21/11/2007
¿Fue Clinton un dictador o un caudillo populista?
Los encendidos elogios del ex presidente a ZP pulverizan la demagogia del PP sobre las relaciones con EEUU
¿Fue Bill Clinton un dictador o, al menos, un caudillo populista? ¿Le parece bien a la caterva de ideólogos neoliberales del Partido Popular que Nicolás Sarkozy haya almorzado ayer, en El Eliseo, con Hugo Chávez, el gorila rojo, según la expresión barriobajera que utiliza la derecha española –sobre todo, la mediática- para calificar al presidente de la República de Venezuela? ¿Tendría Sarkozy que haberlo envenenado, mientras comía?
Bill Clinton, uno de los mejores presidentes de Estados Unidos –junto a John F. Kennedy y Frank D. Roosevelt-, ha hecho en Madrid, en La Moncloa, encendidos elogios a la política de José Luís Rodríguez Zapatero, tanto en lo referente al crecimiento económico como en la abrumadora creación de puestos de trabajo, aparte de su opción por el tercer mundo y por la lucha contra el cambio climático y contra la pobreza
Nada más lejos de la realidad
Las palabras de apoyo al Gobierno actual por parte de Clinton y su satisfacción explícita por colaborar en el futuro inmediato con Zapatero pulverizan la fanfarria demagógica del PP, empeñado desde el 15 de marzo de 2004 en presentar al presidente como un trasnochado izquierdista, enfrentado con EEUU. Nada más lejos de la realidad, salvo que se pretenda confundir deliberadamente a George W. Bush y sus neocon fundamentalistas con el conjunto de la ciudadanía norteamericana.
Un gesto significativo
El gesto de Clinton es más significativo todavía porque la candidata con más posibilidades de llegar a la Casa Blanca es Hillary, la esposa del ex presidente. ¿Alguien cree que Clinton arriesgaría la campaña de Hillary loando a un presidente en verdad mal visto por la mayoría de la opinión pública norteamericana? Sólo un insensato habría dicho públicamente lo que dijo Clinton, si Zapatero fuera ese “bobo solemne”, según aquel célebre insulto acuñado por el líder conservador.
De forma inexorable
A medida que nos vamos acercando a la recta final de esta legislatura, los embustes genoveses –divulgados para contentar a sus bases, estilo secta- van cayendo uno tras otro de forma inexorable. España no se rompe. La España plural se va asentando. Zapatero no cedió nada a ETA durante el proceso de paz. Las fuerzas de seguridad del Estado hacen su trabajo en la lucha antiterrorista con admirable eficacia. Fueron los islamistas violentos los que mataron aquel terrible 11-M.
Primer nivel
La política exterior española es de primer nivel y actúa con sobriedad y con éxito. La asignatura Educación para la Ciudadanía no es ningún libelo partidista. La memoria histórica no es una cuestión banal. Los derechos civiles son imprescindibles y no se debe al respecto bajar la guardia nunca. El saneamiento de la economía -la prosperidad económica- no ha de estar reñida con la cohesión social. El Estado del Bienestar es un modelo irrenunciable. Lo impulsó, por cierto, Roosevelt con su keynesiano New Deal, lo intentó Kennedy, lo reforzó Clinton y Bush ha hecho cuanto ha podido para cargárselo. Bush, claro, el amiguete de Aznar.
Tres vectores básicos
El PP ha ido tirando estos últimos años gracias a tres vectores básicos: la crispación, las mentiras y la desvergüenza. Se ha envuelto Rajoy en la bandera y ha alardeado de patriotismo. Se ha apoderado de España y ha acentuado la división entre ellos, que se califican de buenos españoles, y los demás, que no lo somos. Ahora, a prisa y corriendo, esta derecha cavernaria intenta que cuele su postrera gran patraña: hacer ver que Rajoy es un demócrata, ejemplar y moderado.
Catarata de falsedades
Pues para ello que empiece pidiendo perdón por su catarata de falsedades. Que diga Rajoy en voz alta, por ejemplo, que el firme respaldo de Clinton a Zapatero supone una rectificación en toda regla de las barbaridades repetidas con insistencia por él mismo y sus voceros sobre la política exterior del actual Gobierno de España. Y que diga si Sarkozy, habiendo recibido a Chávez, es también un gobernante amigo de dictadores. ¿A que no, a que no lo dice?
E.S.