CUBA DESPUÉS DE FIDEL (y IV).

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Pendientes de las elecciones USA

Cuba después de Fidel (y IV)

Fidel Castro no ha podido estar una semana en silencio y su primera reflexión como sencillo «compañero Fidel» ha estado dirigida contra quienes pretenden el cambio en Cuba. Fundamentalmente los candidatos presidenciales norteamericanos y los dirigentes de los países de la Unión Europea. Sus dardos no son producto de un enfado sino que forman parte de la obsesión fundamental de los últimos cincuenta años: defenderse de las injerencias, presiones y ataques norteamericanos.

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Desde hace aproximadamente diez años, Cuba intenta tejer lentamente una red de influencias entre congresistas y senadores norteamericanos para lograr un contrapoder al lobby que controla la política estadounidense hacia Cuba. Los métodos han sido especialmente comerciales y han significado importantes compras, sobre todo de alimentos por las limitaciones de las leyes del embargo en el mercado norteamericano. Aunque el monto económico de estas operaciones no haya sido espectacular, los parlamentarios vinculados a los estados que protagonizaban estos suministros han iniciado movimientos tendentes a desovillar el tramado de leyes que articulan el bloqueo económico contra Cuba. Es una operación compleja porque el embargo norteamericano se fundamenta en una tela de araña de leyes que se imbrican las unas en las otras. La cúpula del sistema cubano es plenamente consciente de la necesidad de promover un diálogo con Estados Unidos para poder superar la grave crisis económica endémica que soporta la isla.

El poder de los cubanos de Miami
Existe un inconveniente para ese cambio de política que no parece fácilmente superable. Aunque no hay unidad de criterios sobre las cifras de exiliados cubanos en La Florida, podrían rondar el millón de personas. Muchos de ellos llegaron en las primeras oleadas de exilio después del triunfo de la revolución, en enero de 1959. Luego, en andanadas sucesivas, quienes salían de la isla buscando mejores condiciones de vida fuera de las estrecheces del socialismo, tenían que acomodar su existencia en Miami a los códigos de quienes allí dictaban las normas de relación con Fidel Castro. Poco a poco se configuró un importante entramado de empresas en la que los negocios de construcción, telecomunicaciones y servicios daban a los jefes del exilio cubano una doble influencia que tenía vértices electorales. Sus empresas permitían importantes donaciones a los partidos y sus tentáculos movilizaban el voto de los cubano americanos en la medida que adquirían la nacionalidad que les permitía ser electores. Desde esos parámetros han sido inamovibles en sus dictámenes de mano dura contra Fidel Castro.

Una política obsoleta
Todos los centros de inteligencia y pensamiento norteamericano coinciden en que la política que desarrolla este país hacia Cuba es obsoleta y no conducen a ninguna parte ni por supuesto al derrocamiento del régimen. El país más poderoso de la tierra ha tenido que reconocer su fracaso histórico después de cincuenta años de intentar acabar con Fidel Castro por todos los medios posibles. En la media que se han ido desclasificando documentos reservados con el paso del tiempo se han conocido operaciones de inteligencia de distinta naturaleza para tumbar el régimen socialista cubano. La caída de la Unión Soviética, con una Cuba dependiente económicamente de los países del Este, fue la prueba de fuego de que en la política de resistencia Cuba es imbatible.

Washington lo reconoce
Casi veinte años después de la caída del muro de Berlín, Washington reconoce que la retirada de Fidel Castro no es factor que derribará al régimen cubano. Falta casi un año para las elecciones norteamericanas del 2008. John McCain, el candidato republicano con más posibilidades de éxito ha sido rotundo en su exabrupto contra Fidel y Raúl Castro: quiere que se reúnan con Karl Marx, presumiblemente en el infierno. Barak Obama y Hillary Clintón, con matices entre ellos, han sido prudentes pero no precisos al definir el futuro de las relaciones con Cuba. Pero nadie se pronunciará sino es desde el sillón de la Casa Blanca. Desde ahora hasta entonces, los dirigentes de la revolución cubana trabajarán con discreción para conseguir las condiciones de que el cambio en la política norteamericana sea posible.

Raúl promueve el diálogo
Al otro lado del estrecho de La Florida, durante el último año ha habido sucesivas llamadas a un diálogo político con Estados Unidos buscando la distensión. Algo, en la profundidad del régimen cubano, se ha movido. Hasta ahora, la tensión con Estados Unidos era una herramienta imprescindible de la cohesión nacional alrededor de la revolución. La amenaza de una agresión obligaba a realizar maniobras militares, a tener activos los refugios antiaéreos y a prohibir muchas conductas de los ciudadanos que han salido a colación en las asambleas críticas de los últimos meses y que se justificaban por la amenaza exterior. Las limitaciones para entrar y salir de Cuba, las dificultades de acceso a Internet y la restricción de circulación de publicaciones se presentaba sistemáticamente como servidumbres de la seguridad nacional. A los llamados disidentes se les vigilaba estrechamente para encontrarles vínculos con la oficina de intereses norteamericana para demostrar que la oposición era antipatriótica. ¿Por qué prescindir de una herramienta –la confrontación con Estados Unidos- que es tan útil como razón para el control político por seguridad nacional. Sencillamente porque en el esquema de los cambios imprescindibles para el relanzamiento de la economía Cubana es necesaria una cierta neutralidad de Washington que evite los peligros derivados de la pérdida de control por esas transformaciones.

Cambiar para permanecer
Existen indicios claros de que la cúpula del régimen cubano es consciente de dar satisfacción a las demandas económicas y sociales de la población en un plazo relativamente breve. Ese diagnóstico ha puesto en movimiento equipos de trabajo que dependen directamente de Raúl Castro y que elaboran recetas para cada problema. Pero, la pregunta que no tiene respuesta es la de los límites de esas transformaciones estructurales. A partir del próximo domingo, cuando se conozca la composición de los órganos de dirección de Cuba, se empezarán a despejar esas incógnitas. Hay algunas personas claves que se conocen ya. Por debajo de Raúl Castro se ordenarán jerárquicamente Carlos Lage, Felipe Pérez Roque, Ricardo Alarcón y otros nombres más desconocidos para el gran público como Carlos Valenciaga, ayudante personal de Fidel Castro en los últimos años, Eliades Acosta, el hombre fuerte en la cultura llamado a sustituir a Abel Prieto, y una mezcla de jóvenes y veteranos dirigentes de la revolución que habrá que analizar con todo cuidado. De entre ellos cobra especial fuerza por la confianza que Raúl siempre ha depositado en él, Ramiro Valdés. Puede ser la pieza clave que vincule a las Fuerzas Armadas, a la inteligencia y al tejido empresarial del estado cubano. Además es el hombre clave en las relaciones con China. Las energías internas están centradas en hacer funcionar la económica sin perder su control desde el Estado.

Reformas y aumento de los incentivos laborales
Reformas en el sistema agrario, inversión extranjera y aumento de los incentivos laborales para ganar productividad serán las primeras reformas. Otras más profundas dependerán mucho del contexto internacional y fundamentalmente de un cambio en la actitud norteamericana que dé relativa tranquilidad a los dirigen de la revolución para calibrar los cambios que lleven a cabo. En ese contexto hay que estar espacialmente atentos a la diplomacia brasileña que desde hace varios años teje una red por toda Latinoamérica para convencer a Estados Unidos de la necesidad de que sea neutral en los cambios cubanos. Y en este contexto, en los momentos actuales, no resulta demasiado cómodo el excesivo protagonismo en las relaciones con Cuba del presidente de Venezuela Hugo Chávez. Una reordenación de las relaciones internacionales de Cuba será otra prioridad, y en ese esquema, el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero puede tener un papel fundamental como interlocutor entre Latinoamérica, Europa y Estados Unidos con La Habana como telón de fondo.

Carlos Carnicero es periodista y analista político

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Carlos Carnicero: Cuba despues de Fidel (II).

El Plural / Política

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España, en la mejor posición con Cuba

Cuba después de Fidel (II)

Fidel Castro no ha aclarado si piensa seguir ejerciendo el cargo que es de verdad clave en el entramado socialista cubano: Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba. Desde el partido se dirige de verdad la política cubana y las acciones de Gobierno son reflejo de las decisiones que emanan de los órganos de dirección del PCC.

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No cabe duda de que la comunicación realizada por Fidel Castro en la madrugada del día 19 de febrero tenía que ver con la presión del calendario. El domingo que viene, una vez constituida la Asamblea del Poder Popular nacida del último proceso electoral interno celebrado en Cuba en los últimos meses, este organismo tiene la obligación de elegir a los miembros del Consejo de Estado, cuyo presidente es por ley presidente de la República. Pero la Asamblea del Poder Popular no tiene ninguna capacidad de dirección en el Partido Comunista de Cuba, que en sus congresos elige al Comité Central, al Buró Político y a su primer secretario.

Normalizar relaciones
La sombra de Fidel no se diluye totalmente con su renuncia a la reelección, pero por primera vez el símbolo del poder en Cuba será encarnado por otra persona. Y eso es relevante para muchas cosas y también para la relación que pueda establecerse en el futuro con Estados Unidos. El propio Raúl Castro, en intervenciones realizadas en el año y medio que ha representado interinamente los máximos poderes en Cuba, ha hecho mención a la necesidad de normalizar relaciones con Estados Unidos.

Una historia de agresiones
Fidel Castro ha conocido, como máximo dirigente de Cuba, a diez presidentes de Estados Unidos. Desde Dwight David Eisenhower hasta George W. Bush. Todos ellos, con desigual intensidad, han tratado de acabar con el régimen cubano por procedimientos tan dispares como una invasión armada mercenaria –Playa Girón o Bahía Cochinos-, o atentados terroristas con numerosas víctimas civiles instigados por la CIA. El más grave de ellos fue la colocación, en pleno vuelo, de una bomba en un avión de la compañía Cubana de Aviación, hecho del que está acusado el terrorista Luis Posada Carriles, protegido en la actualidad por Estados Unidos, que ha negado sistemáticamente su extradición para ser juzgado por ese crimen.

El embargo
Ininterrumpidamente, todas las administraciones han estrechado el cerco a la isla con un bloqueo económico que no ha escatimado acciones contra los países que han seguido manteniendo relaciones económicas con Cuba. Sistemáticamente, la Asamblea General de la ONU condena todos los años el embargo a Cuba por un margen amplísimo de votos en donde Estados Unidos sólo encuentra el apoyo de Israel y unas pequeñas islas que son vicarias suyas en el Caribe y en el Pacífico. Pero la posición norteamericana no se modifica.
Sobra decir que la política de agresión a Cuba, lejos de debilitar al régimen cubano e impulsar su transformación, lo ha fortalecido, permitiéndose enrocarse en sí mismo, alegando razones de seguridad por los ataques de la primera potencia del mundo.

Nacionalismo cubano y confrontación norteamericana
El nacionalismo cubano es el factor de cohesión interna de Cuba frente a la agresión exterior. Al mismo tiempo, la posición de Estados Unidos facilita que el régimen vincule a la disidencia con los intereses y las maniobras de ese país en un encadenado diabólico en el que la protesta se presenta como una traición por colaborar con quien objetivamente arremete contra la independencia de Cuba como una constante desde la independencia de este país de España en 1.898.

Cambio de actitud
En ese contexto, es difícil imaginar una apertura económica y política en Cuba si Estados Unidos no cambia su actitud hacia el régimen cubano por iniciativa propia o en el seno de una negociación con el régimen comunista.

Ninguna amenaza
El único obstáculo en la actualidad, es de carácter electoral y tiene que ver con la política interna norteamericana. Lejos de los días de la Guerra Fría, en donde la tensión con Cuba y con la Unión Soviética estuvo a punto de desencadenar una guerra mundial, el Pentágono ha determinado hace tiempo en sus documentos que Cuba no significa ninguna amenaza para la seguridad interna norteamericana. A diferencia de las relaciones que Estados Unidos mantiene con China o Vietnam, Cuba sigue siendo su enemiga declarada sólo por su carácter comunista.

El peso de los lobbies de La Florida
La presión de los lobbies más radicales de cubanos de La Florida es el factor que impide flexibilizar la política hacia la isla. El peso electoral de ese estado es el que garantiza que ninguno de los candidatos presidenciales que aspiran a ocupar la Casa Blanca el próximo noviembre pueda adelantar con detalle la política que llevaría a cabo con Cuba en las actuales circunstancias.

Unión Europea y España
La posición de la Unión Europea ha sido muy diferente que la de los Estados Unidos excepto en el segundo mandato de José María Aznar. El ex presidente español, con muchos vínculos personales con los grandes jefes políticos del exilio cubano –Mas Canosa llegó a prestarle su avión privado en la época en la que era candidato a la presidencia del Gobierno de España- consiguió que la Unión Europea modificara su posición común hacia Cuba propiciando un largo período de congelación de las relaciones de los países de la Unión con Cuba, acercándose a las tesis norteamericanas. La llegada al Gobierno de José luis Rodríguez Zapatero permitió a la diplomacia española volver hacia atrás la posición común estableciendo un diálogo crítico con La Habana que ha dado importantes frutos. Los últimos han sido la liberación de disidentes hace unos días que cumplían condenas en cárceles cubanas.

Capacidad de influencia y de intermediación
Cuba tiene relaciones fluidas con Venezuela, que se concretan en intercambios comerciales y acuerdos económicos de gran alcance que incluyen empresas mixtas y proyectos de cooperación de médicos y especialistas cubanos en Venezuela. Podría decirse que la dependencia de la economía cubana con respecto al país que dirige Hugo Chávez empieza a recordar la que tuvo con la desaparecida Unión Soviética. Pero también están inmersos en proyectos de cooperación con Bolivia y Ecuador, mientras que las relaciones con Brasil son muy fluidas –como se ha demostrado en la última visita a Cuba de Luiz Ignazio Lula da Silva, que se entrevistó personalmente con Fidel Castro- y también con Uruguay y Argentina.

Movimiento latinoamericano
Hace tiempo que circulan informaciones reservadas sobre una agenda secreta que encabezaría Brasil para generar un movimiento latinoamericano para dar cobertura a Cuba en sus procesos políticos como paraguas de las pretensiones norteamericanas de dirigir cualquier proceso de cambio en la isla.

Responsabilidad y capacidad de España
Después de la renuncia de Fidel Castro a la reelección, el buen momento de las relaciones españolas con Cuba y también con los distintos países de Latinoamérica sitúa al próximo gobierno de Zapatero, si consigue ganar las elecciones del próximo 9 de marzo, en una posición privilegiada para influir y colaborar en procesos de cambio político en Cuba por su capacidad de interlocución con el sistema pero también con Estados Unidos si este país como consecuencia de su propio proceso electoral decidiera modificar una política hacia Cuba con la que sólo puede cosechar fracasos. Es curioso que en la actualidad el PP no saque a relucir sus reproches hacia la política del gobierno socialista con Cuba. Realmente no le sería fácil explicar a Mariano Rajoy en qué posición estaría España si se hubiera consolidado la política de José María Aznar con Cuba. (Continuará).

Carlos Carnicero es periodista y analista político

Carlos Carnicero: «Cuba después de Fidel» (I)

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¿Puede sobrevivir el régimen cubano sin su líder histórico?

Cuba después de Fidel (I)

El próximo domingo y después de un periodo ininterrumpido de cincuenta años, Fidel Castro dejará de ser el máximo líder de la revolución cubana. La incógnita de quién será elegido presidente del Consejo de Estado -que es el cargo correspondiente a Jefe de Estado en Cuba- se despejará en el curso de la Asamblea del Poder Popular que se constituirá ese día en La Habana.

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¿Significa esto que ha empezado el proceso político de transición desde el socialismo cubano a un sistema pluripartidista y de economía de mercado?
Es una hipótesis muy aventurada, porque los proyectos que se desprenden de la dinámica encabezada por Raúl Castro en los meses que ha ejercido un poder delgado e interino de su hermano, apuntan hacia transformaciones de otra naturaleza. La pregunta a la que hay que buscar respuesta a partir de hoy es si el régimen cubano puede sobrevivir sin su líder histórico. Y si los cambios que reclaman sus ciudadanos arrastrarán al socialismo cubano a una evolución hacia otro tipo de régimen.

Consenso sobre la necesidad de cambios
Hay un consenso generalizado en el interior de Cuba sobre la necesidad de realizar cambios profundos en el sistema para satisfacer las demandas económicas de sus ciudadanos. Raúl convocó a todos los cubanos a realizar asambleas en sus centros de trabajo y núcleos del partido para decir en voz alta sus opiniones sobre la situación real del país. Y los ciudadanos, a lo largo de los últimos meses, han hablado claro: existe un clima de enorme insatisfacción con las condiciones de vida en Cuba y un reclamo directo para que el sistema abra un periodo de reformas para permitir que los cubanos puedan ejercer un grado de libertad económica y realizar actividades que ahora mismo les están prohibidas o limitadas por el sistema.

Aspiraciones económicas
Los cubanos quieren mejorar económicamente, aspiran a tener libertad de movimientos en su país y a no tener que depender obligatoriamente de una relación laboral con el estado. Quieren acabar con el llamado “periodo especial”, que es la denominación oficial de las condiciones de vida extraordinariamente duras que se instalaron con la caída del sistema soviético para asegurar la supervivencia de la revolución cubana en medio de un mundo capitalista. Pero no hay que exagerar las conclusiones de esos debates, porque los reclamos han sido mucho más de naturaleza económica o social que de índole política. Muchos cubanos se han acostumbrado al sistema de partido único y la falta de referencias históricas de una Cuba con sistema de partidos estable hace que los déficit de la sociedad cubana no sean fundamentalmente de carácter político, sino económico.

Raúl anuncia cambios
El propio Raúl y otros comandantes históricos de la revolución, como Ramiro Valdés y Juan Almeida, se han referido a la necesidad de promover cambios estructurales en el sistema cubano que garanticen la supervivencia de la revolución. Y ahí empiezan los problemas para averiguar a qué se refieren exactamente estos dirigentes cuando califican de “estructurales” los cambios necesarios para satisfacer las reclamaciones de los ciudadanos en el seno de la revolución cubana.

Reformas
En la actualidad, la economía cubana es dependiente en un alto grado del intercambio comercial con Venezuela. Existe un déficit de producción de alimentos y es precisamente en el sector agrícola y ganadero donde se han dirigido las miradas de Raúl Castro para hacer eficientes esos vectores de la economía a los que su carácter estatal e intervenido condena a una producción extraordinariamente baja. Los analistas consideran que esa es una de las prioridades de las reformas: crear condiciones de autonomía en los trabajadores agrícolas para que se creen incentivos capaces de aumentar la producción. Poco más se sabe del carácter de las reformas que se puedan producir y existe escepticismo sobre la posibilidad de introducir normas de economía de mercado en un sistema prácticamente estatal en el que el sector privado se reduce a la participación de algunas empresas extranjeras con el estado cubano, y a poco más de doscientos mil cubanos que trabajan por su cuenta sin posibilidades de constituir una pequeña empresa.

Pendientes de la Asamblea
A partir del nombramiento del sucesor de Fidel Castro todas las miradas estarán puestas en las primeras decisiones que adopte la Asamblea del Poder Popular nacida del reciente proceso electoral que culmina el próximo domingo 24 de febrero. La gran incógnita que todavía está sin desvelar es si el sistema cubano admite modificaciones que no acaben necesariamente con su propia esencia. Muchos analistas creen que la transición en Cuba vendrá de la constatación de que cualquier reforma que se introduzca desde parámetros liberalizadores de la economía, terminará por generar una dinámica que acabe con la naturaleza del sistema político hasta una homologación progresiva con un sistema de economía de mercado y de pluripartidismo.

Atentos a las elecciones norteamericanas
Lo que ocurra en Cuba, la velocidad y la naturaleza de los cambios, dependerá necesariamente de la actitud de las autoridades norteamericanas a raíz de la sucesión de Fidel Castro. Es casi impensable que en año electoral norteamericano se produzcan modificaciones en la política hacia Cuba. El peso electoral de La Florida en la elección presidencial dificultará cualquier movimiento antes de las elecciones de noviembre por el peso que tienen los lobby de cubanos en Miami. La mayoría son partidarios de la línea dura de bloqueo y embargo comercial a Cuba. El fracaso histórico de esas políticas, desarrolladas con distinta intensidad en los últimos cincuenta años, no ha hecho modificar el criterio de las distintas administraciones, porque carecen de autonomía frente al chantaje electoral de los cubano-norteamericanos que controla electoralmente La Florida.

Estados Unidos y Europa
A pocas horas de conocerse la noticia, el Departamento de Estado norteamericano volvió a destacar la falta de coincidencia en el diagnóstico sobre Cuba con la Unión Europea, y citó específicamente a España. Pero por primera vez, el portavoz restó importancia a las diferencias. ¿Será posible ahora que la Unión Europea y Estados Unidos puedan acercar sus posiciones para facilitar un cambio pacifico y progresivo en Cuba de acuerdo con la voluntad de los cubanos? (Continuará)

FIDEL CASTRO DEJA LA PRESIDENCIA DE CUBA.

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Fidel Castro deja la presidencia de Cuba

20MINUTOS.ES / EFE. 19.02.2008 – 09:08h

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Fidel Castro ha anunciado que renuncia a la presidencia de Cuba, según el diario oficial Granma.

No aspiraré ni aceptaré el cargo de Presidente del Consejo de Estado

El hasta ahora presidente del Gobierno cubano ha asegurado que no aspirará, ni aceptará «el cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe».

El pasado diciembre, Castro sugirió por primera vez que no seguiría en el poder. Un año antes, en julio de 2006, cedió el poder a su hermano de forma temporal debido a la enfermedad intestinal que le aqueja.

En los últimos tiempos Fidel Castro había dejado de prodigarse en los medios y reducido el número de visitas que recibía, de modo que el presidente venezolano, Hugo Chávez, se había convertido en uno de los pocos informadores de la salud del dictador.

«No estoy en condiciones físicas»

Castro, de 81 años, añade en su mensaje que «ha llegado el momento de postular y elegir al Consejo de Estado, su Presidente, Vicepresidentes y Secretario».

El líder cubano agrega que su «deseo fue siempre cumplir el deber hasta el último aliento» y afirma que «traicionaría mi conciencia ocupar una responsabilidad y requiere movilidad y entrega total que no estoy en condiciones físicas de ofrecer».

Sobre el proceso político cubano, Castro añade que cuenta «con la autoridad y la experiencia para garantizar el reemplazo».

Raúl Castro, hermano y sucesor

Raúl Castro, hermano del dictador, lleva las riendas del país desde julio de 2006, y seguirá siendo el máximo responsable tras la renuncia de Fidel.

«Nada indica que estemos en un proceso de transición en Cuba sino que, salvo noticia, seguimos instalados en el proceso de sucesión hereditaria» asegura el secretario de Relaciones Internacionales del Partido Popular, Jorge Moragas.

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