EL PP PUSO EN MARCHA EL VENTILADOR DE LA IGNOMINIA SOBRE EL 11-M Y, AHORA, DEBERA RESPONDER ANTE EL ELECTORADO.

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POLÍTICA

 27/12/2007

El PP actuó como ventilador de la conspiración del 11-M y tendrá que responder por ello el 9-M

El año en que se disolvió la ignominia

No existen antecedentes en ningún país de la Europa Occidental, en ninguna democracia estable. Lo ocurrido durante tres años y medio, desde la mañana del 11 de marzo de 2004, cuando estallaró el racimo de bombas en la estación de Atocha, hasta la publicación de la sentencia del 11-M, pasará a la historia de la ignominia, quedando retratados para siempre los políticos y periodistas que pasando por encima de la dignidad de las víctimas, intentaron que la mentira quedase establecida como verdad. Su pretensión ha quedado frustrada por la contundencia de los hechos. Pero no han pedido perdón ni piensan hacerlo.

Ha existido una mixtura de cobardía colectiva y una ley del silencio impuesta por los poderosos medios de comunicación que han participado en la conjura. La ignominia se ha disuelto en la contundencia de la sentencia judicial, pero los culpables de esta conspiración todavía no han pagado sus fechorías. La estrategia emprendida ahora por los oficiantes de esta confabulación es dejar que el tiempo pase y suavice los efectos insoportables de la vergüenza. Pero ellos no se dan por aludidos.Estrategia del olvido
La gran tragedia de España es que no existe todavía un Rubicón que determine la imposibilidad de retorno en las conductas como las que estamos analizando. El miedo a los poderosos medios de comunicación ultra conservadores, al poder de la Iglesia Católica, a las practicas abominables del periodismo que realiza El Mundo, ha impedido una respuesta de repudio a estas formas de actuación. Y ahora el silencio y la retirada paulatina, sin reconocer los hechos, pretende que mediante el olvido se evite la petición de responsabilidades.El PP, con los conspiradores
Las próximas elecciones del mes de marzo son un factor decisivo para la exigencia de responsabilidades políticas. El PP ha desarrollado las dos terceras partes de la legislatura apoyando sus políticas en dos pilares indignos. De una parte, la teoría de la conspiración pretendía una sórdida empresa de encubrimiento de la presencia de ETA en el atentado de Atocha. No importó sembrar la sospecha sobre policías, guardias civiles, fiscales y jueces. Sin aportar ni siquiera una prueba o un indicio razonable, el ventilador de la sospecha la extendía recurriendo a inventos periodísticos, a pruebas fabricadas y pagadas a delincuentes que finalmente quedaron condenados.

Pretendida rendición ante ETA
La otra pieza fundamental de la estrategia del PP era la pretendida rendición del Gobierno a ETA. Sucesivas manifestaciones convocadas por la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) increpaban al Gobierno, fortalecían a ETA y sembraban la división entre los españoles. Los hechos también se han impuesto sobre estas pretensiones. Ahora, la firmeza del Gobierno en la lucha contra ETA, la eficacia policial y la excelente colaboración francesa son un rotundo desmentido de esta parte de la estrategia del Partido Popular.

Rajoy baja en popularidad
La tozudez de las encuestas sitúan a Mariano Rajoy en los límites más bajos de la popularidad en los que nunca se ha asentado un líder de la oposición. La angustia en el PP ante las próximas elecciones es tanta que el debate se centra en si Alberto Ruiz-Gallardón ira o no en las listas electorales. Lo que pudiera colaborar en la salvación de Mariano Rajoy es al mismo tiempo la máxima amenaza para su futuro.

El PP no tiene nada que ofrecer
Con las dos piezas básicas de la estrategia popular –la teoría de la conspiración sobre el 11-M y la rendición del Gobierno a ETA- totalmente diluidas por la rotundidad de los hechos, el PP se presenta a las próximas elecciones sin nada que ofrecer. Lo peor que tienen las catástrofes anunciadas y los Apocalipsis amenazadores es que tienen que cumplirse para que surtan efectos. Y aquí, de lo que predicaban estos amorales, no se ha cumplido nada.

C.C.

DESPUES DE LA SENTENCIA DEL 11-M, ¿PODEMOS FINGIR QUE NO HA PASADO NADA?.

2/11/2007  EL JUEGO SUCIO DEL PP Y SUS MEDIOS AFINES

¿Podemos fingir que no ha pasado nada?

  1. • No se debe permitir que quienes han engañado a los ciudadanos en interés propio queden inmunes
 TOÑO VEGA
TOÑO VEGA

CARLOS Carnicero*

Hay ocasiones en que la evidencia es tan insoportable que exige ser formulada para que la sociedad se vea reflejada junto a ella. Entonces hay que decidir si puede permitirse el lujo de que las culpas queden sin castigo. Si las felonías ni siquiera pagan el peaje del descrédito social, nada impedirá que vuelvan a producirse. Esa es la encrucijada en la que la sentencia del atentado de los trenes sitúa a la sociedad española.
Lo ocurrido en torno al 11-M ha quedado reflejado en la sentencia, que no deja resquicio para cuestionar lo sucedido y obliga a revisar lo que ha acontecido en España en los últimos tres años y medio. El resultado, en la parte que toca a los padrinos de la teoría de la conspiración, es la náusea.
La síntesis no es difícil: el PP, una vez que perdió las elecciones por su forma de gestionar el atentado, decidió persistir en el error, intentando que la deslegitimación de la victoria socialista fuera un atajo para recuperar el poder. A partir de ahí se estableció una espiral diabólica que retroalimentaba los intereses del PP y los de una pléyade de supuestos periodistas que han acreditado que la información no es para ellos más que un instrumento de sus intereses. El Mundo estableció líneas de investigación solo en la dirección de sostener su tesis, que se fue haciendo cada vez más perversa.

EL PRIMER axioma era la autoría de ETA, pese a que era imposible de defender: no ha existido nunca una evidencia que relacionara a la banda terrorista con el atentado. El segundo paso fue todavía más audaz y perverso: pretendía una conspiración de funcionarios públicos, exdirigentes socialistas y mandos enquistados en las fuerzas de seguridad que habrían sido instigadores o cómplices del atentado. La brutalidad de la acusación pretendía que se organizó el 11-M para desplazar al PP de la Moncloa.
Cada nueva diatriba de El Mundo, cada nuevo encargo a un confidente de cabecera, cada nueva insidia formulada sobre la manipulación de los hechos, ha tenido en la COPE su ventilador mediá- tico y en el Grupo Popular, la escenificación política: Mariano Rajoy, llegó a pedir la anulación de la instrucción del sumario.
La sociedad española, con una paciencia democrática franciscana, ha asistido a este espectáculo de irracionalidad sin poder hacer más que esperar a que la sentencia judicial zanjara una discusión imposible. No se puede establecer ningún mecanismo dialéctico fiable con quien no está sujeto a ninguna norma ética; con quien no se siente vinculado con la verdad y puede sostener una cosa y la contraria sin que le tiemble una ceja. Ahora hay una versión judicial de lo sucedido. Un auto impecable desde el punto de vista del derecho. Normalidad jurídica y constitucional acorde con nuestro Estado de derecho.
Los actuales dirigentes del PP pretenden que aquí no ha pasado nada. Tienen el cinismo, frente a las actas del Congreso y la testarudez de la hemerotecas, de pretender que ellos nunca cuestionaron ni al juez instructor ni los procedimientos. El cepillo de carpintero de esos comportamientos, la exigencia de responsabilidades políticas, la deben ejercer los ciudadanos ante la urnas. Allí se decidirá si los políticos que han tenido estos comportamientos pueden seguir en la política española. Nada más que decir de Rajoy y su equipo.
Y, ¿qué hacer con la jauría mediática que ha pretendido sostener lo que era imposible solo para satisfacer sus intereses? Nuestro sistema democrático consagra la libertad de opinión hasta el extremo de permitir la existencia de periodismo como el que practican la COPE y El Mundo. Los periodistas que han obedecido las consignas de estos ayatolás de la comunicación no han querido ejercer su cláusula de conciencia y han firmando cada crónica haciéndose cómplices de sus directores. Hace mucho tiempo que El Mundo y la COPE traspasaron los limites del periodismo sensacionalista para instalarse en la cumbre de la manipulación de la información.

 LA   ENCRUCIJADA a la que nos somete la sentencia es muy sencilla: ¿puede la democracia española permitirse el lujo de aparentar que aquí no ha pasado nada grave? ¿Podemos tratar a los obispos españoles, al director de El Mundo y a quienes han colaborado con él con indiferencia hacia sus responsabilidades en el desprestigio de las instituciones y en el encanallamiento de nuestra vida democrática?
Una sociedad que no protege sus principios es una sociedad indefensa. La sociedad española, sus instituciones, empresarios y políticos deben saber que permitir la simulación de honorabilidad de estos sujetos nos haría a todos cómplices de sus procedimientos. El Estado de derecho les permite hacer lo que han hecho con los límites de la comisión de delitos; la indignidad no siempre queda retratada en un comportamiento penalmente punible. Pero permitir que estos individuos pretendan ser como los demás españoles es, sencillamente, consagrar que comportamientos como los que han tenido sigan siendo posibles en el futuro.

* Periodista.

PATÉTICO RAJOY.

NOTICIAS CUATRO

La Opinión de Iñaki Gabilondo. 10 de Octubre.

«Mariano Rajoy nos ha propinado un mensaje cuya solemnidad nos parece que explica muchas cosas»

http://www.cuatro.com/videos/index.html?xref=20071010ctoultnot_5.Ves&view=baja

«Así de pronto, sin avisar, sin venir a cuento. Mariano Rajoy nos ha propinado un mensaje cuya solemnidad nos parece que explica muchas cosas. Parecería que se ha equivocado de fecha, porque no es Navidad; que se ha equivocado de cargo, porque no es el Jefe del Estado; que se ha equivocado de siglo, porque ya no se habla así, en letra gótica. Pero no se ha equivocado. Le merece la pena esta sobreactuación, que a nuestro juicio le coloca al borde del ridículo pero por la parte de dentro. Porque contribuye a subrayar la idea de emergencia nacional. Porque viéndole así, tan mayúsculo, cualquiera pensaría que los bárbaros están apunto de asaltar las murallas de la ciudad, que es de lo que se trata: de que lo creamos. Nos parece patriotismo de guardarropía, de sala de banderas en la que acostumbran a repostar los salvadores para que se haga más evidente el riesgo que corremos, cuánto nos está amenazando. Porque no hablaría así si no se estuviera rompiendo España. Ya comprenderán ustedes si hasta Le Figaro se ocupa de ello. Así tan puesto, redondea los mensajes matinales del maestro ciruela y España puede, como tantas veces a lo largo de su historia, mirar hacia donde no es, hablar de los problemas que no tiene, pero exagerar tanto hablando de otros problemas. En fin, sea pues, señor Rajoy. Recibimos su primer spot espumoso de Navidad. Campana sobre campana, los peces en el río y ¡Viva España!… naturalmente.»

10 de octubre

La Opinión de Iñaki Gabilondo. 10 de Octubre.

«Mariano Rajoy nos ha propinado un mensaje cuya solemnidad nos parece que explica muchas cosas»

http://www.cuatro.com/videos/index.html?xref=20071010ctoultnot_5.Ves&view=baja