Tropecé con esta foto y ha evocado una cascada de recuerdos.

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A punto de cerrar mi ordenador he tropezado con esta foto que ha evocado una cascada de recuerdos; quizá la hora, el frio, la paz de la noche, la tranquilidad de mi casa…no se. Los recuerdos de ese frio de abrigos, guantes y bufandas, de botas tobilleras de suela recahuchutada con calcetines de lana y pantalon corto, de rodillas heladas y de cuerpo tembloroso caminando hasta la feria de Navidad, nervioso y con ansias de descubrir otro año las luces multicolores y la sirena mecanica de las atracciones. Mi niñez de los cincuenta, mis padres esforzados, firmes, cariñosos y trabajadores. De su manos que me cogian, andando.

Recuerdos de pasado que no se borran y que se hacen más presentes cada día que pasa porque no he pretendido nunca renunciar a ellos; son parte de mi vida, de mi forma de ser y de vivir los días desde la ilusión, el compromiso, la firmeza y la ternura.

La vida envolvente y circular que fluye siempre hacia el futuro. A veces los recuerdos son la energía necesaria para construirlo; y os aseguro que los tengo buenos, entrañables y magnificos. Y así sueño el futuro.

Vicent Vercher.

14.12.2008

El movimiento anti Bolonia pega un salto y ya se organiza a nivel estatal

Por SOITU.ES
Actualizado 14-12-2008 21:00 CET

Es domingo por la tarde y los pasillos de la Universidad de Valencia vuelven a estar vacíos, como cualquier otro fin de semana. Sin embargo, éste ha sido especial. Durante dos días, estudiantes procedentes de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Burgos, Zaragoza, Cádiz y Málaga se han citado en la Facultad de Geografía e Historia de la institución valenciana para debatir el tema que agita sus pasiones: la Universidad y el Plan Bolonia. No eran demasiados, menos de 200 estudiantes, pero juntos han logrado avanzar en varios aspectos como la comunicación entre los movimientos de las distintas universidades. Ya son un movimiento estatal.

 
(EFE)

Representantes de los participantes en el I Encuentro de Asambleas de Estudiantes Contra Bolonia.

  • Se ha acordado realizar una huelga general universitaria y no se descarta realizar nuevas manifestaciones en distintos puntos del país o convocar una protesta única en la que participarían las diferentes asambleas movilizadas. La fecha no se ha concretado.
  • Sobre la mesa está el plan de promover un referéndum de carácter estatal para que todos los actores puedan tomar parte en la decisión de participar en el proceso de homologación iniciado por el Ejcutivo con fecha límite de consecución en 2010.
  • Los estudiantes han elaborado un borrador de manifiesto en el que se recogen sus reivindicaciones y en el que se pide la paralización del proceso de Bolonia.
  • El movimiento anti Bolonia cobra así una nueva dimensión, la estatal. En un comunicado, los participantes han explicado que el colectivo se basa en «asambleas de base, independientes y soberanas«, que son el medio de organización defendido por los estudiantes para «la apertura de un debate» desde el que poder «definir el modelo de universidad» que desean.
  • En texto redactado por los estudiantes sostienen que «se han puesto en marcha medios más operativos de comunicación entre asambleas, y propuesto, ante una problemática común, darle una solución entre todos, desde la que crecer juntos», demostrando así que «este movimiento nunca ha sido caótico o desorganizado».

 


 

Para saber más sobre lo que está ocurriendo en las universidades españolas:

Despues de la Cumbre de Poznan, el turno de Obama.

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El turno de Obama

  • Lo mejor de esta COP14 han sido los compromisos de algunos países en desarrollo
  • La adopción de un plan concreto de reducción en la UE obliga a EEUU a mover ficha
  • España debe reducir el CO2 en transporte y residencia un 10% en 2020
  • Se abre ahora una cuenta atrás de un año para lograr un acuerdo en Copenhague
Por CLEMENTE ÁLVAREZ (SOITU.ES)
Actualizado 13-12-2008 03:03 CET
Foto. REUTER

POZNAN (POLONIA).-  Primero fue el mediático Al Gore el que utilizó las palabras preferidas de su presidente electo Obama para acabar, en un Plenario a rebosar, un discurso efectista: «Yes, we can». Y todo el auditorio aplaudió como no se había oído en esta cumbre del clima (COP14). Por la tarde, la UE le respondía en boca del ministro de Ecología de Francia, Jean-Louis Borloo, tras dar los detalles del acuerdo de los 27 Jefes de Estado de la UE en Bruselas. Acababan de aprobar el primer plan concreto de reducción de emisiones de CO2 para después de 2012. El francés enviaba entonces un mensaje «a los amigos americanos»: «Yes, we can». Los términos de ese acuerdo no gustan a los ecologistas, pero el guiño de Borloo resulta muy indicativo: Ahora es el turno de Obama.

Era lo más significativo de una cumbre del clima de transición que terminaba a las 3 de la madrugada del sábado con un pobre balance: una agenda hasta Copenhague (cuatro precumbres en 2009, la primera en marzo en Bonn) y un avance en financiación (la activación del Fondo de Adaptación). Una cumbre donde para sonrojo de los más ricos lo mejor vino del lado de los países en desarrollo, algunos de los cuales (como México, Indonesia o Brasil) adoptaron incluso, sin estar obligados, compromisos para limitar el crecimiento de sus emisiones y donde se esboza cuál puede ser la participación de los países emergentes en el esfuerzo global (limitar su crecimiento de emisiones entre un 15 y un 30% en el año 2020).

En realidad, tampoco se podía aprobar mucho más por la ausencia aquí del equipo del presidente electo de EEUU, Barack Obama, pues los europeos no se pueden arriesgar a dar pasos que les vuelvan a dejar solos como ocurrió en el Protocolo de Kioto al que se quiere dar ahora continuidad a partir de 2012. Lo que está en juego es lograr un acuerdo global en la próxima cumbre de Copenhague (COP15) que evite que suba más de 2 grados la temperatura media del planeta (como así se decidió en Bali).

Lo aprobado de forma paralela en Bruselas era el paquete de medidas propuesto el pasado mes de enero por la Comisión Europea, el llamado 20-20-20: una reducción del 20% de las emisiones de CO2 (respecto a 1990), un aumento de las energías renovables para que supongan el 20% en el consumo de energía y todo ello en el año 2020. «Esto son ya objetivos evaluables sector por sector, año a año, y país a país», comentaba satisfecho el ministro francés, que recordaba que la UE quiere ampliar este mismo objetivo de reducción para 2020 hasta el 30% si le siguen los demás países desarrollados en el futuro acuerdo que se llegue el año que viene en Copenhague (lo que entraría en el rango 25-40% que se pide que asuman los países desarrollados). «La UE no sólo confirma sus objetivos, sino que no hay nadie que haya realizado algo equiparable», incidía el galo, que también reconocía las dificultades surgidas en el mes de octubre: «Después de haber dudado algunos días por la crisis, los europeos estamos convencidos de que la crisis económica pasará, pero la ecológica no«.

«Esto ya no se puede llamar el plan 20-20-20», replicaba poco después la reponsable de Energía de Greenpeace Francia, Karine Gavand, «se ha quedado en 4-4-4: 4% de la reducción real de emisiones en Europa (sin el uso de mecanismos suplementarios a la reducción), 4% es la parte del sector industrial que sólo tendrá que ir a subasta y 4 los grados que se alcanzarían en el planeta si el resto de países siguen el mismo camino». Las rebajas realizadas en Bruselas en el texto para contentar a todos los países temerosos de la crisis económica, principalmente a Polonia, no han gustado en nada a los grupos ecologistas, que piden que los eurodiputados voten en contra cuando pase por Estrasburgo.

¿Por qué? Esta nueva política europea divide las fuentes de emisiones de CO2 en dos bloques: el sector difuso (transporte, agricultura y sector residencial) y la industria. En el primer bloque existen una serie de objetivos de reducción concretos para cada país en función de su PIB (en el caso de España un 10% respecto a los niveles de 2005, un compromiso bastante moderado teniendo en cuenta los altos niveles de emisiones del país en ese año de referencia). Sin embargo, para el segundo no se distribuyen objetivos de reducción entre los países, sino que todas las empresas europeas deben repartirse unos derechos de emisión limitados.

Y aquí viene el principal punto de conflicto, en principio se quería que los países no repartieran de forma gratuita esos derechos (como hasta ahora) sino acudir a subasta. Sin embargo, por la presión de Polonia, y otros países de la ampliación europea, al final sólo acudirán a la subasta el 100% de las empresas eléctricas de los Quince, pero las del resto de países se incorporarán gradualmente desde un 30% hasta llegar al 100% del sector en 2020.

Con o sin rebajas, y a la espera de lo que pueda pasar en el Parlamento Europeo, sí era cierto que los países europeos daban nuevamente un paso que les ponía por delante del resto de países desarrollados. Además, el comisario europeo de Medio Ambiente insistía en Poznan en recordar que la verdadera propuesta de la UE es llegar al 30% de reducción en 2020. «30%, eso es lo que queremos, miramos al futuro, tenemos que reducir al 30%, eso es lo que los países europeos proponemos», reiteraba de forma machacona un comisario que pedía a la sociedad que no bajara la presión sobre los gobiernos.

Fondo de Adaptación

Entre los acuerdos alcanzados en Poznan ya de madrugada, destacaba la activación del Fondo de Adaptación para el reparto de las ayudas para la adaptación a los efectos del cambio climático (inundaciones, sequías…). Estas ayudas vienen del 2% de los intercambios de créditos de CO2 conseguidos por los proyectos de reducción de emisiones llevados a cabo por los países desarrollados en naciones en desarrollo (los llamados Proyectos de Desarrollo Limpio) y suponen entre 80 y 300 millones de dólares al año. Demasiado poco. Los países en desarrollo querían ampliar este fondo con otro 2% procedente del mercado de emisiones y se esperaba que la reunión de Bruselas lo facilitara, pero eso tendrá también que esperar para decepción de estas naciones, que no dejaron de expresar su descontento.

«Esto no es un problema financiero, ni climático, esto es un problema ante todo humano», criticaba con dureza el representante de Gabón superadas las 2 de la madrugada en el Plenario, «cada vez es más grande la fractura entre los países ricos y pobres». «Hace falta más honestidad», que se dirigía así a los que calificaba como ‘»golden boys’ del cambio climático». Fueron muchas las intervenciones de decepción de los países en desarrollo por unas y otras causas. Pero ya no había tiempo para más en esta cumbre del clima. La conferencia se daba por cerrada y en las pantallas aparecía la cuenta atrás para Copenhague: 352 días, 6 horas y 59 minutos.

Los otros artículos sobre esta cumbre: