FERNANDO GAREA – Madrid – 04/03/2008 00:59
Zapatero salió ayer dispuesto a no dejar pasar ni una para dar la vuelta esta vez a las acusaciones de Rajoy.
El candidato del PSOE, más contundente, hizo en el segundo debate lo que no hizo en el primero, devolver todos los golpes.
Sobre todo, en el caso del terrorismo, donde Rajoy esta vez intentó ser menos agresivo y omitió la expresión de la agresión a las víctimas, pero terminó cayendo en la trampa de debatir sobre Irak y defender aquella guerra.
Zapatero estuvo mejor ayer y no cometió errores. Rajoy no ganó y eso le hizo perder. «Miente siempre y en todo lugar», le dijo Rajoy a su oponente con reiteración.
El líder del PP se empeñó en pedirle opinión sobre un expediente en Catalunya a un comerciante que rotuló en castellano
«Usted engaña y utiliza siempre el terrorismo», le contestó Zapatero sin eludir esta vez la respuesta a las acusaciones.
Sí fue una repetición del primero en los asuntos en los que cada uno puso más énfasis: Zapatero habló de desaceleración económica y de política social y Rajoy quiso centrar el enfrentamiento en la subida de precios, la inmigración, el terrorismo y el modelo de Estado.
Ayer fue muy distinto el debate porque el candidato del PSOE intentó poner en primer plano las propuestas de futuro.
Rajoy siguió anteponiendo la crítica a la situación social y económica actual, sin salirse del guión del panorama negro y catastrófico.
Fue igual de duro el cara a cara, pero, al menos, estuvo trufado de futuro y propuestas y fue mejor.
Acuerdo sobre terrorismo
El momento más agrio volvió a ser el del terrorismo. Esta vez Zapatero dio la vuelta a la acusación con un primer golpe de efecto: sea cual sea el resultado de las elecciones ofreció apoyo al Gobierno sobre terrorismo sin condiciones, «haga lo que haga».
Y un segundo golpe porque le acusó de utilizar siempre el terrorismo, incluyendo el 11-M y sobre todo, la guerra de Irak, cuando el Gobierno de Aznar y de Rajoy utilizó como excusa la lucha contra el terrorismo islamista.
Rajoy respondió condicionando el apoyo al Gobierno sobre terrorismo a que sea para «derrotar a ETA, no para negociar» y le acusó de desbaratar la política anterior que dejó a la banda más débil que nunca.
A continuación el candidato del PP se metió en un lío cuando intentó argumentar que Zapatero, que sacó las tropas de Irak, apoyaba la invasión. «¿Sigue apoyando la guerra de Irak?», le preguntó Zapatero y Rajoy respondió con las resoluciones posteriores de la ONU.
«Esto sí que es una exclusiva mundial, yo apoyé la guerra», dijo Zapatero con ironía, al comprobar que le había dado resultado la trampa.
El candidato socialista arriesgó hasta el límite, o quizás lo traspasó, al utilizar un argumento que nunca se había atrevido a emplear, el del número de muertos en cada legislatura. «¿Qué política antiterrorista prefiere? ¿Esta en la que ha habido cuatro muertos o la de ustedes en la que hubo 238 muertos? Usted utiliza el dolor de las víctimas», le dijo.
Zapatero: «Ustedes no han superado la derrota electoral»
Rajoy le respondió que cuando se inició esta legislatura ETA llevaba un año sin matar y estaba más débil que nunca.
El siguiente paso fue el 11-M, sobre el que Zapatero le dijo que «mintieron e intoxicaron», hasta poner en cuestión el Estado de Derecho.
El del PP le respondió que ellos detuvieron a los culpables y le acusó de ganar las elecciones en 2004 gracias al atentado.
«Ni un solo soldado en ninguna guerra ilegal» y «ustedes no han superado la derrota electoral», dijo Zapatero.
También fue dura la discusión sobre inmigración y, además, quedó clarísima la diferencia ideológica entre ambos.
Primero porque Rajoy lo incluyó como asunto preferente en política social y segundo porque las dos palabras más repetidas en este asunto por el dirigente del PP fueron «orden y control».
Insistió en los males de la regularización del actual Gobierno y Zapatero le dijo que el PP hizo cinco regularizaciones y, en lugar de ligarlas a un contrato de trabajo, bastaba presentar «la factura del televisor o la de la rueda de una bicicleta».
Rajoy habló de «grave problema» con la inmigración y se comprometió a que sólo permanezcan en España los que estén en situación legal y con contrato, que se expulse a los delincuentes, que se incremente la ayuda al desarrollo y que se haga una política europea.
Zapatero lamentó que el PP, con el contrato de integración, quiera tratar a los inmigrantes como «presuntos delincuentes», y aseguró que su política se basa en evitar que salgan de sus países de origen con acuerdos bilaterales, incrementar el control de las fronteras y devolver a los ilegales, también con esos acuerdos. Puso empeño en remarcar la aportación para la encomía de los inmigantes.
Respecto a la economía, Zapatero utilizó tres armas: las cifras macroeconómicas, las palabras de Elorriaga en Financial Times sobre «sembrar dudas respecto a la economía» y siete medidas concretas.
En el turno final, Zapatero se comprometió a «mejorar las cosas»
Rajoy repitió sus argumentos sobre la subida de precios y los gráficos sobre la evolución ascendente del IPC, sin que Zapatero hiciera nada porque «estaban dedicados a hacer cábalas con España y a negociar con ETA».
Sólo al final, habló de propuestas como la reducción del IRPF y del impuesto de sociedades y el cambio en los organismos reguladores.
Zapatero llevó un libro blanco que aportó teatralmente para mostrar la veracidad de sus cifras e inició su intervención sobre economía con siete medidas concretas: acuerdo social con sindidatos y empresarios, acelerar el plan de infraestructuras, 150.000 viviendas de protección oficial, recolocación de parados de la construcción, pago de 400 euros, ampliación del plazo de hipotecas y acuerdo con el sector de distribución para el autocontrol de precios.
En este punto se enzarzaron durante varios turnos en dos cuestiones: el coste de productos básicos y si el PP se preocupó de la economía desde el inicio de la legislatura y, en concreto, cuál había sido la primera pregunta planteada por Rajoy.
El líder del PP se empeñó en pedirle opinión sobre un expediente en Catalunya a un comerciante que rotuló en castellano.
Reiteró la pregunta al candidato del PSOE y éste respondió sin hablar del caso concreto, pero abriendo el foco a la gestión de su oponente como ministro de Educación, cuando pactó con los nacionalistas y no se preocupó por el castellano.
En el turno final, Zapatero se comprometió a «mejorar las cosas», dijo que estará «muy cerca de quienes no tengan de todo» y concluyó: «Buenas noches y buena suerte».
Rajoy se dirigió a los votantes socialistas e insistió en su niña que, según dijo, está en su cabeza y su corazón.