Después de una semanita de desconexión, de disfrutar de la naturaleza, visitar a los amigos y revivir la história personal y colectiva, estamos otra vez en marcha conectados a una realidad que percibimos cada vez menos real, más letal para las personas, la sostenibilidad mediambiental y la convivencia saludable con las personas y con el entorno narural y social del que somos sujetos activos-pasivos. La Mancha trajo recuerdos de la niñez y la adolescencia en casa del abuelo republicano que no podía vivir en el pueblo donde nació y creció, porque Franco se sublevó contra el Gobierno legítimo de la República y la guerra trajo entre otros dolores el de la diaspora y el desarraigo.
Salamanca acogió nuestra admiración por tanta belleza arquitectónica y tanto saber intuido y, además, esa nostalgia dulce del recuerdo de los saberes como elemento de convivencia entre las civilizaciones. Pasear, contemplar las gentes en su plaza porticada y tomar unas tapas de noche en sus calles tranquilas con ese fresco castellano que se nota tanto cuando vas desde el Mediterraneo te reconforta y, no se por qué arte de mágia, te invade una mezcolanza de paz inmensa y de energía emergente inexplicable.
El encuento con todos los matices del verde una vez superadas las escarpadas montañas leonesas y el recuerdo familiar del Pantano de Luna, solo se vió incrementada por el impacto de la vista del Cantabrico golpeando con tanta fuerza como belleza las escarpadas costas del Cabo de Peñas y la belleza de los atardeceres de Candás y Luanco en la combativa Asturias. Una noche de lluvia y paraguas puso el ambiente perfecto a la impresionante actuación de Fred Morrison, quizás uno de los majores gaiteros del mundo que nos transportó al centro del mundo celta.
De vuelta, el sosiego de Segovia nos reafirmó en el paradigma de convivencia de cada una de las civilizaciones que la han hecho tal cual es, como la manera mas pacífifica y sólida de contonuar contruyendo un mundo al que tratamos sin ningún respeto y una sociedad que nos empeñamos en someter al imperio de la ignorancia individual y colectiva limitando su potencial creador y sus actos más nobles.
Estos dias, nos han reconciliado un poco con la vida y nos han permitido concluir que continuar trabajando por un mundo mejor para todos continúa valiendo la pena.
Ya estamos otra vez en marcha.
Vicent Vercher Garrigós+Herminia Ferrer Perales
29.08.2007