidades forjadas en las últimas fechas ante un asunto tan grave como los asesinatos de ETA, muestran fragilidad preocupante, fisuras alarmantes y, lo más grave de todo, tienen fecha de caducidad cercana.
Lo que más confianza otorga a los ciudadanos –encuestas dixit- es la unidad de planteamientos de los dos principales partidos del país en asuntos medulares de nuestra convivencia democrática como el terrorismo. La acogida al tímido y forzado acercamiento de estos días así lo demuestra. Eso da fortaleza a la sociedad y refuerza la confianza en las instituciones. A partir de ahí que cada cual exponga sus argumentos y las urnas decidirán. Se puede discrepar, ser adversarios políticos, propugnar modelos diferentes de sociedad, pero exhibir un sentido común de agrupamiento y cierre de filas ante las amenazas ciertas al sistema que entre todos nos hemos dado. Se hizo de forma modélica durante la Transición y, lamentablemente, la política española ha perdido una práctica encomiable que ahora tantos anhelamos.
Creo que esta de hoy es una buena fecha para reflexionar sobre lo que tenemos, que es mucho; sobre el clima político, que es manifiestamente mejorable; y para repasar lo que nos une que es infinitamente más que aquello que nos separa, por más que actúen los agoreros de guardia y los profetas de un Apocalipsis inexistente. Por todo ello queridos lectores les deseo fervientemente un feliz Día de la Constitución. ¡Qué lo disfruten!