ARTÍCULOS DE OPINIÓN
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ENRIC SOPENA
10/03/2008
Cabos sueltos
La lección de las urnas
Mariano anunció que su niña se llamaría Victoria Esperanza. La victoria se ha esfumado. Pero, como ironizó Ernesto Ekaizer en el programa especial/elecciones de TVE, ahí está Esperanza…de apellido Aguirre.
El resultado es inapelable y sitúa al PSOE más cerca de la mayoría absoluta que hace cuatro años, gracias a haber obtenido cinco diputados más que entonces. El PP ha obtenido también cinco escaños más que en 2004. Esfuerzo genovés tan positivo como, en efecto, numéricamente estéril.
¿Ha salvado Rajoy, no obstante, los muebles y podrá mantenerse por tanto en el machito? Habrá que verlo. El primer impulso podría ser el del continuismo soñando sin duda con que dentro de cuatro años a lo mejor vence. En su alocución desde el balcón de Génova, Rajoy no ha acabado de despejar los interrogantes de su futuro. Y es que, en todo caso, cuatro años en política son una eternidad. Gobernar desgasta; estar en la oposición mucho más, según repetía Giulio Andreotti, aquel viejo dinosaurio de la antigua Democracia Cristiana italiana.
El ascenso del PP no amenaza directamente la hegemonía de Zapatero. Al presidente no le faltan aliados, aunque bastantes de ellos, insuficientes. Por su izquierda dispone de los escasos diputados de IU y ERC, que deberían ser reforzados por los dos del Bloque Nacionalista Gallego, sin olvidar los otros dos de Coalición Canaria, partido con el que los socialistas pueden con relativa facilidad cambiar cromos, si se repasa el mapa político surgido de las elecciones autonómicas de mayo.
No ha de infravalorarse, por lo demás, el apoyo de CiU, sobre todo si Artur Mas asume que el PSC ha barrido en Cataluña y ha sumado 25 diputados, mayoría absoluta a escala catalana. Obviamente, Zapatero ha de asumir también que sus lógicas tentaciones de pactar con CiU no deberían resquebrajar el Gobierno tripartito que preside José Montilla, uno de los grandes triunfadores de la jornada de ayer. Zapatero es presidente en buena parte merced al muy sólido respaldo del PSC.
Sería, por cierto, un ejercicio de memoria reciente e interesantísimo evocar cuantas barbaridades se llegaron a decir, sobre todo desde el PP y sus terminales mediáticas, no hace tantos meses, a propósito del retraso del AVE y de los problemas de los trenes de cercanías. O cuando hubo el gran apagón del verano que fue debido fundamentalmente a Endesa -a pesar de múltiples cortinas de humo-, empresa donde aún estaba de factotum Manuel Pizarro, esa estrella rutilante de Rajoy que sólo ha metido en líos a su jefe.
En Euskadi se ha producido otra importante victoria socialista. El PSE de Patxi López ha vencido al imbatible PNV. Un dato significativo y especialmente relevante. Los triunfos socialistas precisamente en Cataluña y Euskadi avalan que la política territorial y de lucha contra el terrorismo de ETA no eran ni un capricho, ni una irresponsabilidad, ni una maniobra para romper España por parte de Zapatero. El PNV está en un puesto destacado –máxime después de la derrota de ayer- para coaligarse de algún modo con el PSOE.
Subrayemos que aquellos que juegan –desde el PP y desde sus medios más cercanos- a presentar al PSC y al PSE como dos arietes orientados a la destrucción de España, o poco menos, no sólo demuestran su ignorancia, sino que confirman su mala fe y su obsesión por la bronca y la falsedad.
El pueblo español es sabio. Sabe bien a quiénes han de castigar en las urnas. Y – aun con cierta benevolencia- el castigado ha sido Rajoy. Por dos veces consecutivas, la derecha –que venía de una mayoría absoluta, la de 2000- se ha dado de bruces contra una ciudadanía que no está dispuesta a comportamientos de ordeno y mando. O de aquí mando yo, propios de un cuartel. Aquí no mandan ellos por decisión divina. Aquí mandan los que son más votados en las elecciones. Tome nota Rajoy. O vaya tomándola Esperanza. Aunque haya muchas dudas de que ninguno de los dos sea capaz de aprender la lección de las urnas. La del 14-M y la del 9-M.
Enric Sopena es director de El Plural