04/01/2008
La puta de Babilonia (I)
Lecciones de hipocresía: la invocación a la familia y a los derechos humanos
HUGO SILBERMAN
“Ven y te mostraré el castigo de la gran ramera con quien han fornicado los reyes de este mundo. La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata; resplandecía de oro, de piedras preciosas y perlas; y tenía en la mano una copa de oro llena de las inmundicias de su fornicación, y escrito en la frente su nombre en forma cifrada: Babilonia la grande, la madre de las meretrices y abominaciones de la tierra”(San Juan. Apocalipsis 17:1-5).
Coincido en la lectura de un erudito ensayo del escritor colombiano Fernando Vallejo (“La puta de Babilonia” ed. Seix Barral) sobre la historia de la iglesia católica desde el año 323, cuando, de la mano del emperador Constantino, se hizo con el poder terrenal y se confundió con el Estado, cuyo título tomo prestado al igual que la cita del Apocalipsis para este artículo, con la de las noticias sobre la concentración en “defensa de la familia” organizada por el Arzobispado de Madrid.
Aunque pase el tiempo…
Primera consideración: ¡Qué poco ha cambiado la Iglesia de Benedicto XVI, Rouco Varela, Cañizares, García-Gasco y compañía desde Inocencio III hasta hoy!
Los panes y los peces, de nuevo
Segunda consideración: emularon a Cristo pero en lugar de multiplicar los panes y los peces, multiplicaron los asistentes, de 160 mil a 2 millones.
El obispo de Tenerife
Reconozco (no sé si es pecado, y si lo es no me importa), que, llevado por el morbo, busqué con lupa en todas las fotografías del escenario, altar o tarima montada en la plaza de Colón de Madrid, a ese pésimo lector de Nabokov, Obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez. Tratándose de una concentración en defensa de la familia, me parecía raro que no estuviera quien opina que: “no hay que confundir la homosexualidad como necesidad existencial de una persona, con la que es practicada como vicio. La persona practica, como podría practicar el abuso de menores. Lo hace porque le atrae la novedad, una forma de sexualidad distinta». “¿Por qué el abusador de menores es enfermo? Puede haber menores que sí lo consientan y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso, si te descuidas, te provocan».
Otros pecadores
También busqué al párroco de Peñarroya (Córdoba) José Domingo Rey Godoy, condenado a 11 años de prisión por abusos sexuales a seis niñas, y al cura de la diócesis de Madrid, Rafael Sanz Nieto, condenado por el Tribunal Supremo por abusos sexuales a un niño (según la sentencia el Arzobispado de Madrid conocía los hechos y los ocultó) quien «entró en relación de amistad» con la familia del menor, por lo que acudía a su domicilio «con asiduidad para el cuidado de los hijos, formación religiosa y refuerzo en los deberes escolares» y «Con el afán de satisfacer sus instintos libidinosos, primero en casa de la familia y después en la vicaría, llevó a cabo tocamientos al menor y obligó al niño a que le tocara”.
¿Y Marcial Maciel?
No hubo tampoco mensaje del fundador de los Legionarios de Cristo Marcial Maciel, quien, con aval de Benedicto XVI, mantiene en una residencia eclesiástica «una vida reservada de oración y de penitencia» en castigo por haber cometido abuso sexual en contra de menores de edad cuando fue clérigo.
Rouco Varela
A ninguno de estos defensores de los valores familiares pude ver ni oír. Sí en cambio pude ver y oír a Rouco Varela, el que clama contra el divorcio y celebra el matrimonio de una divorciada (Leticia Ortiz, hoy princesa de Asturias), el que invoca la Declaración Universal de Derechos Humanos para decir que “la familia es el núcleo fundamental de la sociedad y tiene derecho a ser reconocida».
Prefiere olvidar
Muy bien Sr. Rouco, usted se refiere al apartado 3 del artículo 16 de la Declaración pero se olvida del primer apartado que dice: “Los hombres y las mujeres… tienen derecho sin restricción alguna…, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.” ¿Por qué oculta que también está entre los Derechos
Humanos la disolución del matrimonio, es decir, el divorcio?
Bajo palio
La Declaración Universal de Derechos Humanos fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948 al finalizar la segunda guerra mundial después de los horrores del fascismo y el nazismo. Se proclamó mientras en España la iglesia paseaba bajo palio al dictador Franco, justificaba los fusilamientos, los “paseos”, los asesinatos y enterramientos en fosas comunes,
caminos y cunetas, se negaba a enterrar en camposanto a los “rojos” y lo hacían a las puertas de los cementerios para que fueran pisados, negaba la libertad, los derechos civiles, los derechos humanos, la democracia. Sostuvo la ignominiosa dictadura durante cuarenta años y aún hoy se niega a condenar el franquismo y pedir perdón por su complicidad en los crímenes contra la libertad y los derechos
humanos.
Hipócritas
El Cardenal Rouco Varela invoca la Declaración Universal de Derechos Humanos, el cardenal de Valencia Agustín García-Gasco auguró «la disolución de la democracia». El principal «problema social» en el que debe volcarse la Iglesia católica hoy es la: «La salvaguarda del matrimonio» dijo el cardenal Cañizares. Hipócritas.
Hugo Silberman es columnista y colaborador de El Plural