LOS TOPILLOS Y OTRAS PLAGAS.

10/08/2007

 

Del microtus arvalis y otras plagas

Tras hacerse con parte de la cosecha de cereales en Castilla y León, el voraz topillo campesino la ha emprendido con las plantaciones de remolacha y patata y amenaza con extenderse a las fértiles tierras de viñedo en las demarcaciones vinícolas de Rueda y Toro.

Un plaga tremenda y terrible la del roedor microtus arvalis, desorden del ecosistema que tiene relación con las perturbaciones planetarias que estamos sufriendo por efecto del cambio climático, mal que pese a los jemeres neocons del pensamiento único que menosprecian y ridiculizan las inequívocas señales de alarma que llegan desde todo el mundo.

Otra plaga, que no de topillos, también nos aflige y llena de zozobra. Transitan y trastean por cuantos vericuetos y espacios se les antoja, socavando con incansable empeño e implacable tenacidad los cimientos de tolerancia y armonía que este país ha sabido construir desde que se recuperó la libertad y se restauró el sistema democrático.

Obispos levantiscos, predicadores trabucaires y purpurados con anhelos del Santo Oficio están empeñados en imponer su ideario a toda costa. Les acompaña la vieja y rancia reacción hispana, deudora del vivan las caenas, de Santa Cruz y de las páginas más tenebrosas de nuestra historia.

Este camino hacia el integrismo, como ha señalado el teólogo Juan José Tamayo, se ve alentado y avalado por el Vaticano. El titular de la cátedra de teología de la Universidad Carlos III ha sido explícito: “El pontificado de Benedicto XVI está derivando peligrosamente del conservadurismo al integrismo. Las constantes concesiones a los movimientos tradicionalistas anclados en Trento y contrarios al Concilio Vaticano II lo ponen de manifiesto”.

No hay que tener empacho en denunciarlo y salir al paso con determinación, pues la caverna tampoco vacila a la hora de arremeter, intoxicar y llevar las aguas a su molino. Lo ha puesto de manifiesto un prudente Felipe González al hablar de “la regresión integrista preconciliar” de la jerarquía católica española y con igual claridad, pero de forma más rotunda, el profesor Peces-Barba, que denuncia “una jerarquía montaraz en abierta y declarada rebeldía frente a la Constitución y la legalidad”.

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