OPINIÓN: «EL IMPROBABLE PSOE NAVARRO»

El improbable PSOE navarro Fernando González Urbaneja

Ser socialista en Navarra no debe ser nada sencillo, quizá no sea ni siquiera posible. Sobre ellos han caído en dos décadas dos crisis que nadie quisiera ni para sí, ni para sus amigos. Primero la de Urralburu y demás cofrades, un caso de corrupción que se llevó por delante al partido a finales de los años ochenta, para sumirle en la vergüenza y el desconcierto, y que le llevó a perder una buena porción de votos. De ser una fuerza política relevante en el antiguo Reino, de ser un partido en el gobierno, pasó a ser un partido menor y sin liderazgo.

Y ahora, cuando el partido levanta cabeza y recupera respetabilidad y presencia, la Ejecutiva Federal socialista, es decir Madrid, descalifica su estrategia y cercena sus expectativas por intereses superiores, por cálculo electoral para el conjunto de España, para las generales. En este caso la parte, es decir Navarra, se somete al todo, España.

La dimisión del candidato Puras es la única alternativa digna que le quedaba tras el portazo que le han dado sus jefes. La decisión de la ejecutiva del Partido Socialista Navarro para gobernar con Nafarroa Bai fue unánime y la negativa federal al pacto, para la cual tiene facultades, descalifica a los socialistas navarros más allá de lo que significa la disciplina y la obediencia debida. Fernando Puras trataba de cuadrar un círculo: ocupar la presidencia del gobierno navarro a pesar de ser la tercera fuerza y sobre la base de una minoría muy estrecha.

No pocos socialistas navarros y sus votantes se preguntarán por qué no pueden hacer una coalición que se parece bastante a la que han hecho sus colegas de Baleares. No es lo mismo, en las islas no hay terrorismo al fondo, pero la naturaleza de ambas coaliciones es semejante. En Nafarroa Bai hay un claro rechazo del terrorismo y las posiciones territoriales pueden no ser compartidas pero su formulación es legítima y está refrendada por un buen porcentaje de votos.

La crisis debilita el socialismo navarro que se queda sin oferta propia. Algunos socialistas envidiarán ahora la posición del PP en Navarra donde no comparece con sus siglas, sino mediante una alianza sui generis con un partido navarro y navarrista, la UPN. ¿Puede ser esa una opción de futuro para los socialistas? ¿Es posible que de esta crisis surja un partido navarro de izquierda, con autonomía efectiva y con capacidad para pactar con los socialistas españoles en determinadas circunstancias? La singularidad navarra es evidente, es un hecho de partida y este caso lo pone de evidencia.

fgu@apmadrid.es

GRAVE CRISIS INTERNA EN CiU.

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POLÍTICA

 19/06/2007

Duran y Mas, dispuestos a romper

Grave crisis interna en CiU

CiU vive momentos de grave crisis interna. Así lo señalan hoy un par de medios de comunicación catalanes que, como La Vanguardia y Avui, siempre se han caracterizado por conocer muy bien los entresijos de la federación nacionalista fundada por Jordi Pujol.

Así titula hoy su crónica el jefe de Política de La Vanguardia, Jordi Barbeta, mientras que la que Lluís Bou firma en Avui lleva otro título muy significativo: “Ultimátum de Duran”. Ambos coinciden en señalar la gravedad de la crisis, sin duda la más importante que CiU ha vivido en sus casi 30 años de historia.

Una crisis anunciada
Estaba cantado desde hace tiempo. Como mínimo, desde que, con la constitución del primer tripartito de las izquierdas catalanistas presidido por el socialista Pasqual Maragall, CiU perdió el gran poder político que le habían dado los casi 24 años de monopolio ininterrumpido del Gobierno de la Generalitat. Sin aquel poder, y sin el liderazgo indiscutido e indiscutible de Jordi Pujol como aglutinador de una formación en la que siempre han coexistido proyectos políticos e ideologías de todo tipo –conservadores, liberales, democristianos, socialdemócratas, centristas, autonomistas, federalistas, soberanistas e independentistas-, la crisis de CiU estaba cantada.

Falta de poder y de liderazgo
Con la renovación, bajo la presidencia del socialista José Montilla, de la apuesta estratégica del tripartito de izquierdas en el Gobierno de la Generalitat, y tras la nueva pérdida de poder político que, ahora a nivel local, le han deparado las elecciones municipales del 27-M –sólo cuenta ahora con las alcaldías de algunas ciudades importantes, poco más de una decena de capitales comarcales y el gobierno de una sola de las cuatro Diputaciones catalanas-, a CiU le ha llegado la hora de la crisis.

Dos partidos, una federación
Aunque a menudo se olvide, CiU no es un partido político sino una federación resultante de la coalición integrada por Convergencia Democràtica de Catalunya (CDC), el partido fundado hace poco más de 30 años por Jordi Pujol y un reducido grupo de sus seguidores, y Unió Democràtica de Catalunya (UDC), la histórica formación demócrata-cristiana fundada en tiempos de la Segunda República. En las primeras elecciones democráticas ambos partidos se presentaron por separado y sólo en 1980, tras el claro fracaso electoral de UDC, se creó CiU, primero como coalición electoral y mucho más tarde ya como federación.

Sin Pujol y sin la Generalitat

Bajo el liderazgo personal de Jordi Pujol y con el dominio político del Gobierno de la Generalitat ininterrumpidamente desde abril de 1980 hasta diciembre de 2003, CiU ha ejercido su predominio en la política catalana, aunque sus victorias electorales se han limitado siempre a los comicios autonómicos, ya que el PSC ha vencido siempre en las restantes elecciones, tanto las legislativas y europeas como las municipales.

La hora de Duran Lleida
Está claro que en esta crisis CiU se juega su futuro político no ya a corto sino también a medio y largo plazo. Con el importante reto de las elecciones legislativas del próximo año, en las que según los pactos de CiU le corresponde a Duran Lleida encabezar la candidatura de la federación, en UDC quieren imponer su propia estrategia y apuestan por fijar una posición clara a favor de posibles pactos postelectorales, de manera preferente con el PSOE, mientras que Artur Mas y gran parte del núcleo dirigente de CDC pretenden mantener la equidistancia entre PSOE y PP, y exigen que un pacto postelectoral con el PSOE pase, en cualquier caso, porque Mas sea investido presidente de la Generalitat.

Una crisis de consecuencias imprevisibles
La crisis de CiU está servida. Nada parece descartado por ahora. Ni tan siquiera la ruptura de la federación. Hasta ahora habían sido algunos dirigentes de CDC los que habían amagado con este órdago político. Ahora es UDC la que amenaza con la ruptura. Una ruptura que, de producirse, tendría consecuencias muy importantes no sólo en la política catalana sino también en la política española en su conjunto.

J.G.-S.