Y después del paraíso de la riqueza… ¿qué?

POLÍTICA

Adiós a la inocencia

Tras una acomodada carrera en los negocios, un agente de la Bolsa parisina tuvo que abandonar su trabajo en 1882 después de que se desplomara el mercado. Pudo entonces centrarse en su auténtica pasión, la pintura, y con el tiempo, hastiado de la vida que había llevado hasta entonces, este ex agente bursátil de nombre Paul Gauguin creyó encontrar en las islas de la Polinesia y en sus habitantes un modelo de vida virtuoso que recreó una y otra vez en sus cuadros. Una representación idealizada en la que a incluía en ocasiones al hombre europeo como el elemento impuro que amenazaba aquel orden sagrado, un mundo primitivo acechado por la civilización y el materialismo.

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Seguramente ese mundo tan puro sólo existiera en sus lienzos y nunca hubo ni tanta inocencia ni tanta ingenuidad, pero el recuerdo de Gauguin viene al caso para contrastar cómo, apenas un siglo después, se pudo construir un relato social completamente opuesto al del primitivismo del pintor francés. Antes de que estallara la actual crisis económica, los países más desarrollados participábamos de una visión común en la que aparecíamos como virtuosos inmaculados, abandonados a la satisfacción del éxito material de un modelo de crecimiento liberal que habría permitido riqueza para todos o al menos oportunidades para ello.

Elementos amenazadores
Para los representantes más prepotentes y autosatisfechos de ese falso relato, ese mundo perfecto sólo era amenazado por elementos externos: inmigrantes que demandaba el propio sistema como mano de obra barata pero que con sus rarezas culturales propias contaminaban las esencias locales, o bien terroristas que nos odiaban precisamente por lo bien que vivíamos y lo apabullante de nuestra superioridad.

Los límites se cuestionaron más que las bases
Inmigración y terrorismo sirvieron para establecer largos debates sobre los riesgos que se cernían sobre nuestro mundo, y de paso para acallar las voces internas que estaban alertando de que no era oro todo lo que relucía y de que, independientemente de consideraciones sobre sostenibilidad y medio ambiente, aparecían preocupantes indicadores, como el creciente abismo entre las rentas altas y bajas o la constante erosión de los servicios públicos. El 11-S y la guerra de Irak conmocionaron temporalmente nuestras sociedades y provocaron airadas pero estériles reacciones en torno a los límites que estábamos dispuestos a pagar por la seguridad física y la comodidad. Pero la conciencia generalizada de que internamente algo estaba funcionaba mal estaba todavía lejana y sólo se ha producido tras el colapso económico.

Demostración de la falsedad del relato
La fuerza de la crisis económica está teniendo al menos una virtud, dejar al descubierto los resortes del sistema y la falsedad del relato predominante. Ahora aparece con claridad que algunos de los cimientos sobre los que se computaban nominalmente crecimientos continuados no eran sólidos, como los inmobiliarios y los financieros, mientras que también se puede ver la limitada capacidad de la política frente a la economía y el confuso modelo de interdependencia entre ambas.

«Agotatamiento de un modelo de crecimiento»
Una de las voces que ha reflexionado sobre los desequilibrios es la de un economista, Carlos Berzosa, rector de la Universidad Complutense de Madrid, quien ahora apunta: “Lo que algunos han enunciado como crisis financiera es mucho más que eso: es una crisis global, pues supone el agotamiento de un modelo de crecimiento que modifica el equilibrio ecológico, que también afecta a los alimentos, la energía y que ha sido incapaz de combatir la pobreza, el hambre y la exclusión social, aunque haya venido acompañado todo ello de progresos indudables”. “No estamos solamente ante una crisis financiera sino ante algo mucho más profundo: un sistema económico mundial desigual y depredador de la naturaleza”, advertía en un artículo publico en El País.

¿Hacia algo «muy diferente»?
Pocos se aventuran a pronosticar qué puede salir de todo esto. El pensador estadounidense Immanuel Wallerstein cree que será en todo caso un sistema “muy diferente” al actual y se muestra convencido de que “en 30 años no viviremos en el sistema-mundo capitalista”. En una entrevista a Diagonal, Wallerstein apunta sobre ese nuevo sistema que “si evolucionará en un sentido democrático e igualitario o reaccionario y violento es una cuestión política y por tanto abierta”, y piensa que esto dependerá “del resultado del conflicto entre lo que llamo el espíritu de Davos y el espíritu de Porto Alegre”.

Sin opciones virginales
Al menos, lo que no podrá volver a ser ese hipotético nuevo sistema es ingenuo y pretendidamente inocente ni apelar a hacer la vista gorda ante ciertos desajustes a cambio del bienestar individual, porque al final los colapsos acaban pasando factura a casi todos. Y las islas vírgenes tampoco son lo que eran y no suponen ya una opción para los brokers arrepentidos.

Sergio Colado es redactor de El Plural
scolado@elplural.com

 

A proposito del Plan del Gobierno para los Ayuntamientos: ¿Tiene el PPCV?

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JUAN ANTONIO BLAY

Levante-EMV  08.12.2008

El Partido Popular en la Comunitat Valenciana, por bo­ca de su secretario general, Ricardo Costa, ha dicho que su formación política «vigilará» el reparto de los 8.000 millones que el Gobierno de Zapatero destinará a los ayuntamientos de toda España para impulsar obras en infraestructuras destinadas a combatir el desempleo. Habrá que recomen­dar al número dos del presidente Camps que adquiera el Boletín Oficial del Estado del pasado día 2 de diciembre donde se publica el real decreto-ley en el que se describen pormenorizadamente las características pa­ra recibir y ejecutar las obras que decidan los ayuntamientos. Lo más importante es que los proyectos deben ser nuevos -no vale colar por la puerta de atrás ese dinero para pagar lo ya comprometido o suplir deudas-, los trabajadores que las ejecuten deben salir de las listas del paro y no ha lugar para iniciativas deslumbrantes para deslumbrar al personal. Han de ser ejecutadas a lo largo de 2009, con un coste máximo unitario de cinco millones de euros y han de estar certificadas en el primer trimestre del año siguien­te. Los ayuntamientos deben, además, darse prisa: los proyectos deben presentarse ante el Ministerio de Administraciones Públicas entre el próximo miércoles día 10 y el día 24 de enero, instancia que debe dar el visto bueno en un plazo máximo de 20 días. Todo ello supervisado por la Intervención General del Estado.
Bien, los ayuntamientos de la Comunitat Valenciana tienen consignados 864,60 millones de euros, según criterio de población aplicado por igual en toda España, de los que 101,46 van a Castelló, 440,07 a Valencia y 323,05 para Alicante, destacando la ciudad de Valencia (141,17 millones), Alicante (57,10 millones), Elx (prácticamente 40 millones) y Castelló(30,55 millones). Es decir, una lluvia de millones para invertir en obras exclusivamente. Según Costa, el 70% de los ayuntamientos de la Comunitat Valenciana están gobernados por el PP, que seguramente tendrán censados un porcentaje mayor de población. En consecuencia, es el PP quien debe asumir con claridad cuáles serán los criterios de una inversión finalista y directa de alrededor de 650 millones de euros, una cantidad verdaderamente importante que debe sumarse a las que la propia Generalitat y las respectivas dipu­taciones aliviadas por esta inesperada aportación tuviesen ya previstas para obras e infraestructuras programadas o necesarias. Urge, por lo tanto, que el propio presidente Camps, su segundo, Ricardo Costa, y los tres presidentes de diputación, además de los principales alcaldes, todos ellos también del PP, expliquen a la ciudadanía qué es lo que van a hacer.
Apenas queda poco más de un mes, por lo que las decisiones políticas deben ser rápidas y, a ser posible, coordinadas. Por supuesto que es una responsabilidad que también deben asumir los diferentes estamentos de responsabilidad del PSPV, desde su nueva dirección política encabezada por Jorge Alarte hasta los alcaldes socialistas que existen en el territorio. Por lo tanto: ¿tiene el PPCV un plan? Si no lo tiene debería ponerse manos a la obra para crearlo y, a continuación, explicarlo detalladamente. Esta inver­sión no debe ser motivo de discusión partidista. Es una medida de Estado, a la que el PP nacional no se ha opuesto, destinada a reducir el desempleo y a generar obras que mejoren las infraestructuras a disposición de los ciudadanos. Y en la Comunitat Valenciana, una responsabilidad del PPCV en un 70% o más, cosa que Ricardo Costa debe asumir.

Crisis financiera: Lo que dura el arrepentimiento.

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21 Nov 2008, por Amparo Estrada
14:02 
PUBLICADO EN MULTIPLICATE POR CERO.
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Tags:  Los propósitos de enmienda pueden ser muy sinceros y el tiempo que duran es proporcionalmente inferior a la satisfacción que produce lo que se quiere enmendar. Los fumadores que alguna vez han intentado dejar el vicio saben de lo que hablo. Y saben también que dejar de fumar es igual de fácil que tener firme propósito de enmienda: lo haces una y otra vez, una y otra vez…

Ahora se multiplican las declaraciones de arrepentimiento de reguladores, entidades financieras e incluso gobiernos, por no haber visto llegar la crisis y no haberla evitado. Muchos están escribiendo en sus cuadernos, cien veces, “no permitiré la prosperidad de los caraduras o sinvergüenzas”, “no permitiré la prosperidad de los…”

Entre la gente corriente, una de las cosas que más perplejidad provoca son las retribuciones astronómicas de altos directivos empresariales, que las cobran incluso por hacerlo mal. Hoy, esa sorpresa se ha transformado en indignación al poderse constatar que muchos de los culpables de los productos financieros basura que han puesto en vilo la prosperidad económica de la parte desarrollada del mundo se han embolsado personalmente cientos de millones de euros, cobrados a menudo después de llevar a la quiebra a sus empresas. Millones para él, un ERE para sus fieles empleados, y reuniones del G-20 para todos los demás.

Por ejemplo, Stanley O’Neal, ex presidente de Merrill Lynch, se llevó una compensación de 161 millones de dólares cuando tuvo que irse del banco de inversión dejando los peores resultados de sus 93 años de historia. Y aún dijo que las retribuciones se fijaban de forma “rigurosa e independiente”. En la Cámara de Representantes de Estados Unidos han estado, explicando las causas de la crisis, George Soros, Philip Falcone, Kenneth Griffin, James Simons y John
Paulson, los mayores financieros de fondos de alto riesgo. Cada uno ganó una media de 1.000 millones de dólares el año pasado. El senador demócrata Henry Waxman, presidente de la comisión de investigación, criticó que todos ellos pagaran menos impuestos que un profesor de escuela o un fontanero.

Soros, ya septuagenario, ha sido entrevistado desde hace décadas decenas de veces para que cuente sus estrategias de inversión, escribe best sellers empresariales… Y es conocido, entre otras delicadezas, por haberse enriquecido en la década de los noventa con el hundimiento de la libra esterlina.

Otro ejemplo de buenas prácticas inversoras: David Einhorn, gestor del fondo de inversión Greenligth Capital, llevaba meses apostando por una bajada en el precio de las acciones de Lehman Brothers antes de su quiebra. Llegó a realizar una gira por Estados Unidos, concediendo entrevistas en las que repetía que las cuentas de Lehman no cuadraban y que el valor debía desplomarse. Y se desplomó, haciéndole rico a él. Tras la quiebra de Lehman Brothers, en Estados Unidos y Europa se tomaron medidas para restringir o prohibir las apuestas a la baja.

Comprobadas las malas prácticas y sus efectos venenosos, el G-20 ha reconocido que algo hay que hacer. Los Gobiernos hablan de propósito de enmienda y de establecer algún tipo de límite a los bonus o primas. También las entidades financieras empiezan a mostrar, orgullosas, cómo toman medidas para limitar las retribuciones de sus altos directivos, muchos con avión privado. Por ejemplo, Barclays Bank, esta semana, ha anunciado que su cúpula directiva no va a cobrar las primas correspondientes a 2008. Sin embargo, teniendo en cuenta que la mayoría de los bonus y primas están ligados a la evolución de los beneficios, la austeridad va a venir dada por el efecto de la crisis. Y cuando vuelvan las vacas gordas dentro de unos años ¿alguien cree que no engordarán los pagos a los altos ejecutivos? Se ha demostrado que siempre hay una vía para cobrar más, se llamen opciones sobre acciones, indemnizaciones o bonus.
Al menos hoy hay propósito de enmienda, igual consiguen dejar de fumar otra vez.

Miles de personas salen a la calle contra el capitalismo inhumano

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PÚBLICO – Madrid – 15/11/2008 23:16

Las principales ciudades españolas gritan su indignación por la especulación financiera

«¡La crisis, que la paguen ellos!» Ese fue el lema que unió el sábado a miles de personas en las principales ciudades de España. No se ideó en un despacho, sino en Internet, y de allí saltó a la calle el mismo día en que los líderes de los países más poderosos del mundo se reunían en Washington (EEUU), en la Cumbre del G-20, una cita que, con el telón de fondo de la crisis financiera internacional, pretendía nada menos que «refundar el capitalismo».

Paga tú la crisis

Cientos de personas elevaron en la Puerta del Sol de Madrid decenas de pancartas en contra del capitalismo salvaje. Lo que empezó como una concentración, terminó por convertirse en una marcha que recorrió los puntos de poder de la capital. Ante las sedes del Banco de España, la Bolsa o el Congreso de los Diputados se escucharon los siguientes mensajes: «Paga tú tu crisis», «a bancos salváis, a pobres robáis», o «el capitalismo es el terrorismo». Asociaciones como Ecologistas en Acción también desplegaron su propio mensaje: «¿Crisis de qué? ¿Crisis de quién? Necesitamos menos para vivir mejor».

Ricardo García Zaldívar, presidente en España de ATTAC (Asociación por la Tasación de las Transacciones financieras especulativas y la Acción Ciudadana), explicaba por qué asociaciones como la suya no legitiman la reunión de este fin de semana: «Creemos que no hay que hablar ni de G-8, ni de G-21, sino de la humanidad, de países ricos y países pobres, de movimientos sociales y de sociedad civil», y continuaba: «Estamos muy preocupados porque precisamente los que nos han metido en esta historia quieren ahora hacer de salvadores».

Socialización de las pérdidas

En la misma línea, Javier, un trabajador social de Madrid de 27 años, explicaba: «Estoy aquí contra la socialización de las pérdidas y la privatización de las ganancias. Me parece una vergüenza que ahora nos quieran hacer pagar a nosotros por lo que nos están haciendo, precisamente a nosotros».

«Es una vergüenza que nos hagan pagar lo que ellos han hecho»

También en la plaza de Catalunya, en Barcelona, donde se reunieron alrededor de 500 personas, se oían voces que apuntaban al mismo argumento: «La crisis, que la paguen los ricos». Oleguer Bohigas, uno de los organizadores del acto, explicaba: «Refundar el capitalismo es un eufemismo para darnos más medicina neoliberal».

Por su parte, Cintia, una argentina del colectivo Clase contra clase, «de ideología marxista», opinaba: «La gente, lo que necesita es pronunciarse; hay mucha bronca con eso de que los gobiernos hayan salvado la banca pero cada vez haya más desempleados».

«Bankeros, vuestra crisis es nuestra ruina». Era una de las pancartas que podía leerse en la concentración frente al Ayuntamiento de Sevilla. Allí, unas 300 personas recorrieron los escasos metros que les separaban del Banco de España en un acto vigilado en todo momento por la Policía Nacional.

Encima, el Gobierno les salva

También en Valencia unas 400 personas se reunieron en la Plaza del Ayuntamiento. Lo que más dolía, la hipoteca: «Hay gente a la que el banco le quita el piso por no poder pagar, ¡y encima el Gobierno le saca del bolsillo el dinero para salvar a esos mismos bancos!», resumió Estefanía, de 25 años, que hasta hace unas semanas trabajaba en un supermercado.

Aunque las protestas no fueron convocadas por un único colectivo, las palabras de Sonsoles en Madrid podrían resumir lo que todos, en todas las ciudades pensaban ayer: «Hay que mojarse, todo esto nos tiene que llevar a algo. Hay que pedir explicaciones y hay que escuchar las distintas voces que se manifiestan y que se expresan».

La cultura de la crisis.

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Hemos llegado aquí porque la globalización abolió los límites éticos y culturales. El mismo Estados Unidos proclamó que todo le estaba permitido, legalizó la tortura y dio barra libre a la insaciable quimera del oro

JOSEP RAMONEDA 15/11/2008

1 Decía Fernand Braudel que el capitalismo, «privilegio de unos pocos», «es impensable sin la complicidad de la sociedad». Y añadía: «De algún modo la sociedad entera debe aceptar sus valores». Si la actual crisis tiene algo de quiebra moral de las élites capitalistas es porque han llevado los valores del capitalismo a unos límites en que es casi imposible que sean aceptados. La historia viene de lejos. Empieza en la transición liberal que abrieron las revoluciones del 68. Aquel momento fue el inicio del proceso de desmontaje de unos sistemas sociales muy comunitaristas, montados sobre un orden rígido y unas sociedades jerarquizadas, con fuerte carga ideológica, en que cada ciudadano tenía un puesto asignado casi de por vida. La crisis actual es, en cierto modo, el estallido final de un proceso de individualización que acabó por quebrar las bases del mínimo consenso social necesario. La revolución conservadora promovida desde la Administración Bush fue el último intento de controlar este proceso. La explosiva mezcla de simplismo liberal en lo económico y rigidez conservadora en lo moral y cultural sólo sirvió para acelerar el estallido.

La noticia en otros webs

Domina el lenguaje del ‘management’. Ahora todo se gestiona: parejas, hijos, amores, odios…

El discurso del liderazgo es la justificación de los elevados ingresos de los altos ejecutivos

En el mundo soviético, la transición liberal empezó a finales de los ochenta, con la caída del muro de Berlín. Una sociedad civil arrasada por el totalitarismo fue pasto de la delincuencia económica y de las ideologías de lo identitario, ya fuera religioso o étnico. La globalización juntó los dos procesos que ahora viven una crisis que debería cambiar profundamente las pautas socioculturales.

2. La actual crisis económica es la primera en el marco de la globalización. Nuevo marco, nueva cultura. El proyecto moderno se deshizo en la fragmentación posmoderna. Fue una reacción al agotamiento de los grandes relatos que habían armado la modernidad, que condujo inevitablemente al relativismo y a la pérdida de jerarquía. El horizonte emancipatorio desapareció paulatinamente de la cultura. El futuro se desdibujó y el pasado se puso al servicio de la diversidad cultural, como fundamento de las apuestas endogámicas de corte étnico que crecieron bajo el amparo del discurso multiculturalista. La cultura fue a menudo factor de segregación y de separación. Empujados por la globalización entramos en la era del presente continuo. Las nuevas tecnologías han provocado una contracción del espacio -el mundo es más pequeño- y una aceleración del tiempo. El dinero, las mercancías y las ideas van de una punta a otra del planeta con rapidez y a bajo coste. Probablemente sin Internet esta crisis no sería la misma. El dinero se ha convertido en un mensaje en e-mail.

3. Los discursos sobre la insostenibilidad del planeta y sobre el calentamiento global, con no poca parafernalia ideológica de acompañamiento, han contribuido a dibujar un horizonte sórdido y oscuro. En este mundo sin futuro impera el principio del rendimiento rápido. No hay proyecto, sólo resultado. Es el principio cultural de las empresas de capital riesgo, dispuestas a sacar todo el jugo posible de un negocio en el menor tiempo aun a riesgo de agotarlo para siempre. Pero también es el principio cultural del consumismo, en que la pulsión por comprar no se detiene nunca: el deseo de un nuevo producto impide el goce del producto recién conseguido, dentro de una serie interminable de frustraciones. Y es el principio cultural que rige las conductas de empresarios y gobernantes, bajo el signo de la competitividad. Siempre más: la insaciabilidad como modo de estar en el mundo.

4. En este contexto, el principio moral que rige es que «todo es posible». La idea de límite ha desaparecido del horizonte mental de los que hoy tienen más capacidad normativa: la gente del dinero, empresarios, ejecutivos y financieros. Pero todo sistema tiene un límite. El capitalismo financiero también. Y cuando se rebasa el límite, saltan los fusibles, y si se tarda en reponerlos empieza un proceso de autodestrucción. Todo sistema tiene su punto catastrófico. A este punto hemos llegado, por la incapacidad de entender que no todo es posible. Por supuesto hay cierto discurso naturalista que tratará de convencernos de que alcanzar la catástrofe es inevitable. Y que el mundo funciona por el sistema de ciclos de destrucción y construcción. Los que proclaman las virtudes de las sociedades meritocráticas, aunque a menudo confundan la habilidad para moverse en las fronteras de lo ilegal con el mérito; los que denuncian permanentemente la incompetencia de los que trabajan, bajo el eufemismo de la competitividad; los que ven por todas partes intromisiones de la política, hasta que la necesitan y apelan a su ayuda; éstos nunca se sienten concernidos por responsabilidad alguna. Cuando las cosas van mal, el problema es sistémico, como si de una catástrofe natural se tratara.

5. Lo diré con una expresión del filósofo francés Bernard Stiegler: estamos ante la prueba de «la modernización sin modernidad». Podría parecer que esta expresión está dedicada a China. También Occidente ha abandonado, a su manera, los presupuestos de la modernidad. La época del capitalismo financiero es una modernización sin los límites de la cultura moderna: la dignidad del ciudadano y la primacía de cierto interés general. Marx se quedó corto: la potencia revolucionaria de la burguesía está acabando con todo, incluso con la propia cultura burguesa. La mercantilización general de la sociedad -en que todo, desde los sentimientos y las pasiones hasta las mercancías es susceptible de ser producido y vendido- ha acabado con el proyecto moderno.

La revolución conservadora americana, en sus dos fases: la reaganiana y la bushiana han configurado una cultura en que las sociedades no existen, sólo existen los individuos (fase thatcheriana-reaganiana), y las libertades y los derechos son sustituidos por la creencia, por los mitos nacionales y por la seguridad convertida en supremo horizonte ideológico (fase bushiana). La lucha a muerte por el mercado de las almas, en un mundo globalizado en que las religiones clásicas han perdido los monopolios territoriales y el dinero es la medida de todas las cosas, es una de las grandes novedades de la globalización. La cultura de la crisis es la del individualismo salvaje, en que la competencia a muerte es la única regla, con la religión como consuelo y el miedo como instrumento paralizador. La política y la libertad han sido despedidas, camino del totalitarismo de la indiferencia.

6. La capacidad normativa que el poder económico ejerce se constata con la universalización del lenguaje del management. De un tiempo a esta parte, todo se gestiona: se gestionan las personas, se gestionan las parejas, se gestionan los hijos, se gestionan los conflictos personales, se gestionan los amores y los odios. Es decir, todo es simplificable y todo es manipulable. La negación de la complejidad de la economía del deseo conduce a convertir cada acción humana en algo cuantificable en términos monetarios. El hombre «como empresario de su propia vida», como dice Michela Marzano. Las librerías están llenas de manuales que a partir de los criterios de gestión económica pretenden enseñarnos a gobernar nuestras vidas.

El héroe de este momento es el líder. El discurso del liderazgo ocupa a las escuelas de negocios y a los ideólogos de la competitividad y del mercado. El líder es el que está más capacitado para sacar rendimiento de las personas en beneficio propio. Su riesgo casi siempre es limitado: no juega con recursos propios sino con recursos de los demás. Y acostumbra a estar protegido por la red de los bonos y las indemnizaciones. El discurso del liderazgo es la pseudoideología necesaria para justificar la disparatada cotización de los altos ejecutivos.

7. Pero, como he dicho antes, la esencia de la cultura de la crisis es la desaparición de la idea de límites. En agosto de 2002, el Gobierno de Estados Unidos dio el visto bueno a un memorándum que legitimaba determinadas formas de tortura. Es decir, rompía el tabú de la degradación del adversario. Bajo el mandato de George Bush la Administración norteamericana dio carta de naturaleza legal a la tortura. Es decir, transmitió al mundo la idea de que todo estaba permitido. Si un Gobierno puede someter a un enemigo a la más terrible de las pruebas físicas y morales, ¿cuáles son los límites de lo posible en la sociedad? Ninguno. Hay vía libre para saltarse todas las barreras éticas y culturales. ¿Qué tiene de extraño, en estas circunstancias, que los que viven la quimera insaciable del oro entiendan que todo está permitido y que no hay reglas ni principios ante la tentación del dinero?

Grandes crisis, grandes oportunidades

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FEDERICO MAYOR ZARAGOZA 15/11/2008

 

La crisis puede ser la salvación (F. Hölderlin)

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Se abre una posibilidad para edificar un mundo nuevo basado en la ética de la justicia y la democracia

Sólo una autoridad supranacional puede regular los mercados

 

No es sólo un inmenso andamiaje económico lo que se desmorona, sino una concepción del poder, de sus bases ideológicas. Es necesario tener en cuenta todas las dimensiones de este derrumbe para reconstruir con otros materiales. Y, sobre todo, reponer en el eje mismo de la acción pública los principios democráticos que, en un error histórico, se sustituyeron indebidamente por las leyes del mercado.

Aprovechar las crisis para el cambio de rumbo y de destino: que no desoigan ni ridiculicen las propuestas de cambio los mismos que desoyeron y ridiculizaron las recomendaciones que les hacíamos, desde principios de la década de los noventa, convencidos de que un sistema económico guiado por los intereses mercantiles en lugar de por la justicia está abocado al desastre. Ahora, que no juzguen quienes deberían ser juzgados. Han sido «rescatados» por el Estado y quedan desautorizados para opinar sobre unas propuestas que pretenden el «rescate» de la gente. Que callen ahora quienes -como el Banco Mundial, el FMI y la OMC- no levantaron la voz cuando debían.

Después de la «burbuja tecnológica» de los años noventa, la «burbuja inmobiliaria». Durante todo este tiempo en que los «fondos soberanos» estaban vedados a los países dentro del «sistema globalizante», los que se hallaban fuera del mismo han acumulado inmensos capitales, sin tener en cuenta en muchos casos las condiciones laborales ni los derechos humanos.

Es una crisis del capitalismo y no en el capitalismo, como pretenden, para continuar después su desbocada carrera, los más fervientes defensores de la economía de mercado que, por la ausencia de valores y de pautas de buen gobierno, ha fracasado estrepitosamente. Conviene, sobre todo, no volver a un «nuevo capitalismo», sino promover un nuevo sistema económico mundial basado en la justicia y regulado por instituciones integradas en unas Naciones Unidas completamente reformadas, quizás refundadas, que dispongan de los recursos personales, técnicos y económicos que les permitan actuar eficazmente y aplicar a los transgresores todo el peso de la ley.

Se ha hablado últimamente de la necesidad de reformar urgentemente el FMI, cuando lo que hay que reformar es el sistema de Naciones Unidas en su conjunto, empezando por la inclusión en el mismo del FMI y el Banco Mundial, así como de la Organización Mundial del Comercio, para que se reafirme en su misión inicial, nunca cumplida: «Evitar la guerra», es decir, construir la paz, en favor de las «generaciones venideras».

La ONU, la Unesco -para que no volvamos a la paz de la seguridad en lugar de la seguridad de la paz- todos tienen que reformarse y reforzarse teniendo en cuenta su mandato original. Lo cierto es que se ha intentado desprestigiar y desautorizar a las Naciones Unidas y a las instituciones que la integran.

Sólo con una autoridad supranacional adecuada podrá tener lugar la regulación de los mercados. Y la eliminación inmediata de los paraísos fiscales, con los que los tráficos de drogas, armas, patentes, capitales y personas podrán también desaparecer. Ha quedado claro que los mercados no se «autorregulan», sino que favorecen en el espacio supranacional, totalmente impunes, todo tipo de transgresiones y de mafias.

A escala nacional, es necesario que se establezcan rápidamente pactos entre los Gobiernos, los partidos, los representantes sindicales y empresariales (son un buen ejemplo los Pactos de la Moncloa) para que los beneficios de los avales financieros se hagan sentir rápidamente en la sociedad.

Algunas medidas que deberían adoptarse rápidamente:

– Realizar grandes inversiones públicas.

– Facilitar y regular la financiación de y desde la ciudad, imprescindible para la promoción del empleo, de la actividad mercantil e industrial, especialmente de las pymes.

– Igual que se han encontrado fondos cuantiosos para el rescate de las instituciones financieras, ahora deben ser «rescatados» los ciudadanos: 1) con prestaciones familiares (la «bolsa familia-escuela» de Brasi, iniciada en algunas comunidades autónomas de España, es un excelente modelo); 2) prestaciones a los desempleados (con medidas como la «renta básica de ciudadanía», principio general que se podría iniciar atendiendo de este modo en primer lugar a los desempleados); 3) prestaciones a quienes pretenden poner en marcha un negocio o actividad mercantil; 4) prestaciones asimismo a todos los que, con un poco de ayuda, pueden seguir con sus hipotecas renegociadas para financiar sus viviendas; 5) la realidad no puede transformarse en profundidad si no se la conoce en profundidad: en consecuencia, fomento decidido de la I+D+i, con decidida colaboración de las empresas y de los fondos propios de la UE.

A escala internacional, algunas iniciativas que se podrían adoptar de forma inmediata:

– Se dispondrá de los fondos necesarios para procurar la alimentación a escala mundial y la lucha contra el sida.

– Se activarán también los Objetivos del Milenio, especialmente la lucha contra la pobreza, redefiniendo plazos y cantidades y otorgando, por fin, las ayudas prometidas al desarrollo acompañadas de la cancelación de la deuda externa.

– Se convocará rápidamente una cumbre de las Naciones Unidas en las que no se escatimen, como se hizo en el año 2005, los fondos destinados a la erradicación del hambre.

– Considerar rápidamente la inmediata aplicación de fórmulas como las tasas sobre transacciones de divisas, propuesta recientemente de nuevo, bien elaboradas, a las Naciones Unidas, y contenidas en la declaración sobre fuentes innovadoras para el financiamiento de la Iniciativa contra el hambre y la pobreza, suscrita el 24 de septiembre de 2008 en Nueva York por los presidentes Michelle Bachelet, Lula y Rodríguez Zapatero y el ministro de Asuntos Exteriores francés, Bernard Kouchner.

– Reducción del impacto de catástrofes naturales y provocadas, mediante la puesta en práctica de las Propuestas del Decenio (1989-1999) de las Naciones Unidas y de las recientes disposiciones al respecto de la Unión Europea (GAP), para evitar los efectos de episodios recurrentes (huracanes, inundaciones, incendios, etcétera) que siguen hallando, incluso en los países más desarrollados tecnológicamente, una falta total de preparación con una gran vulnerabilidad social.

– Atención prioritaria a África, eliminando con apremio la vergüenza que representa la explotación en el Congo, en territorio kivu, del coltán (mineral de columbita-tantalita empleado en ordenadores y telefonía móvil), así como de situaciones como la de Angola, con tantas riquezas explotadas, con tanto petróleo y quilates retirados de su subsuelo mientras la población malvive con menos de 2 dólares al día.

En resumen, se trata de facilitar rápidamente el tránsito de una economía de guerra a una economía de desarrollo global.

La sociedad civil tiene ahora la posibilidad -que no se presenta frecuentemente- de favorecer transformaciones radicales. Después de tantos años de desoídas recomendaciones de Casandras, la comunidad intelectual, científica y académica tiene, con tanta serenidad como rigor y firmeza, que hacerse oír. Llega el momento de la exigencia, de la participación activa -que ya puede ser no presencial, haciendo uso de la moderna tecnología de la comunicación como el SMS e Internet- para que los gobernantes sepan que los tiempos de resignación y de silencio han concluido. Que los súbditos se transforman en ciudadanos, los espectadores impasibles en actores, para que tenga lugar un cambio profundo del fondo y de la forma en el ejercicio del poder: la gran transición de una cultura de fuerza e imposición a una cultura de la palabra requiere educación en todos los grados y durante toda la vida; el fomento de la creatividad y diversidad cultural; la promoción de la investigación científica; de la sanidad para todos.

Grandes oportunidades, grandes responsabilidades que deben asumir los ciudadanos que tienen más que aportar al cambio. Ahora, poder ciudadano. Ahora, los pueblos, la gente.

Las crisis son una oportunidad de edificar un mundo nuevo, de volver a situar los principios éticos universales de la justicia, de la democracia genuina. No desperdiciemos las oportunidades. Debemos recordar, todos los días, el sabio aviso de Sófocles: «Cuando las horas decisivas han pasado es inútil correr para alcanzarlas».

Federico Mayor Zaragoza es presidente de la Fundación Cultura de Paz.

Los países de la OCDE entran en recesión

ECONOMÍA

 

 

 

 

Se revisan a la baja las perspectivas de crecimiento para 2009

ELPLURAL.COM

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha reconocido este jueves que sus países han entrado en recesión económica. Este organismo económico se muestra convencido que la recesión también se prolongará a lo largo de 2009.

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Así, la OCDE se ha visto obligada a revisar a la baja las perspectivas de crecimiento para sus países miembros -augura una caída del 0,3 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB) en 2009-.

Caídas
En concreto, esta organización calcula que Estados Unidos tendrá una caída del PIB del 0,9 por ciento el año próximo; la zona euro, del 0,5 por ciento, y Japón del 0,1 por ciento.

Recuperación en 2010
Para 2010, sin embargo, espera una recuperación que debería traducirse en un crecimiento económico del 1,5 por ciento para el conjunto de la OCDE, gracias en especial a una subida del 1,6 por ciento en EEUU, y, en menor medida, la del 1,2 por ciento de la eurozona. El PIB japonés no aumentaría más que el 0,6 por ciento, informa EFE.

Malos augurios
«El área económica de la OCDE parece haber entrado en recesión, el desempleo está aumentando en muchos de los países de la OCDE y las proyecciones de la OCDE apuntan hacia una bajada prolongada del PIB que en 2009 será de un 0,3% menos», asegura el organismo.

La ayuda llega a las familias.

ARTÍCULOS DE OPINIÓN

  • CARLOS CARNICERO

    05/11/2008

El Zumbido

La iniciativa del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de ofrecer una moratoria sobre el cincuenta por ciento de las hipotecas de los españoles en situación de desempleo llega en el momento preciso. Tiene una importancia práctica pero también simbólica y está lejos de cualquier atisbo de populismo.

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La escalada de los precios de las viviendas, la falta de oferta de alquiler y la instalación de unos tipos de interés bajos durante los últimos años ha funcionado con un imán para que muchas familias españolas se hayan endeudado hasta su límite en situación de normalidad laboral. La eclosión violenta de la crisis económica ha tenido un efecto letal para muchas económicas domésticas españolas: con el mercado inmobiliario paralizado, lo que les impedía de hecho vender la vivienda, con la estampida producida en el desempleo, muchos trabajadores están ahora mismo al borde de perder sus casas por no poder hacer frente a las hipotecas. La moratoria ofrecida por el Gobierno es la justa compensación a las ayudas que se han destinado para ofrecer liquidez a un sistema bancario en apuros. La recuperación de la normalidad crediticia en las entidades financieras no garantiza la recuperación de la capacidad de pago de las hipotecas a quién ha visto disminuidos sus ingresos por una situación de desempleo y no reúne requisitos de solvencia en un mercado que no entiende de piedad sino de garantías.

De la misma manera, favorecer fiscalmente la contratación de desempleados con cargas familiares es una iniciativa también de corte socialdemócrata que reestablece en algo el equilibrio de la igualdad de oportunidades en el mercado laborar tendente siempre a la contratación de los más jóvenes aún con menos experiencia pero con salarios más bajos.

Estas medidas del Gobierno para favorecer a la economía familiar en apuros seguro que no serán las últimas porque las proyecciones de la recesión y, sobre todo, las perspectivas de crecimiento del desempleo son cada vez más pesimistas, por lo que un gobierno socialista tendrá que tener preparados los mecanismos de generación de un déficit fiscal responsable que permita aliviar la situación de los más desfavorecidos.

Carlos Carnicero es periodista y analista político.

Refundar el capitalismo o resucitar la socialdemocracia

ARTÍCULOS DE OPINIÓN

  • CARLOS CARNICERO

    29/10/2008

El Zumbido

Soy de los que considero que la importancia de la reunión de Washington está sobredimensionada por sus promotores. En primer lugar por el formato elegido: G-8 más G-20 es una reunión mixta que congrega a países de distinta naturaleza y con falta de cohesión de intereses. Su convocante es un político en desbandada que ni siquiera tiene poder moral para vincular en las conclusiones a su sucesor, que además ya estará elegido in péctore cuando se celebre la asamblea. No hay propuestas encima de la mesa con tiempo suficiente para la celebración de debates. Probablemente sólo será una tormenta de ideas.

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Se habla de ese encuentro de países tan heterogéneos como Estados Unidos y Argentina o Turquía como ocasión para la refundación del capitalismo pero todavía no se tiene más que vagas noticias de las propuestas que se van a analizar en Washington: ¿alguien pretende que al calor de una cumbre tan variopinta y con exclusiones, sin agenda previa, se pueden reglamentar las conductas de los mercados y cambiar el sistema económico?

Lo ocurrido en esta crisis es de tal gravedad que ni siquiera los responsables son capaces de explicar los límites de lo que está sucediendo ni por supuesto el alcance de sus consecuencias en una economía que necesariamente va a ser distinta. Los aficionados a los vaticinios empiezan a hablar del verdadero comienzo del siglo XXI en la reunión de Washington y comparan el momento histórico con la caída del comunismo.

Existen varias posibilidades para el futuro. La primera sería poner un parche en el sistema, refundando el capitalismo, con algunos controles más eficaces en los escasos instrumentos de regulación de los mercados. En esos parámetros estaría el “ejemplo español”. Y, ¿en qué consiste?: sencillamente en haber sufrido anticipadamente una crisis bancaria en la que el estado español inyectó proporcionalmente la misma cantidad de dinero para blindar el sistema financiero en el final de los ochenta. El caso Banesto y lo ocurrido con otros bancos más pequeños hizo emerger una reglamentación garantista en el Banco de España que ha vigilado los movimientos bancarios con eficacia pese a las quejas de quienes creían que eso encorsetaba a las entidades financieras.

Pero si se trata sólo de eso, que no es poco, la reunión de Washington es un exceso, una alharaca desbordada para sentenciar que los bancos centrales deben hacer su trabajo. Lo debían haber hecho y al contrario se dedicaron a desreglar el funcionamiento del sistema financiero.

Hay muchos aspectos no tan visibles de esta crisis que merecen reflexiones más profundas. En primer lugar el papel de la política democrática en la economía. El dogma de que el estado es un factor de molestia en el universo de eficacia de los mercados ha caído al fondo del abismo de la historia en donde yacen las ideologías muertas. Ahora se debiera tratar de reivindicar la dignidad de la política y del estado y su responsabilidad de intervenir no sólo para salvar al capitalismo de su destrucción.

El pensamiento socialdemócrata tiene la gran oportunidad de recuperar su espacio en un mundo que necesita armonizar demasiados intereses contrapuestos y en donde la redistribución de la riqueza está promoviendo abismos más grandes incluso dentro de las democracias consolidadas.

Podemos y debemos asistir a Washington pero sería un error conceder a ese cónclave la capacidad definitiva de definir nuestro futuro.

Carlos Carnicero es periodista y analista político.

El Rincon del Neocon: «La mala suerte de Rajoy».

EL RINCÓN DEL NEOCON

  • Borja Maria Zallana de los Acebos
  • BORJA MARÍA ZALLANA DE LOS ACEBOS

    18/10/2008

 

 

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¿Se han preguntado porqué España es el único país medianamente importante de Europa, donde aún no se ha tenido que ir al rescate de un banco? No puede ser, desde luego, por la buena gestión del Banco de España en estos últimos años, ni mucho menos por el control que haya podido establecer nuestro nefasto gobierno. Todo obedece a un fenómeno poco tangible, pero no por ello menos demoledor: la mala suerte de Mariano Rajoy.

No, no, no se rían. Al principio en el partido también nos hacía mucha gracia esta ocurrencia difundida por una parte interesada de la prensa, pero poco a poco los hechos han ido ocupando el espacio de la razón y a estas alturas ya no albergamos la menor duda. Mariano es, por mucho que nos duela a todos, un hombre que no es que atraiga la mala suerte es que la fabrica en una especie de cadena de montaje.

Si en lugar de Mariano el líder de la oposición fuera nuestro añorado Aznar, les puedo asegurar que a estas alturas teníamos en España una crisis bancaria a la altura de la alemana, la francesa o la británica. El Gobierno estaría literalmente noqueado y el país a las puertas de unas elecciones anticipada que nos acabarían encumbrando al gobierno con una mayoría absoluta que iba a ser la envidia de toda Europa. Y sin embargo, miren como estamos.

Zapatero reuniéndose con los banqueros, nuestros banqueros, para transmitir juntitos una imagen de confianza. Y los sindicatos, en vez de estar manifestándose, como es su obligación, por la subida del paro, a partir un piñón con el gobierno. Hasta la familia real se pasa el día visitando los medios de comunicación izquierdistas, mientras se plantean pleitear contra el buenazo de Federico. El único bastión que nos permanece fiel es la Santa Madre Iglesia, y no se crean que lo tenemos seguro al cien por cien, que cualquier día se pone al mando un jesuita y también aquí nos acaban dando por detrás, y perdonen ustedes el grosero, pero ilustrativo ejemplo.

Por todo ello inicio desde aquí, una vez más, una campaña popular para pedirles a ustedes que me ayuden a convencer a Jose Mari de que vuelva, que lo necesitamos, que España lo necesita. Que no puede ser que sigamos siendo europeos de segunda, necesitamos hundir algún gran banco para poder mirar a la cara de tú a tú a nuestros hermanos mayores. Que lo de España es diferente, ya no tiene ninguna gracia.

Esto ya es un ‘crash’.

El pánico en las Bolsas mundiales reclama una acción drástica del G-7 para afrontar la depresión

11/10/2008

Los mercados vivieron ayer un crash bursátil de considerable magnitud, más dañino si cabe después de una semana de descensos en picado. El Ibex 35 se hundió más del 9%, la mayor caída de su historia; Londres y Francfort perdieron en torno al 8% y Tokio se desplomó el 9,6%. El pánico mundial, muy intenso en las plazas asiáticas, obedece a varias razones de fondo. Una de ellas es que los inversores no se creen los planes de rescate financiero, ni las reducciones concertadas de tipos de interés, ni las desesperadas inyecciones de liquidez en el sistema. Consideran que han llegado tarde y que no evitarán algunas quiebras financieras latentes. Los inversores sólo confían hoy en intervenciones públicas directas en los bancos privados y en el control, lejano o próximo, de los poderes públicos. Por eso las medidas británicas son las que hasta el momento han sido mejor recibidas.

La noticia en otros webs

La comparecencia ayer de George Bush para insuflar confianza en los inversores es una buena muestra de la magnitud del desastre que está viviendo el sistema financiero mundial. El presidente estadounidense aseguró que «podemos resolver esta crisis y la resolveremos». Pero es más que dudoso que Wall Street haya creído sus palabras; de hecho, perdía más del 3% después del discurso. Resulta significativo que Bush incluyera en su mensaje una mención a que el Plan Paulson «permite al Gobierno adquirir participaciones en las entidades financieras». El secretario del Tesoro y el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, saben bien que la entrada de dinero público en el capital de los bancos es una de las pocas recetas que pueden amortiguar el pánico actual.

Para variar, el Gobierno español ha intentado reaccionar con agilidad y ayer mismo aprobó la puesta en marcha, antes de que acabe el año, del anunciado fondo para cambiar activos por liquidez a través de un crédito extraordinario de 10.000 millones. La rapidez con que intervendrá el fondo -que no es garantía total de eficacia- se completa con otra decisión igualmente razonable: el Parlamento controlará cada cuatro meses el buen desarrollo de su operativa. Sin una gestión transparente de los fondos extraordinarios no se recuperará la confianza en las normas del mercado, dañada para mucho tiempo por las quiebras bancarias, la persistente incertidumbre sobre la extensión de la crisis y el estrangulamiento del crédito hasta límites agónicos.

Además, los inversores están descontando ya que la economía mundial se encamina hacia un periodo recesivo prolongado, similar al de la depresión que afloró en 1929 y que se prolongó durante casi diez años. La histeria de los mercados no se puede aplacar ya con la enunciación de medidas correctas pero insuficientes. Los inversores esperan, y con razón, que la reunión del G-7 que comienza hoy se aproveche para decidir quién va a tomar el mando en las operaciones anticrisis. El Grupo debería establecer al menos un protocolo de actuación conjunta entre los Gobiernos y los bancos centrales. Sólo la concertación de las autoridades monetarias no basta; es necesaria una coordinación política mundial para hacer frente a la amenaza de depresión.

Stiglitz critica la ineficacia de una “transfusión” al sistema financiero ante “una grave hemorragia interna”

ECONOMÍA

 

Cree que el multimillonario rescate no conseguirá equilibrar el sistema financiero

S.C.

Joseph Stiglitz ha vuelto a criticar el plan de rescate de la Administración Bush aprobado por el Senado estadounidense, que destinará 700.000 millones de dólares de fondos públicos para evitar el colapso del sistema financiero del país, en manos privadas. El premio Nobel de Economía considera que sin otras medidas que suturen las grietas del sistema el plan puede resultar una sangría: “es tan ineficaz como hacerle una transfusión de sangre masiva a una persona que sufre una importante hemorragia interna”.

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Los 700.000 millones de dólares del plan no conseguirán su objetivo de un nuevo equilibrio financiero y tampoco evitarán que la economía estadounidense caiga en la recesión, según expuso Stiglitz en un seminario desde Viena.

“Es monstruoso”
El premio Nobel de Economía, que lleva años clamando por revisar los mecanismos de regulación monetarios y financieros y defiende la capacidad de intervenir de los gobiernos en economía, ha criticado el plan de rescate en anteriores ocasiones. Así, desde el Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung (FAS) advirtió de que el plan “no es más que una solución a corto plazo”. Como ningún inversor privado quiere inversiones de riesgo “se las empapelamos al contribuyente, es monstruoso”, expuso.

El fracaso de la desregularización
Para él, la crisis actual supone “el fin de un modelo económico desastroso” y de una ideología “según la cual los mercados libres y desregularizados funcionan siempre”.

Mercado libre y “auxilio social”.

ARTÍCULOS DE OPINIÓN

  • 38x38 Amando Hurtado
  • AMANDO HURTADO

    02/10/2008

 

Lo de “ayudar al prójimo” caritativamente suele ser el recurso habitual – muy bíblico, evangélico, coránico, etc. – supuestamente compensatorio de la abundancia mal repartida. Injustamente repartida.

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Aquello que en España se llamó “Auxilio Social”, a cargo de esforzadas damas falangistas de la “Sección Femenina”, durante los años del hambre franquista, lo estamos viendo practicar ahora, casi como plan de emergencia, en diversos estados norteamericanos.

Según pone de relieve la especializada agencia estadounidense Realty Trac, analizando la situación de las transacciones inmobiliarias en 230 ciudades de aquel país, el número de expedientes abiertos por impago de hipotecas ascendió, en agosto, a más de 300.000. Las entregas de inmuebles a los bancos, por impagos, afectaron a una de cada 416 viviendas norteamericanas. Pero lo peor es que está a la vista un total de devoluciones que superará los 500.000 millones de dólares durante los muy próximos meses.

Centrándose en California, señala el Los Angeles Times que solamente un tercio de los propietarios morosos logrará evitar que sus casas vayan a parar a los bancos, puesto que los limitados subsidios a los que pueden acceder los casi millón y medio de parados de aquel Estado solo beneficiará al 50% de los mismos, dadas las poco generosas características del plan de pensiones y de asistencia social existente en EE.UU.

Como ya ocurriera durante la Gran Depresión de 1930, miles de personas desposeídas de hogar están durmiendo en sus coches. El Club Automovilista de Santa Bárbara, en la costa de California, informa de la necesidad de facilitar domiciliaciones en los diversos “campings” y ha logrado de las autoridades municipales la habilitación de 12 aparcamientos vigilados para albergar a los nuevos “sin hogar”. En otras ciudades californianas, los afectados están haciendo caso omiso de las ordenanzas que prohíben pernoctar en la calle…

Los llamados “bancos de comida” (food banks), en los que se venían repartiendo habitualmente raciones diarias a cerca de treinta millones de personas “pobres”, en todo el país, están empezando a verse desbordados ahora en California.

Uno no puede menos que cuestionar la autenticidad y la calidad de la beatífica imagen, acompañante del libre mercado, que los muy religiosos líderes políticos norteamericanos han venido publicitando como “American way of life”, pidiendo continuamente la bendición de Dios. Resulta que lo que algunos llaman irónicamente “turbo-capitalismo” no es otra cosa que la libre supremacía del capital financiero sobre cualquier aspecto de la vida social y personal de las gentes. Que se lo pregunten, si no, a los 400 más archimillonarios de aquel gran país….y de otros.

Tenido por muchos como pionero de las democracias surgidas en el siglo XVIII, Estados Unidos se aferra a aquel tiempo respecto a no pocos temas. Tardaron casi cien años en abolir la esclavitud y van camino de tardar el doble para poner en práctica postulados sociales que hagan posibles aspectos de la libertad que nos parecen inaplazables en el siglo XXI.

Amando Hurtado es licenciado en Derecho y escritor

¿Crisis económica o crisis del sistema capitalista?.

POLÍTICA

 

Lo que para los trabajadores es una pulmonía, para los que mandan es un mero resfriado

Coincidiendo con la crisis económica que cíclicamente nos afecta, como si nos quisiera avisar reiteradamente de que el sistema capitalista y liberal es el paradigma del fracaso de organización económica y social, se estrena en los cines la película que nos habla del Che Guevara (y que yo todavía no he visto).

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El estreno de la película, con un notable éxito, coincide con los actos que se hacen en muchos lugares con motivo del 35 aniversario del golpe de estado en Chile contra el socialista Salvador Allende; este año también se conmemora el centenario de su nacimiento.

Sin ataduras
La caída del muro de Berlín, consecuencia de la caída del sistema estrictamente socialista, dejó al capitalismo como único sistema económico válido (Cuba se ha convertido en la excepción que confirma la regla). Producción y beneficio, estas son las únicas dos máximas de un sistema que no tiene ningún escrúpulo hacia quienes no se adaptan a sus reglas. Quienes no pueden producir y quienes no pueden originar beneficios, son sencillamente un estorbo para el sistema.

Nuevo sentimiento
Después de unos años de vorágine capitalista, y con una crisis económica despiadada que afecta especialmente a los países que hace cuatro días ataban los perros con longanizas, comprobamos que renace una especie de nuevo sentimiento social.

Utopías posibles
La gente que va al cine a ver al Che entiende que el personaje era real y que la utopía también puede convertirse en realidad. Quienes asisten a los actos en honor de Salvador Allende, redescubren a un nuevo personaje, idealista y que sabía qué era lo mejor para su pueblo y para el conjunto de la sociedad.

Lo que fracasó
El socialismo, como ideología, como sistema, no fracasó. En todo caso fracasaron las personas, los gobiernos y las organizaciones que, atendiendo a una extraña característica de especie, fueron incapaces de aplicar las directrices que debían de ser las herramientas para hacer un mundo más justo.

Pocos ejemplos
Hoy, apenas quedan unas tristes caricaturas cargadas de mesianismo en la América Latina, y que pretenden llamarse socialistas.

Doble rasero
¿Es más justo el neoliberalismo que el intervencionismo de los grandes centros de producción? ¿Es mejor, quizás, el salvaje libre mercado que una sanidad y una educación al alcance de todo el mundo? Yo no lo creo.

Justa por definición
Una sociedad puramente socialista es una sociedad justa por definición. Y, eso, significa que ante un reparto de los recursos y de la riqueza, algunos no podrían continuar enriqueciéndose de una manera indigna.

Resfriado y pulmonía

Hablo de aquellos que tienen el poder (en su sentido más amplio) y que mueven los hilos de la sociedad mundial. Mandan, tienen el poder, y la crisis que para los trabajadores es una pulmonía, para ellos es un resfriado primaveral. Por eso hay crisis económica, pero no crisis de sistema. Porque el sistema lo mantendrán sí o sí. Porque es su sistema: el sistema capitalista.

Jaume Pros es bloggero y técnico de Promoción Económica

www.jaumepros.blogspot.com  

Volvo Ocean, a puto remo.

E. CERDÁN TATO 20/09/2008

Llegaron las infantas y amadrinaron dos barcos que darán la vuelta al mundo, y posiblemente, de paso, ojearon las fastuosas obras del puerto impulsadas a todo trapo y a toda pasta, y que se inauguraron precisamente anoche. Pena que las infantas no ojearan la desolación de la ciudad: desde el centro mismo, hasta los barrios y los barracones de los colegios públicos, donde los escolares se las pelan, año tras año. Llegaron las infantas, con el alcalde dimitido, pero nadie les dijo lo que se dice siempre tan empalagosa como solemnemente: Alicante es una ciudad abierta, porque después de Díaz Alperi, Alicante es una ciudad abierta en canal. Tampoco se les dijo lo que escribió un grafitero, con letras historiadas de derribos, de guirnaldas de especulaciones y favores, y solares de confitura: Si donde pisa el caballo de Atila no crece la hierba, donde pisa el alcalde Díaz Alperi no crece la ciudad. Pero ahora y por primera vez en su historia, Alicante tiene una alcaldesa y todo anda en suposiciones y revolicas: desde la oposición municipal socialista, hasta partidos políticos, sindicatos, plataformas ciudadanas, y vecinos. La alcaldesa Sonia Castedo después de sentenciar que «gobernar es dialogar», acudió al convento de las capuchinas, donde el PP hace de la plegaria treta electoral, y le llevó flores al cuerpo incorrupto de una monja. De salida, la nueva alcaldesa y algunos de sus fieles nos dejan una estampa con toda la ranciedad del nacionalcatolicismo. Pero la nueva alcaldesa conoce el arte del regate, y ha elogiado al Gobierno de España, por los millones de euros que ha invertido en las obras del puerto, y las desgravaciones fiscales que ha concedido a los patrocinadores de la Volvo, elogio, en fin, que ha sosegado los ánimos del PSOE y de la subdelegada del gobierno, Encarna Llinares. Sonia Castedo es hábil y descubre así, en el envés del halago, unas inversiones que junto a las de la Generalitat, deberían haberse destinado a obras sociales, a regenerar el tejido industrial, tan deteriorado, o a otras urgencias, de una ciudadanía que, a lo que se ve, cuenta poco o nada.

La noticia en otros webs

Con la Volvo Ocean Race, Alicante se incorpora a ese turbio mapa de clamorosos y memorables eventos, con los que Camps ensombrece y arrincona los despojos míticos de Zaplana, y levanta una comunidad de ficciones, de espejismos y de apariencias, y así nos va. La Copa del América y la Fórmula 1 fueron tan efímeros, como inútiles: un despilfarro de los dineros de todos los valencianos, una fugaz diversión para enjoyar la testera de Camps. La Volvo no mejorará la calidad de vida, ni el medio ambiente, ni los servicios más necesarios de esta ciudad. Puede que beneficie, por unos días, a los hoteleros, pero, como ha declarado a este diario, el presidente de los mismos: «A partir del 12 de octubre volveremos a la más triste realidad». Una realidad que se impone a las pretenciosas cifras que abanderan este nuevo evento. Cuando las temerarias embarcaciones desplieguen sus velas y zarpen hacia el fin de los mares, nosotros seguiremos a puto remo y a puro grito. Pero a tanta paciencia ya hay que darle aire: sólo es un disfraz de la resignación.

La semana en la que el capitalismo tampoco cambiará.

En estos días extraños en los que la patronal pide un paréntesis en el libre mercado, George Bush nacionaliza las pérdidas de la banca y el Gobierno comunista chino puja por comprar el único gran banco de inversión que aún no ha quebrado, ¿alguien sabe en qué cueva se esconde el Fondo Monetario Internacional (FMI)? En Corea del Sur se acuerdan mucho de él. Hace una década, durante la crisis de los tigres asiáticos, a finales de los 90, el FMI puso una condición innegociable para rescatar al país del terremoto financiero: que el gobierno no ayudase a los bancos y demás empresas al borde de la bancarrota. Decían los apóstoles del FMI que era mejor para la economía que esas compañías quebrasen porque así el ‘ajuste’ –ese eufemismo– sería mucho más rápido. Medicina neoliberal: la mejor manera de sanar al enfermo es matarlo para que su hijo ocupe pronto su lugar en la fábrica.

Ahora que el enfermo es Estados Unidos la receta es muy distinta. No es país para corralitos. “Está muy bien decir ‘dejen que el sistema financiero siga, que consiga su equilibrio’ (…) pero cuando se enfrentan ataques especulativos, los precios se pulverizan y parece que las grandes corporaciones van a colapsar, es natural que el gobierno intervenga y diga ‘no podemos dejar que esto suceda”, argumenta ahora Raghuram Rajan, ex economista jefe del FMI. Y así, como lo más natural del mundo, el país donde supuestamente mejor funciona el mercado descubre que la mano incorrupta y milagrosa de Adam Smith, de tan invisible, ni está ni se la espera. “La intervención del Gobierno era esencial, dado el precario estado de los mercados”, explica George Bush, presidente de los Estados Socialistas de América.

Entre los 700.000 millones de dólares de este último empujón y lo que ya llevan gastado en los demás ‘rescates’, la factura ya ronda los dos billones de dólares; cerca del 15% del PIB anual estadounidense. Es probable que esta losa –un nuevo éxito para los libros de historia de la era neocon de Bush– agudice aún más otro proceso que ya está en marcha: la decadencia del imperio americano, el fin de la hegemonía unilateral de la que disfruta EEUU desde la caída del muro de Berlín. ¿Será también el fin del capitalismo tal y como lo conocemos? ¿Aprenderá el mundo de sus errores? ¿Nacerá de estas cenizas un nuevo modelo económico donde el libre mercado sea un método y no un fin? Por desgracia, la respuesta es no.

Hay una viñeta de Tintín que describe muy bien qué ha sucedido en los mercados financieros durante los últimos años. Es uno de los gags de “Aterrizaje en la Luna”. Tintín avisa a la tripulación, que flota ingrávida, de que en pocos segundos el cohete entrará dentro del campo de gravedad de la Tierra. “Sujetaos a algo”, grita Tintín. Y los inefables detectives Hernández y Fernández obedecen. Hernández se agarra a Fernández. Fernández se aferra a Hernández. Y, cuando la gravedad regresa, ambos se van al suelo.

La explosión de la burbuja inmobiliaria ha recordado al mercado la manzana de Newton: que lo que sube tiene que bajar. “Hemos llevado al capitalismo a su perfección, hemos acabado con el riesgo”, presumía hace unos años un bróker de la City londinense. El invento, sobre el papel, parecía bueno. El riesgo también se puede vender, y sobre eso se desarrolló el capitalismo abstracto sobre el que se levantaba el castillo de naipes que ahora se ha desmoronado. Doy hipotecas a los que no las pueden pagar, al tiempo que emito un bono (con una rentabilidad menor que el tipo de interés que cobro al hipotecado) que me permita recuperar el dinero lo antes posible y así volverlo a prestar otra vez. Esos bonos de cobro dudoso, los de las hipotecas de los pobres, quedan en teoría compensados por otros más seguros, los de las hipotecas de la clase media. Se mezcla el chóped con el jamón y así el riesgo desaparece; la banca siempre gana y los pisos nunca bajan de precio. Con esa misma fórmula, repetida mil veces, el riesgo se coló en la máquina y ascendió más y más hasta el corazón de las finanzas. Por el camino, una serie de vigilantes privados a sueldo del vigilado (que alguien pruebe ese mismo método en las cárceles, a ver qué tal) certifican que el enfermo goza de buena salud. Todo va bien mientras gira el carrusel. Todo va bien hasta que vuelve la ley de la gravedad –los hipotecados dejan de pagar, primero los pobres pero después también la clase media– y la banca se estrella contra el suelo mientras se pregunta qué paso, si no había riesgo posible. Si AIG Hernández sujetaba a Lehman Brothers Fernández. Y viceversa.

En realidad, ni siquiera es un invento nuevo. Ya pasó otra vez hace poco más de 20 años, en el crash de 1987. En aquella ocasión, los bonos basura –que era como se llamaba a esos bonos de alto riesgo- fueron también una de las causas que llevaron a Wall Street a su lunes negro, el 19 de octubre de 1987: la mayor caída de la bolsa desde 1929. En aquel momento, igual que ahora, se habló de nuevos controles más estrictos para evitar los excesos del capitalismo abstracto. Entonces, igual que ahora, se decía que el mercado había aprendido la lección, que el crash serviría de vacuna para la siguiente fiebre. Es obvio decir que de poco valió.

El capitalismo no es malo, lo han dibujado así. Es el peor sistema económico posible, a excepción de todos los demás. Sí, el mercado libre es la fuerza más poderosa de la galaxia, la búsqueda egoísta de la rentabilidad mueve el mundo, para lo bueno y para lo malo. Pero su voracidad es tan grande que siempre encuentra el camino para sortear –o desmantelar, a través de esa subespecie del poder económico llamada poder político– las regulaciones con las que sus víctimas intentan defenderse de sus excesos. Cada dos o tres décadas, más o menos, el mercado se olvida de que también es mortal, el cielo financiero se desploma sobre nuestras cabezas y hay que ceder al chantaje y pagar con los impuestos los errores de los bancos porque la alternativa es aún peor. Cada dos o tres décadas, la intervención del Estado demuestra ser la única vacuna para salvar al capitalismo de su avaricia caníbal. Cada dos o tres décadas, el libre mercado recuerda, por las malas, que hasta los deportes más agresivos necesitan un árbitro. Y entonces todo cambia para que todo siga igual.

Es la hora de la solidaridad con los más debiles, con cargo a los beneficios especulativos de los más ricos.

ARTÍCULOS DE OPINIÓN

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  • CARLOS CARNICERO

    03/09/2008

El Zumbido

Emergencia nacional: solidaridad con los más débiles

Dos millones y medio de trabajadores en paro es algo mucho más grave que un mal dato económico: es una tragedia para dos millones y medio de familias que a partir del momento de firmar el finiquito de sus empresas van a vivir en la incertidumbre, sin un horizonte cierto de cuándo volverán a tener un empleo que les permita vivir de su salario.

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Como toda penalidad tiene su lección, la nuestra es la de buscar rápidamente medidas auxiliadoras a esas situaciones de emergencia y empezar a planificar un modelo económico que no gravite desde los tiempos de los grandes beneficios empresariales y el estancamiento de los sueldos en épocas de bonanza a la tragedia de la suspensión de pagos, las regulaciones de empleo y los despidos en épocas de crisis.

La ocasión nos brinda la oportunidad de ejercitar la solidaridad en un mundo que ha hecho del mercado el único dogma. Si en la época del crecimiento espectacular de la economía, la dinámica era la de bajar impuestos para aumentar la recaudación gracias al incremento del movimiento económico, es el momento de recordar a los beneficiarios del boom inmobiliario y de la expansión del consumo que ahora toca fijar la mirada en los sectores más desfavorecidos de la sociedad.

El presidente del Gobierno ha anunciado medidas excepcionales para proceder a la recolocación de los parados del sector de la construcción. Suena una medida difícil de realizar pero la intención es encomiable. Además transita en la dirección de reconvertir el modelo económico español basado en el ladrillo y en los servicios en otro en donde la cualificar laboral, la investigación y el desarrollo den un perfil más dinámico y de más valor añadido a la actividad empresarial.

José Luis Rodríguez Zapatero tiene una ocasión única para demostrar que es el líder de un partido democrático de izquierdas y de aportar soluciones que generen confianza en los sectores más vulnerables de la sociedad. Es la hora de los más débiles.

Carlos Carnicero es periodista y analista político

Estados Unidos y la crisis económica: ¿Relación causa-efecto?

POLÍTICA

 

 

 

El Nobel de Economía, Stiglitz, encuentra en las políticas de Bush el origen

¿Son los neocon americanos los causantes de la crisis económica mundial?

VENTURA HABA

Don Mariano, farruco y campanudo, se dirige a Rodríguez Zapatero para que “explique el origen de la crisis”. Reclama muy legítimamente razones y argumentos sobre cómo salir del bache, pero sorprende esta insistencia en conocer del origen del frenazo económico cuyos síntomas son cada vez más preocupantes.

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El origen parece claro. Tiene mucho que ver, si no todo, con la nefasta política practicada en los últimos años por EE.UU bajo la dirección de George W. Bush, el tipo en cuyo rancho tejano Aznar ponía los pies sobre la mesas, antes de que nuestro mostachudo nos situase en el mapa de la historia retratándose en la foto de las Azores.

De aquellos polvos…
Pues aquellos polvos trajeron estos lodos. Lo ha descrito con todo lujo de detalles el Nobel de Economía Joseph E. Stiglitz en “The three trillion dólar war”. En este libro Stiglitz, en colaboración con Linda Bilmes, de la Universidad de Harvard, explican cómo una combinación de irresponsabilidad, fanatismo, ignorancia e insultante ausencia de estrategia, llevaron a Bush a embarcarse en la guerra de Irak. Un conflicto que, además de inmoral, ilegal e ilegítimo, ha destartalado las finanzas norteamericanas y tiene una más que directa relación con los acontecimientos que han llevado al mundo desarrollado a la recesión económica.

La factura neocon
Los costes de la guerra, la demanda de recursos para financiarla, el petróleo que lejos de bajar su precio se ha disparado, la inestabilidad planetaria provocada por una campaña antiterrorista errónea y desenfocada y la dejadez, junto a la incompetencia de los reguladores, para fiscalizar el sistema bancario norteamericano entregado a la enloquecida carrera de las sub prime, están en el origen de la crisis por el que pide explicaciones Rajoy. ¿A qué espera ZP para refrescarle la memoria a D. Mariano? Los fanáticos neocons nos han llevado al borde del precipicio.

EL MINISTRO SOLBES PIDE A LAS EMPRESAS QUE INVIERTAN «ANTES DE REPARTIR BENEFICIOS» PARA PALIAR LOS EFECTOS DE LA CRISIS QUE EN ESPAÑA «ROZA EL LARGUERO», DICE

El vicepresidente segundo del Gobierno, Pedro Solbes, rechaza que el país se haya paralizado por la crisis y prevé un crecimiento «algo mejor» en el tercer trimestre, e insiste en que ahora es necesaria la moderación salarial y que las empresas inviertan en lugar de repartir beneficios.

Solbes reconoce que la economía española está «rozando el larguero» de la recesión pero, asegura, no llegará a sufrirla, y cree que «tan importante o más» que tomar medidas para paliar la crisis es seguir «modernizando el país» y corregir sus desequilibrios para que cuando lleguen épocas mejores se vuelva a registrar un crecimiento elevado. Informa EFE.

Petroleo más barato. Además, está convencido de que la rebaja fiscal de 400 euros va a tener un impacto positivo «claro» en el consumo privado, y así se va a notar en este tercer trimestre. Este efecto y otros factores como las recientes bajadas del precio del petróleo, otras rebajas fiscales como la del Impuesto sobre Sociedades y el «buen año agrícola» ayudarán, en su opinión, a que en el tercer trimestre haya un aumento del PIB «algo mejor» al registrado entre abril y junio, que fue de sólo del 0,1 por ciento intertrimestral y del 1,8 por ciento interanual.

Vacaciones con menos alegría. «Cuando veo el comportamiento de la gente a lo largo del verano es verdad que no existe la alegría de otros años, pero tampoco hay una sensación de paralización del país», señala el ministro de Economía, para quien lo importante es «no perder este tiempo» con medidas puntuales sino impulsar otras «estructurales» que refuercen los cimientos económicos de cara al futuro. En cualquier caso, insiste en recordar que la batalla contra la crisis no la, debe librar sólo el Gobierno, y que empresarios, trabajadores y ciudadanos en general deben adaptarse a la nueva coyuntura.

Negociación salarial. «Todos hemos estado subidos al carro de trece años de crecimiento», pero ahora las circunstancias «han cambiado» y hay que hacer las cosas «de otra forma», añade. A los primeros a los que dirige este mensaje es a los empresarios, a los que recuerda que «no tiene sentido» que repartan beneficios de la forma en que lo hicieron en los años de bonanza y ahora es «importantísimo» que inviertan en sus actividades para impulsar el crecimiento. A los trabajadores les recuerda que lo importante es mantener el empleo, y pide que esa premisa se tenga en cuenta en la negociación salarial. «No hay que trazar grandes líneas aplicables automáticamente a todos, sino tener un comportamiento de moderación salarial. Eso hay que defenderlo en función de la situación de cada empresa», concluye.