Carlos Carnicero: «Cuba después de Fidel» (I)

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¿Puede sobrevivir el régimen cubano sin su líder histórico?

Cuba después de Fidel (I)

El próximo domingo y después de un periodo ininterrumpido de cincuenta años, Fidel Castro dejará de ser el máximo líder de la revolución cubana. La incógnita de quién será elegido presidente del Consejo de Estado -que es el cargo correspondiente a Jefe de Estado en Cuba- se despejará en el curso de la Asamblea del Poder Popular que se constituirá ese día en La Habana.

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¿Significa esto que ha empezado el proceso político de transición desde el socialismo cubano a un sistema pluripartidista y de economía de mercado?
Es una hipótesis muy aventurada, porque los proyectos que se desprenden de la dinámica encabezada por Raúl Castro en los meses que ha ejercido un poder delgado e interino de su hermano, apuntan hacia transformaciones de otra naturaleza. La pregunta a la que hay que buscar respuesta a partir de hoy es si el régimen cubano puede sobrevivir sin su líder histórico. Y si los cambios que reclaman sus ciudadanos arrastrarán al socialismo cubano a una evolución hacia otro tipo de régimen.

Consenso sobre la necesidad de cambios
Hay un consenso generalizado en el interior de Cuba sobre la necesidad de realizar cambios profundos en el sistema para satisfacer las demandas económicas de sus ciudadanos. Raúl convocó a todos los cubanos a realizar asambleas en sus centros de trabajo y núcleos del partido para decir en voz alta sus opiniones sobre la situación real del país. Y los ciudadanos, a lo largo de los últimos meses, han hablado claro: existe un clima de enorme insatisfacción con las condiciones de vida en Cuba y un reclamo directo para que el sistema abra un periodo de reformas para permitir que los cubanos puedan ejercer un grado de libertad económica y realizar actividades que ahora mismo les están prohibidas o limitadas por el sistema.

Aspiraciones económicas
Los cubanos quieren mejorar económicamente, aspiran a tener libertad de movimientos en su país y a no tener que depender obligatoriamente de una relación laboral con el estado. Quieren acabar con el llamado “periodo especial”, que es la denominación oficial de las condiciones de vida extraordinariamente duras que se instalaron con la caída del sistema soviético para asegurar la supervivencia de la revolución cubana en medio de un mundo capitalista. Pero no hay que exagerar las conclusiones de esos debates, porque los reclamos han sido mucho más de naturaleza económica o social que de índole política. Muchos cubanos se han acostumbrado al sistema de partido único y la falta de referencias históricas de una Cuba con sistema de partidos estable hace que los déficit de la sociedad cubana no sean fundamentalmente de carácter político, sino económico.

Raúl anuncia cambios
El propio Raúl y otros comandantes históricos de la revolución, como Ramiro Valdés y Juan Almeida, se han referido a la necesidad de promover cambios estructurales en el sistema cubano que garanticen la supervivencia de la revolución. Y ahí empiezan los problemas para averiguar a qué se refieren exactamente estos dirigentes cuando califican de “estructurales” los cambios necesarios para satisfacer las reclamaciones de los ciudadanos en el seno de la revolución cubana.

Reformas
En la actualidad, la economía cubana es dependiente en un alto grado del intercambio comercial con Venezuela. Existe un déficit de producción de alimentos y es precisamente en el sector agrícola y ganadero donde se han dirigido las miradas de Raúl Castro para hacer eficientes esos vectores de la economía a los que su carácter estatal e intervenido condena a una producción extraordinariamente baja. Los analistas consideran que esa es una de las prioridades de las reformas: crear condiciones de autonomía en los trabajadores agrícolas para que se creen incentivos capaces de aumentar la producción. Poco más se sabe del carácter de las reformas que se puedan producir y existe escepticismo sobre la posibilidad de introducir normas de economía de mercado en un sistema prácticamente estatal en el que el sector privado se reduce a la participación de algunas empresas extranjeras con el estado cubano, y a poco más de doscientos mil cubanos que trabajan por su cuenta sin posibilidades de constituir una pequeña empresa.

Pendientes de la Asamblea
A partir del nombramiento del sucesor de Fidel Castro todas las miradas estarán puestas en las primeras decisiones que adopte la Asamblea del Poder Popular nacida del reciente proceso electoral que culmina el próximo domingo 24 de febrero. La gran incógnita que todavía está sin desvelar es si el sistema cubano admite modificaciones que no acaben necesariamente con su propia esencia. Muchos analistas creen que la transición en Cuba vendrá de la constatación de que cualquier reforma que se introduzca desde parámetros liberalizadores de la economía, terminará por generar una dinámica que acabe con la naturaleza del sistema político hasta una homologación progresiva con un sistema de economía de mercado y de pluripartidismo.

Atentos a las elecciones norteamericanas
Lo que ocurra en Cuba, la velocidad y la naturaleza de los cambios, dependerá necesariamente de la actitud de las autoridades norteamericanas a raíz de la sucesión de Fidel Castro. Es casi impensable que en año electoral norteamericano se produzcan modificaciones en la política hacia Cuba. El peso electoral de La Florida en la elección presidencial dificultará cualquier movimiento antes de las elecciones de noviembre por el peso que tienen los lobby de cubanos en Miami. La mayoría son partidarios de la línea dura de bloqueo y embargo comercial a Cuba. El fracaso histórico de esas políticas, desarrolladas con distinta intensidad en los últimos cincuenta años, no ha hecho modificar el criterio de las distintas administraciones, porque carecen de autonomía frente al chantaje electoral de los cubano-norteamericanos que controla electoralmente La Florida.

Estados Unidos y Europa
A pocas horas de conocerse la noticia, el Departamento de Estado norteamericano volvió a destacar la falta de coincidencia en el diagnóstico sobre Cuba con la Unión Europea, y citó específicamente a España. Pero por primera vez, el portavoz restó importancia a las diferencias. ¿Será posible ahora que la Unión Europea y Estados Unidos puedan acercar sus posiciones para facilitar un cambio pacifico y progresivo en Cuba de acuerdo con la voluntad de los cubanos? (Continuará)