Cualquier lucha de poder en la Historia se ha regido por la misma regla: «no es nada personal». Y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, no va a cambiar esa norma clásica. Hoy mismo se lo ha dejado claro a sus rivales: desde los pasillos de la Asamblea de Madrid afirma que su «interés» de cara al Congreso del PP no es «personal» y que lo que le «interesa de verdad es abrir el debate ideológico» en su partido.
«A mí lo que de verdad me interesa es abrir el debate ideológico», ha asegurado Aguirre. «Yo ya lo hice el lunes, explicando en una conferencia por qué es importante que el PP le dé la batalla ideológica al PSOE, por qué creo yo que nuestras ideas, principios y valores son superiores ética y moralmente a los de los socialistas, y por qué hay que discutir», ha dicho.
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Desenvainar los aceros
Hacía más de 20 años, desde los tiempos de Antonio Hernández Mancha, que no se desenvainaban en el PP las espadas de la desunión.
La posible incursión de Esperanza Aguirre en la lid por hacerse con las riendas del partido conservador frente a la candidatura de Mariano Rajoy, ha disparado la batalla interna dentro del partido. Día tras día se escuchan críticas, dudas sobre el liderazgo de Rajoy, muestras de apoyo a Aguirre o puyas que rematan antiguos encontronazos. El PP es una olla a presión.
Es la batalla -reducida en intensidad, pero batalla- que se libró en el PSOE entre ‘felipistas’ y ‘guerristas’ de la década de los 90.
Hoy en el PP nadie que habla da puntada sin hilo. La unidad, otrora uno de los principales valores del partido conservador, se ha transformado ahora en disputa abierta. Pocos callan. Y los que hablan, ya que lo hacen, optan por ir a degüello.
Ayer fue Manuel Cobo el que copó las informaciones al censurar a Esperanza Aguirre por el «espectáculo» dado al amagar con presentar su propia candidatura frente a Rajoy.
Saénz de Santamaria minimiza «el ruido» dentro del partido
Fue la espita que abrió la llave de la fractura. A lo largo de este jueves han sido varios los dirigentes del PP que se han revolcado en el barro de la réplica y la contrarréplica.
En Génova 13 no han tenido más remedio que desayunarse las palabras del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, que ya parece poco propenso a lanzar críticas implícitas a su rival -y sin embargo, según aseguran ambos, amiga- Esperanza Aguirre.
Las puyas, desde bien temprano
En visita a Pekín, Gallardón ha criticado a la «indecisa» presidenta de la Comunidad de Madrid. A su juicio, si ésta «convierte su indecisión en decisión» tiene «derecho» a presentar su candidatura a la Presidencia del PP, pero no tendrá el apoyo mayoritario de los militantes frente a Mariano Rajoy. Al mismo tiempo, ha expresado un deseo en forma de daga: que Aguirre no sea presidenta de su partido.
Ignacio González compara a Gallardón con «Pepiño Blanco»
El vicepresidente primero del Gobierno regional madrileño, Ignacio González, tampoco ha eludido el ataque directo. Tras reiterar más de seis veces que la ‘lideresa‘ no competirá por la presidencia del PP, ha arremetido contra Gallardón al compararle con «el señor Pepiño Blanco» por la «habitual coincidencia de planteamientos» entre ambos. Dura comparación. Precisamente hoy el secretario general del PSOE ha asegurado que «nadie da un duro por Rajoy».
Por si alguien dudaba de su afinidad con el líder del PP, los presidentes de la Generalitat, Francisco Camps, y de Murcia, Ramón Luis Valcárcel -los más beneficiados en el congreso de junio del partido- han respaldado de forma cerrada a Mariano Rajoy. Ambos estiman que es «la persona oportuna» para liderar el partido. Y han introducido un matiz para los más despistados: «Todo el PP» comparte su tesis de apoyar «claramente y sin fisuras» al gallego.
Y más. El vicealcalde, Manuel Cobo, ha animado al secretario general del PP de Madrid, Francisco Granados, «a seguir buscando mimbres», en los dos meses que quedan hasta el Congreso del PP, y «ver si encuentra suficientes para hacer lo que le gustaría hacer -en el Congreso- aunque trate de dar una imagen distinta».
Todo el mundo sabe «a qué juega Aguirre»
El 9-M ha supuesto para muchos en el PP el fin de una etapa. Esa en la que debían mantener la unidad y el discurso unánimemente compartido. La derrota de Rajoy la celebración en julio del congreso para designar al líder de conducirá a los conservadores a las elecciones de 2012 ha roto todas las costuras. Ya se puede hablar.
De ahí que en muchas ocasiones se entren juegos de réplicas y contrarréplicas que, no pocas veces, sólo sirven para calentar aún más el ambiente.
Camps: «Todo el PP apoya claramente y sin fisuras a Rajoy»
Un ejemplo: también este jueves, el vicealcalde de Madrid ha animado al secretario general del PP de la Comunidad, Francisco Granados, «a seguir buscando mimbres», en los dos meses que quedan hasta el congreso del PP, y «ver si encuentra suficientes para hacer lo que le gustaría hacer -en el Congreso- aunque trate de dar una imagen distinta». Cobo, ‘número dos’ de Gallardón, ha subrayado que sus afirmaciones no tienen por qué «ofender ni extrañar» a nadie porque «todo el mundo sabe «a qué juega» y «cuáles son las intenciones» de Aguirre y Granados.
Mientras tanto, Esperanza Aguirre se abraza a la discreción y deja todo en el aire. Disputará la presidencia del partido a Rajoy. O no.
Entre tanta bofetada, Soraya Sáenz de Santamaría, portavoz del PP en el Congreso, ha minimizado el «ruido» existente. Considera que es algo «normal» cuando se va a celebrar un Congreso en la que hay que renovar puestos de dirección y se revisan los principios ideológicos.
Ha sido su intento por evitar que el «ruido» termine siendo una gran explosión.