EDITORIAL DE EL PAÍS: «NAVARRA EN LA TORMENTA»

EDITORIAL

Navarra en la tormenta

07/08/2007

 

La dimisión del candidato socialista a la presidencia del Gobierno de Navarra, Fernando Puras, era obligada después de que el comité federal de su partido desautorizase la propuesta de negociar con Nafarroa Bai la formación del futuro Ejecutivo regional, según lo decidido en Pamplona. Puras ha realizado el gesto que se espera de cualquier responsable político que se vea obligado a acatar unas instrucciones de las que disiente. Pero su dimisión no garantiza el cierre de la crisis del socialismo navarro sino que, antes por el contrario, podría marcar su inicio, por más que su secretario general, Carlos Chivite, haya confirmado la intención de seguir en el puesto hasta el próximo año.

 

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Los socialistas se disponen a pagar un alto precio por una crisis que, como la de Navarra, no deriva de ninguna quiebra institucional sino de una mala gestión política de los resultados electorales del 27 de mayo. El PSN fue la tercera fuerza más votada, por detrás de UPN y Nafarroa Bai, y su primer error consistió en creer que convenía a sus intereses y a los de las instituciones forales negociar por separado los principales puestos en disputa: la alcaldía de Pamplona, la Mesa del Parlamento regional y el Gobierno autónomo. A este primer error sumaría un segundo, determinante en el actual episodio: adoptar un papel protagonista que no se correspondía ni con el respaldo electoral del que dispone ni con el contexto político que contribuyeron a crear la estrategia antiterrorista del Gobierno de Zapatero, por un lado, y la desmesura de la oposición del Partido Popular, por otro. El color del Ejecutivo de Navarra se convirtió en una prueba falaz acerca de la continuidad o la ruptura del «proceso de paz», y en estas condiciones los pactos poselectorales se han revelado imposibles por el temor a su influencia en las generales de marzo.

La renuncia de Puras y el malestar de los socialistas navarros hacen impredecible el futuro de un eventual Gobierno en minoría de UPN, opción por la que se inclina abiertamente la dirección en Ferraz. No sin segundas intenciones: en principio, la convocatoria de nuevas elecciones reforzaría la mayoría de la marca de los populares en Navarra y recortaría el apoyo al PSN. Pero ahora la decisión queda por entero en manos del candidato de UPN, Miguel Sanz, quien ha intentado eludirla hasta el último momento mediante una argucia que no era de recibo, exigiendo garantía escrita a los socialistas de que no habría moción de censura a lo largo de la legislatura. Era, y es, una responsabilidad de Sanz realizar el cálculo político de si debe intentar formar Gobierno o, por el contrario, abrir el paso a una nueva consulta electoral. La crisis de los socialistas no puede ser la excusa para disimular el hecho de que si opta por lo primero, hará prevalecer el normal funcionamiento de las instituciones, puesto que los navarros ya se han pronunciado. Pero si opta por lo segundo, eludiendo el riesgo de fracasar, serán los intereses de partido los que se habrán impuesto.

OPINIÓN: «¿PUEDE CONVERTIRSE EL REGALO DEL PSOE A UPN EN UN BOOMERANG?.

ARTÍCULOS DE OPINIÓN

  • Enric Sopena
  • ENRIC SOPENA

    05/08/2007

 

Cuanto antes, mejor para todos

¿Puede convertirse el regalo del PSOE a UPN en un boomerang?

No hay que descartar tal hipótesis. Es posible que, pasados los primeros sofocones, se imponga entre los votantes socialistas la resignación. Pero también puede ocurrir que las aguas –que bajan crecidas estos días por la indignación- se acaben desbordando y produzcan alguna que otra inundación con efectos nocivos internos e incluso en otras partes de España. No deja de ser significativo que la protesta entre los socialistas navarros se haya extendido también por la ribera del Ebro.

Hay otro dato objetivo y, desde luego, relevante. La inmensa mayoría del Comité Regional del PSN estaba a favor del pacto con Nafarroa Bai y con IU. La inmensa mayoría quiere decir exactamente un 99 por ciento de los integrantes de este órgano de gobierno del PSN. Cuesta entender que hace unos meses Rajoy y compañía -con la anuencia y la efusiva colaboración de Miguel Sanz y de su Gobierno- montaran una manifestación en Pamplona para, envueltos en la bandera española, ciscarse en los socialistas y que ahora sean los socialistas los que permitan que UPN continúe gobernando.

Cuesta asumir además que gentes que rompieron hace años con el mundo de la violencia etarra o batasunera, y que se incorporaron a la legalidad democrática vigente –tal es el caso de Aralar, núcleo en cierto modo vertebrador de Nafarroa Bai-, no vean sus esfuerzos recompensados, sino en la práctica convertidos ellos en culpables o al menos en sospechosos. Estas atrocidades son habituales en el ámbito del PP o de la derecha extrema española. Produce desazón pensar que –aunque por miedo a repercusiones electorales negativas- el PSOE haya terminado pasando por el aro.

Y genera inquietud, por otra parte, que tan complejo escenario no haya sido gestionado con la eficacia exigible y con la delicadeza y buen tacto que se merecen los primeros afectados, que son obviamente los socialistas navarros y, naturalmente, Nafarroa Bai e IU. Asistimos a una situación complicada. No cabe la vuelta atrás. Pero sí cabe una reflexión a fondo para poner en marcha, sin excesivas demoras, los mecanismos pertinentes que traten de restablecer la serenidad y devuelvan la dignidad a los colectivos perjudicados. Y garanticen que, cuando llegue marzo, los progresistas navarros puedan celebrar como propia la victoria de Zapatero. Cuanto antes se ponga fin a la pesadilla actual, mejor para todos.