Andrés Villena
La foto de las Azores se torna cada vez más borrosa
Aznar se queda solo como acérrimo defensor del disparate de Irak.
Unos cien mil manifestantes tomaron las calles de Washington la tarde del pasado sábado para pedir responsabilidades por el desastre provocado en Irak. A la marcha no faltaron ni la eterna Jane Fonda (musa de la protesta de Vietnam), ni la Sarandon, ni, por supuesto, su marido, el gallardonado –y no por los Goya- Tim Robbins, que, además, pidió una especie de moción de censura (“impeachment”) contra el todavía presidente de los EEUU. Un George Bush que se encuentra en una situación peor que aquella que, en los 70 forzara a dimitir a Nixon, pero, ahora, sin necesidad de ningún escándalo Watergate. Todas las fuentes muestran que la intervención en Irak constituye el mayor desastre en política internacional del recién inaugurado siglo XXI, y, posiblemente, de la etapa iniciada tras el final de la Guerra Fría.
Estas manifestaciones en los EEUU, junto con la caída en picado de la popularidad de su mandatario nos evocan una cinta de los años ochenta. Si recordáramos la magnífica trilogía cinematográfica de Robert Zemecks protagonizada por Michael J. Fox, Regreso al futuro, podríamos encontrar cierto paralelismo entre las fotos que se modificaban en función de lo que Marty McFly hiciera, con lo que está sucediéndole a las instantáneas tomadas en el archipiélago de las Azores hace unos años: uno de sus figurantes, Aznar, hace tiempo que desapareció de la fotografía, mientras que las siluetas de Bush y Blair están ya algo más que borrosas. Las consecuencias de una decisión autoritaria y descontrolada han hecho algo más que pasar factura a sus coordinadores. Sin embargo, en el mundo real no se puede volver al pasado y enmendar los entuertos, por lo que los miles de inocentes masacrados en la Guerra de Irak seguirán en la misma situación.La foto, 2003
A mediados de marzo de 2003, los mandatarios de tres países desarrollados se reunieron en las Islas Azores para planear la invasión de Irak, un país que sufría la tiranía de un dictador genocida, pero que no suponía ningún tipo de amenaza para Occidente. De este modo, George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar acordaron dar un ultimátum al país del Golfo Pérsico para que entregara unas armas de destrucción masiva que no poseía. Al no cumplirse esta disparatada condición y, sin el apoyo del principal organismo internacional, la ONU, miles de soldados norteamericanos comenzaron a entrar en lo que hasta ahora se ha convertido en un auténtico avispero. Era el comienzo de la denostada guerra de Irak.
Bush, días contados
El ya oficial fracaso de las fuerzas aliadas en Irak está pasando claramente factura a sus promotores. La renovada victoria de George W. Bush a finales de 2004 –en un país dominado por el miedo y sin apenas diferencia entre los dos principales partidos-, no supuso un aumento de la popularidad de éste. La derrota en las legislativas de noviembre sólo es una antesala de la futura defenestración del peor presidente de la historia del gigante americano. La reciente decisión de enviar más tropas a Irak representa sólo el deseo de mostrar una ficticia firmeza ante lo que ya se reconoce como un gran desastre nacional.
Blair y el fiasco
El pasado 18 de marzo, decenas de miles de ciudadanos de casi todas las etnias coparon las calles de Londres lanzando gritos contra su mandatario, así como contra su hermano mayor (Bush terrorist!, Blair terrorist!). El error de Irak era ya algo reconocido por la mayoría de los ciudadanos británicos, y la caída del Laborismo en las municipales del pasado mayo –que lo relegaron a la tercera posición en número de votos-, confirmaba la pérdida de confianza en esta formación. El mismo Tony Blair, en una entrevista concedida en noviembre a la cadena Al-Yazira, admitiría que la invasión de Irak había sido un desastre.
Spain is different
La situación de España, a este respecto, es curiosa y produce bastante vergüenza. El que fuera presidente del Gobierno, José María Aznar, resiste como el único que, no sólo no ha pedido perdón, sino que sigue haciendo oídos sordos a las opiniones de los expertos y afirma que la decisión fue del todo acertada: se ha acabado con un tirano y el mundo es hoy más libre sin Saddam. Fantasías de un demócrata de carné que recuerda demasiado su pasado falangista y la consigna de mirar siempre hacia arriba, firme, como si nada estuviera sucediendo…
El GEES aplaude
Por si no fuera poco, los seguidores del ex mandatario, agrupados en think tanks como FAES y GEES, se han adherido a la decisión del presidente Bush de prolongar la agonía. El GEES, grupo de estudios neocon en la línea Aznar, aplaude y considera acertada la decisión del envío de tropas. Estos hechos sitúan al ex presidente genovés en el bando derecho de los republicanos, si no más allá…Cada uno en su sitio
El tiempo demuestra que, aunque se vulneren las reglas del juego para actuar –los intereses imperalistas de los EEUU se impusieron a las reglas de la Comunidad Internacional- los culpables de imperdonables infracciones acaban, las reconozcan o no, por tener que pagarlas. El problema es el coste que estas violaciones de las reglas tienen para la sociedad: sin haber acabado con ningún arma de destrucción masiva, Irak es ahora el escenario de una cruenta civil en la que ha surgido, tras la desaparición de Saddam, el islamismo, espantado antaño por el antiguo régimen laico. La ejecución de Saddam y la derrota política de los mandatarios occidentales no deshará en modo alguno el entuerto. Muchos ciudadanos irakíes, si les dejan, pensarán de vez en cuando, mirando al cielo: “¿por qué a nosotros?”
avillena@elplural.com Publicado en El Plural el 29.01.2007