29/11/2007
Gervasio Sánchez retrata los efectos devastadores de las minas antipersona
“Vidas minadas. Diez años de historias esperanzadoras”
ENRIQUE ORTIZ
El fotoperiodista Gervasio Sánchez presenta, en el Instituto Cervantes, la evolución de las víctimas de minas antipersonales mediante imágenes duras y directas. Imágenes, sin embargo, que abren una puerta a la esperanza.
Sofía, Adis, Manuel, Sokheurm, Mónica y Fanar. Son los protagonistas de la exposición “Vidas minadas. Diez años”. La mayoría de ellos ya lo fue también en la primera exposición que Gervasio Sánchez hizo sobre el tema hace diez años. Ahora, sus imágenes, además de recordarnos la barbarie de las minas antipersona, una lacra que continúa alimentando el ejército de mutilados en todo el mundo, nos ofrece una visión algo más amable. “No sólo quiero mostrar el dolor, sino también la dignidad y la supervivencia de estas personas”, afirma Gervasio Sánchez.
Nobel de la Paz
Gracias a la ayuda de las diferentes ONG –Manos Unidas, Intermon Oxfam y Médicos sin Fronteras- y empresas –DKV Seguros, como principal colaborador-, muchos de los afectados por las minas antipersonales han logrado rehacer sus vidas y recomponer no sólo su cuerpo, sino también su dignidad. Estas organizaciones han colaborado para sufragar los costes de las operaciones quirúrgicas, las prótesis, los viajes a las clínicas, etc. Todas estas acciones forman parte del proyecto “Vidas minadas”, que fue galardonado con el premio Nobel de la Paz en 1997.
El dedo acusador
El pasado martes, en la inauguración de la exposición, Sánchez no quiso desaprovechar la ocasión para denunciar públicamente la posición de las principales potencias mundiales respecto a las minas antipersonales. “Resulta curioso que precisamente cinco de los países con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU sean los principales productores de minas”, acusaba Sánchez. El autor de la exposición se refería, entre otros, a Rusia, China y Estados Unidos. Curiosamente, este último es uno de los países que más dinero aporta en ayudas a las víctimas de las minas.
Aznar y Zapatero
Tampoco faltaron las críticas para los gobiernos españoles. Gervasio Sánchez reconoció la labor del Gobierno de José María Aznar, el cual destruyó la producción de minas antipersonales que España tenía almacenada. Sin embargo, criticó su misérrima ayuda a las víctimas. En cuanto al Gobierno actual, el fotógrafo agradeció a José Luis Rodríguez Zapatero que haya multiplicado generosamente la ayuda a las víctimas, pero cargó duramente contra su gestión, ya que, en su opinión, “aunque ellos lo nieguen, el Gobierno está vendiendo armas”.
Un mundo minado
Mozambique, Bosnia, El Salvador, Camboya, Colombia o Irak son sólo seis de los 78 países que aún permanecen minados. Hace diez años, 151 países firmaron el Tratado de Ottawa (1997), por el que se comprometían a dejar de producir minas antipersonales, a no venderlas, y a colaborar en el desminado y en la ayuda a las víctimas. Pero en este tiempo, estos países sólo han dedicado el 10% de las ayudas prometidas. Según la ONU, harían falta 1.100 años para erradicar las 167 millones de minas plantadas en todo el mundo.
Uno de los principales problemas de las minas es la diferencia de coste entre sembrar de minas un territorio y desminarlo, que es abismal. Llenar de minas una extensión equivalente a un campo de fútbol supone una hora de trabajo. Y fabricar una mina, menos de tres euros. Desminar esa misma superficie conlleva tres meses de trabajo y un coste de 750 euros por mina. Otra consecuencia del minado es la inutilización de los campos, lo que provoca que muchas familias no puedan cultivarlos y caigan en la pobreza.
La historia de Sokheurm
Sokheurm era un chico camboyano más, habitante de una zona rural, que cada mañana iba a la escuela con su mejor amigo, Chai Chun. Una mañana, camino de la escuela, vieron una mina antipersonal descubierta en el camino. Chai Chun decidió recogerla y llevarla a un puesto militar cercano, para que allí pudieran destruirla. Cuando habían recorrido veinte metros, a Chai Chun se le escurrió la mina de las manos. Cayó, explotó, mató a Chai Chun y segó una pierna a Sokheurm. Tenía 14 años.
Gracias al proyecto “Vidas Minadas” y a las organizaciones solidarias que actúan en Camboya, hoy, diez años después, Sokheurm tiene una prótesis, ha terminado la secundaria y estudia Tecnología e Informática en la Universidad de Siem Reap (Camboya). Además, trabaja en el Servicio Jesuita y documenta nuevos casos de víctimas de minas en la provincia donde vive.