11/08/2007
¿Por qué a San Gil le repugna la mera posibilidad del stand by?
¿Acaso prefieren en el PP la guerra abierta que supondría los coches-bomba y el tiro en la nuca?
María San Gil, la líder del PP en Euskadi, ha declarado que el proceso de paz (mal llamado de paz, según ella y sus conmilitones genoveses) se encuentra en stand by a la espera de ver cómo se puede retomar. Era lo que pretendía José María Aznar, jefe del Gobierno entonces, cuando el 26 agosto de l999, con ETA habiendo suspendido los contactos con el Ejecutivo, manifestaba: “Comprendo que en este proceso hay dificultades pero sigo con las esperanzas intactas. Quiero y busco la paz, sólo la paz y nada más que la paz”. ¡Aznar, quién te ha visto y quién te ve!
Desde que llegó José Luis Rodríguez Zapatero a la Moncloa, todo cuanto huela a diálogo o negociación con ETA le parece horripilante al PP. Lo sabemos muy bien. Armaron la Marimorena o la de Dios es Cristo, desde antes de que empezara el proceso y sólo han pisado ligeramente el freno cuando la banda dio por concluido formalmente el alto el fuego. Aquel estadista de pacotilla que tanto ansiaba conseguir la paz y su sucesor de hojalata –ambos en un ejercicio de hipocresía monumental- han atacado sin cuartel a los socialistas reprochándoles lo que ellos mismos intentaron.
Los muy estultos
Los conservadores airados generaron un clima irrespirable y movilizaron a sus fieles llevándolos de mani casi cada fin de semana. Levitaron los muy estultos con su rebelión cívica y se creyeron héroes de la libertad, ellos que descubrieron la democracia de creciditos. Lo de la libertad les importa, a ellos y a su entorno más inmediato, un rábano o, a lo sumo, dos. ¿Qué crédito tiene la derecha española –salvo excepciones honorables- a la hora de hablar de libertades?
Un peligro
Frente a lo que San Gil considera un riesgo, un peligro, la vuelta a las andadas, habría que decir de nuevo, y en voz bien alta, que no es verdad, que es falso y que –en el supuesto de que el proceso se hallara aparcado o al ralentí- sería, por el contrario, una buena noticia. Sobre todo, cuando la acción policial viene siendo desde hace años incesante y eficaz al máximo, lo que el PP reconoce con la boca chica, de boquilla o con su presidente, Mariano Rajoy, ironizando en plan mezquino, o miserable, sobre si las detenciones son un milagro.
En cualquier momento
¿Está insinuando San Gil que debería el Gobierno, en la hipótesis del stand by, destruir la pausa con el fin de que no se pueda retomar otra vez? ¿Por qué esta especie de furor por liquidar todo vestigio de contacto? ¿Acaso prefieren en el PP la guerra abierta que, de acuerdo con el tremebundo lenguaje de ETA, significa el regreso a los coches-bomba o al tiro en la nuca? Por desgracia, todo esto puede reproducirse en cualquier momento. Descartar semejante escenario de terror constituiría una irresponsabilidad enorme. Pero lo cierto es que no se ha registrado –desde el atentado de la T-4- ninguna víctima mortal más. ¿Es que le molesta a San Gil la ausencia de muertos a manos de ETA?
El todo vale
Recordemos. La T-4 provocó políticamente una durísima ofensiva de Rajoy y sus colaboradores contra Zapatero, al que acusaron de ser coresponsable de aquella nueva salvajada. Zapatero sigue siendo tildado, ahora mismo -desde no pocas tribunas conservadoras- de ser por activa o por pasiva protector, amigo o aliado secreto de ETA. Lo sugirió el otro día la propia San Gil en su retorno a la actividad política. No hay duda que este acoso llevado a la irracionalidad más escalofriante -¡el presidente del Gobierno cómplice de los asesinos!- solamente puede entenderse en clave electoral en la estrategia del todo vale. Y las elecciones empiezan a estar a la vuelta de la esquina. ¿Es por eso que a San Gil le repugna incluso la mera posibilidad del stand by?
E.S.