La ideología de los negocios sucios.

 

Dibujo

ARTÍCULOS DE OPINIÓN

ENRIC SOPENA

26/09/2009

 Cabos Sueltos

“A quienes –en medio del huracán Gürtel- les ha tocado llevar el barco al abrigo de puerto no les importa demasiado que el PP se hunda. Pero lo que en Génova 13 la mayoría de los dirigentes actuales no quiere de ningún modo que suceda es que sean ellos los que se hundan”. La frase es de un veterano líder popular, muy alejado de la política activa y de las batallas y los litigios internos.

 Lo cierto es que Mariano Rajoy debe de estar muy agobiado cuando ayer –por boca de Ricardo Costa, ese petimetre bajo sospecha que ejerce de secretario general del PP valenciano- anunció que había encargado una “auditoria externa”, “internacional”, que analizara “las cuentas del partido” en la Comunidad valenciana.

 Habitual desparpajo

 El tal Costa añadió que esas cuentas se harían en su día “públicas” e invitó a que el PSPV (PSOE) haga lo propio, si pretende “dar ejemplo”. Lo dijo con su habitual desparpajo de chulo pijo, como si los socialistas valencianos hubieran sido en algún momento socios de los correas o los bigotes. No precisó, sin embargo, si la solicitud de poner en marcha una auditoría le había llegado del presidente de su partido en la Comunidad valenciana o del presidente del PP a escala nacional.

 Mangas verdes

 En todo caso, “¡a buenas horas mangas verdes!”. Esta expresión se atribuye por cierto –y entre otros orígenes- a la Santa Hermandad, especie de policía rural fundada a finales del siglo XV por los Reyes Católicos. Estaban conectados sus agentes con la Inquisición y actuaban, sobre todo, contra delitos vinculados a la fe. Vestían casacas con mangas verdes y llegaban muy a menudo con retraso a los acontecimientos. La Inquisición Rajoy, que este año ha descubierto, gracias a Gürtel, la Inquisición -aunque se confunda acerca de quienes son miembros de la misma y eso que los tiene a su vera-, es desde luego tardío o paquidérmico a la hora de enfrentarse a cualquier adversidad o de demostrar el arrojo o la energía exigibles a un líder político. Se encuentra más a gusto con la ambigüedad que con el riesgo de decidir dando la cara.

 Ocho meses

Durante casi ocho meses no ha tomado ninguna iniciativa regeneracionista de puertas adentro y se ha limitado [extralimitado para ser más exactos] a dar pataletas de niño consentido protegiendo a sus amiguitos. Ha arremetido sin escrúpulos contra las instituciones del Estado de Derecho: policías fiscales, jueces y periodistas, incluidos. El mismo Estado que él aspira a gobernar desde la Moncloa se lo ha pasado demasiadas veces ya por la entrepierna, sea escrita la expresión como metáfora o alegoría. La cúpula/búnker Cuando se estrecha cada vez más el cerco de la corrupción exuberante, aunque aún presunta, contra la cúpula/búnker de la derecha –la derecha valenciana, madrileña y la de ámbito estatal-, ¿alguien puede creerse que la solución pasa por una autoría, por muy internacional que sea, encargada por aquellos que se encuentran literalmente contra las cuerdas? Comisión interna ¿O resulta creíble que a estas alturas del curso pueda Rajoy “hacer sin dilación” nada menos que “crear una comisión interna de investigación, como hizo Aznar en el caso Naseiro?” Esa recomendación se la envió ayer el editorial de El Mundo, que parece dispuesto a clavarle la puntilla a Rajoy a tenor de sus informaciones más recientes, que vienen a confirmar que algo huele a podrido no en Dinamarca, sino tanto en Génova 13 como en la Generalitat valenciana. Un paripé Respecto a lo que hizo Aznar ante el caso Naseiro [que estalló en 1990, pocos días después de haber sido designado en Sevilla presidente del PP mediante el dedo de don Manuel], El Mundo olvida que la comisión interna funcionó de inmediato, que el instructor fue Alberto Ruiz-Gallardón, de profesión fiscal, que el tesorero y el gerente –Rosendo Naseiro y Ángel Sanchís- amenazaron con cantar y tirar de la manta y que el informe se convirtió en un paripé.

La sentencia del Supremo

Pero al PP de Aznar no le salvó, en el caso Naseiro -tan similar al caso Gürtel -, la investigación interna, sino el Tribunal Supremo merced a una sentencia interpretativa, de archivo y punto, enormemente favorable a los conservadores. Sin esa sentencia, probablemente no se habría hundido el PP, aunque sí muchos de sus nuevos rectores y otros que venían de antaño, de los tiempos fundacionales. Ahora corren peligro los dirigentes marianistas y el propio partido. Un partido cuya única ideología de verdad da la impresión de que sea la de los negocios. O mejor dicho: la de los negocios sucios.

Enric Sopena es director de El Plural

Ideas para la izquierda.

 

ideas para la izquierda

El País/

Daniel Innerarity  28/06/2009

El fracaso de los socialistas en las recientes elecciones europeas, precisamente por haber afectado a todos los países, remite a algunas causas ideológicas de carácter general.

 La pregunta que se plantea con irritación y desconcierto sería la siguiente: ¿cómo explicar que la crisis o los casos de corrupción golpeen de manera muy diferente, desde el punto de vista electoral, a la izquierda y a la derecha?

El vicio de la izquierda es la melancolía, mientras que el de la derecha, es el cinismo Pienso que la raíz de esa curiosa decepción, que se reparte tan asimétricamente, está en las diversas culturas políticas de la izquierda y la derecha. Por lo general, la izquierda espera mucho de la política, más que la derecha, a veces incluso demasiado. Le exige a la política no sólo igualdad en las condiciones de partida sino en los resultados, es decir, no sólo libertad sino también equidad.

 La derecha se contenta con que la política se limite a mantener las reglas del juego. Es más procedimental y se da por satisfecha con que la política garantice marcos y posibilidades, mientras que el resultado concreto (en términos de desigualdad, por ejemplo), le es indiferente; a lo sumo, aceptará las correcciones de un «capitalismo compasivo» para paliar algunas situaciones intolerables. Por supuesto que ambas aspiran a defender tanto la igualdad como la libertad y que nadie puede pretender el monopolio de ambos valores, pero el énfasis de cada uno explica sus distintas culturas políticas.

 La diferencia radicaría en que la izquierda, en la medida en que espera mucho de la política, también tiene un mayor potencial de decepción. Por eso el vicio de la izquierda es la melancolía, mientras que el de la derecha es el cinismo. Esto explicaría sus distintos modos de aprendizaje, lo que probablemente responde a dos modos psicológicos de gestionar la decepción.

La izquierda aprende en ciclos largos, en los que una decepción le hunde durante un espacio de tiempo prolongado y no consigue recuperarse si no es a través de una cierta revisión doctrinal; la derecha tiene más incorporada la flexibilidad y es menos doctrinaria, más ecléctica, incorporando con mayor agilidad elementos de otras tradiciones políticas. Por eso la izquierda sólo puede ganar si hay un clima en el que las ideas jueguen un papel importante y hay un alto nivel de exigencias que se dirijan a la política.

Cuando estas cosas faltan, cuando no hay ideas en general y las aspiraciones de la ciudadanía en relación con la política son planas, la derecha es la preferida por los votantes. La izquierda debería politizar, en el mejor sentido del término, frente a una derecha a la que no le interesa demasiado el tratamiento «político» de los temas. La derecha hoy exitosa en Europa es una derecha que promueve, indirecta o abiertamente, la despolitización y se mueve mejor con otros valores (eficacia, orden, flexibilidad, recurso al saber de los técnicos…). Lo que la izquierda debería hacer es luchar, a todos los niveles (frente al imperialismo del sistema financiero, contra los expertos que achican el espacio de lo que es democráticamente decidible, contra la frivolidad mediática…) para recuperar la centralidad de la política. Hoy no es que haya una política de izquierdas y otra de derechas; el verdadero combate se libra actualmente en un campo de juego que está dividido entre aquellos que desean que el mundo tenga un formato político y aquellos a los que no les importaría que la política resultara insignificante, un anacronismo del que pudiéramos prescindir.

Por eso la defensa de la política se ha convertido en la tarea fundamental de la izquierda; la derecha está cómodamente instalada en una política reducida a su mínima expresión, a la que le han reducido enormemente sus espacios el poder de los expertos, las constricciones de los mercados y el efectismo mediático. Para la izquierda, que el espacio público tenga calidad democrática es un asunto crucial, en el que se juega su propia supervivencia.

La idea de que la izquierda está por lo general menos movilizada se ha convertido en un tópico que a veces revela una concepción mecánica y paternalista (cuando no militar) de la política. Hay quien entiende la movilización como una especie de hooliganización, como si la ciudadanía fuera una hinchada, y, llegado el momento, propone suministrar la dosis oportuna de miedo o ilusión para que la clientela se comporte debidamente. Este automatismo no es la solución sino el síntoma del verdadero problema de una izquierda que se está acostumbrando a chapotear en una ciudadanía de baja intensidad.

 Lo que la gente necesita no son impulsos mecánicos sino ideas que le ayuden a comprender el mundo en el que vive y proyectos en los que valga la pena comprometerse. Y la actual socialdemocracia europea no tiene ni ideas ni proyectos (o los tiene en una medida claramente insuficiente). No quiero caer en un platonismo barato y exagerar el papel de las ideas en política, pero si la izquierda no se renueva en este plano seguirá sufriendo el peor de los males para quien pretende intervenir en la configuración del mundo: no saber de qué va, no entenderlo y limitarse a agitar o bien el desprecio por los enemigos o bien la buena conciencia sobre la superioridad de los propios valores.

Daniel Innerarity es profesor de Filosofía en la Universidad de Zaragoza. Acaba de publicar El futuro y sus enemigos. Una defensa de la esperanza política.

Conciencia y calidad de la democracia, de Adela Cortina.

Periodismo de opinión en Reggio’s

adela cortina

El País

Hace unos meses, la propaganda de la película Valkiria llevaba una leyenda bien impactante. Decía algo así como “mientras otros obedecían, él escuchó a su conciencia”. “Él” era el coronel Von Stauffenberg, el líder del último atentado contra Hitler, alguien que no se doblegó ante lo “políticamente correcto”, cuando no doblegarse implicaba exponerse a la tortura y la muerte. No sólo a no recibir el aplauso de la mayoría o a ser mal considerado, sino a perder la vida, como realmente sucedió. Gentes así despiertan admiración, o deberían hacerlo.

Como Shtrum, el personaje de Vasili Grossman en Vida y destino, el científico caído en desgracia durante el régimen de Stalin, que se niega a reconocerse culpable -porque no lo es-, aunque sus amigos le aconsejan hacerlo para evitarse males mayores. Socialista convencido, confiesa a su hija: “Creo que nos precipitamos al hablar de socialismo; éste no consiste sólo en la industria pesada. Antes de todo está el derecho a la conciencia. Privar a un hombre de este derecho es horrible. Y si un hombre encuentra en sí la fuerza para obrar con conciencia, siente una alegría inmensa”.

La conciencia personal frente al totalitarismo, nacionalsocialista, soviético o de cualquier otro género. La persona artífice de su propia vida, como diría Séneca, responsable de su propio destino.

Justamente, la estrategia de los totalitarismos consiste en anularla con distintas coartadas, como la tan conocida de la “obediencia debida” al Führer, al Estado soviético, al mando militar. Una coartada inadmisible en sociedades democráticas, que se caracterizan por hacer de la igual autonomía de los ciudadanos la clave de la vida social y, por lo tanto, no pueden permitirse anular las conciencias que es la forma de anular a las personas.

En estas sociedades existe la objeción de conciencia; claro está, que cualquier ciudadano puede presentarla cuando considera que una ley viola sus convicciones más profundas, aunque sólo se reconocerá el derecho a ejercerla en los casos tipificados a tal efecto, y lo que pase de ahí es desobediencia civil. Pero en esta vida no todo se agota en los reconocimientos legales ni queda asegurada la supervivencia de la conciencia personal porque exista el derecho a objetar en determinados casos. ¿Qué sucede -por ejemplo- cuando los partidos políticos se niegan a dejar libertad de conciencia a sus miembros a la hora de votar en situaciones especialmente conflictivas para ellos? ¿No es entonces la disciplina de voto una versión suave de la obediencia debida para estómagos democráticos?

Sin duda, las sociedades abiertas se enfrentan a un buen número de contradicciones, pero, precisamente por su carácter abierto, se ven obligadas a sacar a la luz los problemas, a reconocerlos como tales y a tratar sobre ellos para tratar de enfrentarlos con altura humana. Ésa es la grandeza y la responsabilidad de los mundos abiertos.

Es verdad que los partidos políticos, sean muchos o pocos, han de presentar propuestas unitarias a los ciudadanos dentro de sus programas, porque en caso contrario pierden eficacia y sentido. Parece entonces que no puede haber pluralismo interno, porque ¿cómo sabrán los electores a quién votar si hay disensiones internas? Pero tampoco se puede eludir la otra cara de la moneda: ¿qué hace un militante que está de acuerdo con su partido en la mayor parte de las propuestas pero se siente incapaz de apoyar algunas porque se lo impide su conciencia?

La calidad de una democracia representativa exige que los ciudadanos puedan esperar de los partidos que cumplan sus programas, a los que debería haberse llegado por debate interno y externo. En este cumplimiento mostrarían su operatividad y ese valor tan preciado por nuestras sociedades que se llama “eficiencia”. Pero esa misma calidad de la democracia reclama que los miembros de los partidos ejerzan su libertad de conciencia, porque mal pueden contagiar pluralismo instituciones monolíticas.

El monolitismo no es un valor positivo, que atrae, sino un valor negativo, que repele, y resulta más convincente un partido -o cualquier otra institución- cuyos miembros pueden poner en duda propuestas del aparato. Recuerdo en este sentido las declaraciones de un miembro del PSOE, alcalde en un pueblo de Alicante, que aseguraba haber probado durante años el agua de las desalinizadoras y haber llegado por experiencia a la conclusión de que era mejor un sistema mixto, porque el agua que es buena para las personas no lo es tanto para la agricultura. Ante la pregunta del periodista “¿cómo dice eso siendo del partido que es?”, la respuesta era extraordinaria: “No me sentiría a gusto en mi partido si no dijera lo que he comprobado por experiencia”.

Por supuesto que el que expresa su libre conciencia se puede equivocar, por supuesto que existen los iluminados peligrosos. Pero bien puede ocurrir que una persona, a pesar de intentar aceptar al máximo lo que le une a la mayoría, de un partido o de una sociedad, acabe pronunciando la famosa frase de Lutero: “No puedo más, aquí me detengo”. En un sentido o en otro. Anular esa posibilidad es apostar por la Raza, por el Estado o por el Partido, por lo contrario de la sociedad abierta.

Adela Cortina es catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Luis Bárcenas y el sindicato del crimen.

ARTÍCULOS DE OPINIÓN

  • Fernando de Silva
  • FERNANDO DE SILVA

    16/06/2009

Sin la Venia

Luis Bárcenas, el hombre encargado de “controlar” las finanzas del PP, y a quién por su cargo se le debería de suponer una honestidad por encima de la media de los dirigentes de su partido, está a punto de engrosar la lista de imputados del llamado Caso Gürtel; tan sólo falta que el Tribunal Supremo acepte que existen indicios suficientes para considerarle como un presunto delincuente económico. La justicia es lenta pero demoledora para quienes piensan que ganando tiempo o mirando para otro lado las conductas delictivas desaparecen por arte de magia. Mariano Rajoy sigue equivocándose y pronto será engullido por la inmundicia que le rodea por todas partes; la corrupción no desaparece con las victorias electorales, pero sí contribuye a convertir a sus votantes en encubridores de sus fechorías, como está ocurriendo actualmente en la Italia de Berlusconi, un político sin escrúpulos que antaño compartía una buena amistad con Aznar.

<!–No han pasado tres meses desde que L.B., como así se le conoce en los libros de la caja B de la trama de Correa, se sentía perseguido y denunciaba al Juez Garzón ante el Consejo General del Poder Judicial; y el PP incluso se atrevía a presentar contra aquél una querella por prevaricación. Pero el tiempo se le está acabando, ya nadie le cree, y muy pronto su propio partido tratará de apartarle en un acto más de hipocresía propia de una derecha impropia de un régimen democrático.

El Partido Popular sufre una pandemia en la que el virus de la corrupción campa por sus fueros sin control, con la particularidad de que sus efectos pueden ser letales, y no curan en tres días como los de la gripe A. Y por el momento tan sólo cuentan con la vacuna de sus electores, que tarde o temprano les abandonarán por miserables.

La Agencia Tributaria, que ha tardado demasiado en reaccionar, parece que ha descubierto que las inversiones de Luis Bárcenas eran superiores a sus ingresos, y como tal circunstancia es imposible a menos que se demuestre un endeudamiento no reconocido, el fiscal y el juez instructor consideran que las pruebas practicadas son suficientes para su imputación por los delitos de fraude fiscal y cohecho, todo un ejemplo de saber hacer del tesorero del principal partido de la oposición.

Lo ahora descubierto parece ser la punta del iceberg de los negocios ilegales de un sindicato del crimen. No nos olvidemos de que Correa afirmaba en una conversación grabada: “Yo a Bárcenas le he llevado… 1.000 millones de pesetas. Yo, Paco Correa, le he llevado a Génova y a su casa“. Intuyo que lo percibido por Luis Bárcenas, al tratarse de una pieza clave del caso Gürtel, sólo representa la comisión recibida por el cobro de comisiones entregadas ¿a su partido?. En los tiempos del sindicato del crimen cuando el contable se quedaba con dinero de sus jefes le cortaban la cabeza o le tiroteaban; ahora el PP se conformará con “suspenderle cautelarmente de militancia”, y Rajoy mirará para otro lado.

Ahora Rajoy es cuestionado por su connivencia con la ausencia de ética en la política.

POLÍTICA

 

Hace un año el jefe del PP era criticado por falta de liderazgo

¿Y ahora qué decisión va a tomar Mariano Rajoy en relación al trío de aforados? Estos son Jesús Merino, diputado a escala nacional; Gerardo Galeote, aún eurodiputado, y Luis Bárcenas, senador popular por Cantabria y tesorero del partido.

<!–acabó la farsa, aunque algunos farsantes <i>marianistas</i> continúen jugando al equívoco y, sin duda, al cinismo en Génova 13. Durante meses, el jefe de la derecha –para proclamar la inocencia del terceto de presuntos implicados- se ha venido refugiando en el dato o la circunstancia procesal de que ninguno de los tres estaba imputado.

“Con carácter de urgencia”
Ahora ya están imputados y se les acusa de presuntos delitos de cohecho y contra la hacienda pública. Antonio Pedreira, juez instructor del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM), ha remitido la causa al Tribunal Supremo y además ha exhortado a sus colegas a que llamen a declarar a los imputados “con carácter de urgencia” pues los hechos a investigar -ha precisado- pueden prescribir dentro de un mes.

“Nuevos hechos”
Pedreira subraya en su escrito al Supremo que él ha encontrado indicios de delito por los supuestos vínculos, de estos tres políticos del PP, con la trama o caso Gürtel. La actitud del juez del TSJM es compartida por la Fiscalía Anticorrupción. Pedreira reconoce que los últimos informes aportados por la Fiscalía y por la Agencia Tributaria le han llevado a elevar el sumario al Supremo, subrayando que ha “descubierto nuevos hechos” de modo que no descarta que los aforados “hayan podido incurrir en infracciones de naturaleza administrativa y penal”.

Un puñetazo
¿Y usted, Sr. Rajoy a que sigue esperando para dar un puñetazo en la mesa de su despacho? ¿Por qué no dice en voz alta que “hasta aquí hemos llegado”? Atrévase de una vez a declarar que los tres imputados no merecen formar parte del Partido Popular, que se les suspende de militancia y que serán de inmediato destituidos de sus cargos y responsabilidades.

El ridículo
Ayer la portavoz parlamentaria del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, en La mirada crítica de Tele 5, preguntada por María Teresa Campos, no hizo más que el ridículo. Respondía como si fuera un robot e insistía de forma patética utilizando argumentos tan endebles como estólidos. ¡Cuánto le costó admitir a Sáenz de Santamaría que los políticos no sólo han de ser votados en función de su gestión, sino que han de serlo también por su honradez!

Emergente corrupción
Rajoy se ha abrazado en estos tiempos de emergente corrupción pepera a Francisco Camps y a Luis Bárcenas, los dos imputados de mayor relieve político del caso Gürtel. Los ha protegido y los ha amparado. Casi se ha convertido objetivamente en cómplice de ambos. Su conducta como candidato a la presidencia del Gobierno de España ha oscilado entre la cobardía y la incapacidad para regenerar su propio partido, atrapado por una mafia de sinvergüenzas muy bien relacionada con algunos de los mandamases de la derecha.

Política y negocios sucios
El hombre que, emulando a su padrino Aznar, se ha ofrecido en El Mundo para sacar a España de la crisis económica internacional, resulta que es sencillamente impotente a la hora de plantar cara a los profesionales del pelotazo o a los que confunden en su beneficio la política con los negocios sucios y, eso sí, suculentos. No le importa a Rajoy, ni poco ni mucho, que gentes como Carlos Fabra o los imputados de la saga Correa hayan alcanzado –sin rubor ni límite conocido- su enriquecimiento escandaloso gracias a métodos caciquiles o de rufianes posmodernos.

Ausencia de ética
Rajoy era hace un año cuestionado severamente por su falta de liderazgo. Ahora lo es por algo muchísimo más grave: su connivencia con la amoralidad o la ausencia de ética en la política.

Enric Sopena es director de El Plural

Lo que nos jugamos en Europa.

El Plural / Artículos de opinión

ARTÍCULOS DE OPINIÓN
  • 38x38 Vicenç Navarro
  • VICENÇ NAVARRO

    05/06/2009

 

El dominio liberal en la Unión Europea
Las elecciones de este domingo al Parlamento Europeo afectarán, de una manera u otra, a la calidad de vida de las clases populares de todos los países miembros de la Unión Europea, incluyendo España. Y en cambio, no hay conciencia, a nivel de calle, de que esto sea así. Hoy, la Unión Europea configura en gran parte las políticas económicas y sociales que determinan el bienestar de la población de sus estados miembros. La evidencia de esta realidad es abrumadora. En un artículo reciente (“¿Qué pasa en la Unión Europea?” Público. 21.05.09) indiqué cómo esta Europa se ha estado construyendo a espaldas de las clases populares, con unos costes económicos y sociales que son fáciles de ver. Los indicadores de calidad de vida y bienestar social de las clases populares se han ido deteriorando en la mayoría de países de la Unión Europea, mientras que los beneficios empresariales y financieros en cada uno de aquellos países han aumentado de una manera exuberante (para mayor detalle de tal deterioro de la situación de la Europa Social, ver Navarro, V. “Como está evolucionando la situación social de la Unión Europea” en la colección dirigida por Josep Borrell “Europa en la Encrucijada”. 2007, colgado en mi blog www.vnavarro.org, sección Europa)

<!–Este deterioro ha ocurrido por tres razones. Una es el enorme dominio del pensamiento liberal, y las políticas públicas que ha inspirado, en los gobiernos de los países miembros de la UE, en el Consejo de la UE, en la Comisión Europea y en el Banco Central Europeo. El liberalismo es la ideología de las clases empresariales y financieras y ha dominado la construcción de Europa. La reducción del gasto público; la disminución de la protección social; la desregulación de los mercados de trabajo y la desregulación del comercio y del capital financiero, han sido las constantes que han caracterizado la construcción de la Unión Europea.

La segunda causa ha sido la reproducción de tal pensamiento también en grandes sectores de la socialdemocracia, que ha promovido el socioliberalismo, primo hermano del liberalismo. La Tercera Vía se convirtió en el mayor punto de referencia de los gobiernos socialdemócratas. La Tercera Vía identificó la modernidad del proyecto socialista con la adopción del liberalismo económico. Ser moderno era ser liberal.

Y la tercera causa ha sido la expansión de la UE hacia los países del este de Europa que, inmunizados contra cualquier intervención pública como consecuencia del fracaso de los regimenes comunistas, se convirtieron en incondicionales del otro polo (el modelo liberal), apoyados en este intento por el gobierno federal de EEUU del Sr. Bush y por el gobierno británico laborista del Sr. Blair.

Resultado de estos tres factores es que el dominio de las derechas es casi absoluto en la UE. Hoy, instituciones como el Tribunal Comunitario de la UE, están dictando sentencias que suponen un ataque frontal a los derechos sociales y laborales en la UE. La lista de tales ataques es larga. Desde la directiva de servicios Bolkenstein, a los casos Laval y Buffet, incluyendo la expansión del horario laboral a 65 horas semanales, la Unión Europea ha sido hostil a los intereses de las clases trabajadoras de sus países miembros.

El déficit democrático y el Parlamento Europeo
El único entorno en el que existe un espacio democrático ha sido el Parlamento Europeo, sujeto de las elecciones de este domingo. El poder de este Parlamento es limitado. Y ello no es por casualidad. El enorme déficit democrático de las instituciones europeas responde a un diseño del mundo empresarial y financiero. Ello apareció en la llamada estrategia de Lisboa, aprobada en el año 2000, que tenía como objetivo alcanzar el nivel de competitividad de EEUU, introduciendo reformas liberales que eran muchas de ellas una copia mimética del modelo liberal estadounidense (tal como desregular los mercados laborales y financieros). Pero las élites que diseñaron tal estrategia eran conscientes de que tales medidas eran profundamente impopulares. De ahí que transfirieran el poder de decisión de los estados al nivel de la UE, donde hay una escasísima posibilidad de intervención popular. El único espacio donde tal intervención puede tener lugar es el Parlamento Europeo. En este Parlamento, hay partidos políticos que son los corresponsales europeos de los partidos nacionales. El PP está en el Partido Popular Europeo, el PSOE-PSC está en el Partido Socialista Europeo, IU-ISC está en la Izquierda Europea, y así otros. Hoy el Parlamento Europeo tiene una mayoría conservadora que explica que sólo modifique en parte lo que le llega de arriba (de la Comisión y del Consejo, ambos bajo dominio liberal). Tal Cámara pudo parar la extensión de la semana laboral a 65 horas, pero es más la excepción que la regla.

Está claro, pues, que esta Europa no es la Europa que las clases populares desean. Es urgente que la situación cambie. Y ello no será nada fácil. Pero sería un error que las personas conscientes de esta situación se abstuvieran. El establ¡shment europeo presentará al público la abstención como una muestra más del desinterés de la población y su incapacidad de entender las complejidades de construir Europa. En realidad, la abstención es una muestra más del distanciamiento de las clases populares hacia las instituciones europeas. Pero la abstención reforzará el status quo, que es lo peor que puede ocurrir. De ahí la enorme urgencia de que se vote a las fuerzas reformistas de izquierda que pidan el cambio. Se necesita una izquierda fuerte a la izquierda de la socialdemocracia, y se necesita una socialdemocracia distinta a la que ha dominado el centro-izquierda europeo, que abandone el socioliberalismo y recupere sus valores socialdemócratas, bastante abandonados. De ahí la importancia de este domingo.

Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas en la Universitat Pompeu Fabra

www.vnavarro.org

Las encuestas y la movilización de la izquierda.

ARTÍCULOS DE OPINIÓN

  • CARLOS CARNICERO

    02/06/2009

El Zumbido

España es un universo electoral cuyo abanico más amplio entre los dos grandes partidos difícilmente encuentra más de tres puntos en las encuestas de intención de voto. Esta tozudez electoral responde a un encasillamiento ideológico político entre dos posiciones tan encontradas que en raras ocasiones se produce un trasvase significativo de voto que defina la alternancia.

<!–La técnica electoral del PP tradicionalmente ha sido volcarse en el electorado más fiel y más duro, renunciar a cualquier intento de abrirse hacia el centro y confiar en el desistimiento del votante socialista: su esperanza es que la abstención, una menor participación electoral le dé la victoria.

Esta metodología es una copia de la desarrollada por George W. Bush en sus últimas dos elecciones en las que consiguió ganar mediante la movilización del voto ultraconservador mientras que los candidatos demócratas no lograron entusiasmar a su electorado.

Ahora la crisis económica, el descontento social por las dificultades económicas –que son internacionales pero que el PP se empeña en nacionalizar- son la base de pensar que cuanto peor van las cosas para el país, mejor irán para ellos.

Y sin embargo no despegan en las encuestas porque los residuos tardofranquistas del PP asustan incluso a muchos discrepantes de las políticas socialistas. Sólo ver a Mayor Oreja mostrando comprensión con los curas pederastas y con el franquismo es un revulsivo suficiente para que muchos votantes potenciales salgan corriendo. Por eso en determinados momentos Mariano Rajoy y otros dirigentes del PP se retiran del escenario cuando aparece Jaime Mayor Oreja o Esperanza Aguirre.

Las elecciones del domingo son de una importancia vital para Mariano Rajoy que no tiene el respeto ni la adhesión mayoritaria de su partido entre otras cosas por su falta de carácter para desprenderse de la pesada herencia de José María Aznar.

Pero las encuestas pueden volver a fallar si a última hora, el votante de izquierda horrorizado con la pretendida escalada de Mariano Rajoy acude a las urnas. No será la primera vez que sucede.

Carlos Carnicero es periodista y analista político.

El PP, los escándalos y la calidad de nuestra democracia

ARTÍCULOS DE OPINIÓN

  • CARLOS CARNICERO

    04/05/2009

 

El Zumbido

La sucesión de escándalos económicos y políticos no termina de erosionar la imagen del PP. Sucede que existe una barrera de contención del enemigo que desde la derecha determina que todo está permitido con tal de que la izquierda salga perjudicada. Son planteamientos predemocráticos, cainitas y frentistas. Pero eso es lo que hay.

<!–

En el último tiempo de gobierno de Felipe González sucedieron algunos episodios de corrupción que provocaron un montón de dimisiones. Hubo asunción de responsabilidad política y el propio Felipe González, en 1996, renunció al intento de formar un gobierno en minoría a pesar de la precariedad de la victoria de José María Aznar.

El caso Gurtel, los espionajes en Madrid y la cantidad de cargos públicos de relevancia implicados en esas tramas obscenas de corrupción debieran haber sido motivo de derrumbe de las expectativas de voto del PP. Pero hay mucho elector de este partido que funciona como miembro de una secta que tiene que admitir cualquier comportamiento de su propio partido antes de dejar de apoyar a su equipo. Ocurre como en algunos equipos de fútbol: une más el odio al adversario que la adhesión a los propios colores; en caso de duda, muchos preferirían que perdiese el PSOE aunque para ello también tuviera que hacerlo el PP.

Una de las características de la revolución llevada a cabo por Barack Obama es la consideración de la política como puente entre ideas distintas. Buscar siempre lo que une, aunque sea poco, por encima de lo que separa.

En España estamos muy lejos de esa posibilidad porque a mi juicio dentro del PP conviven personas de distinta calidad ideológica. Los herederos del franquismo siguen teniendo un peso importante y marcan las improntas por encima de cualquier intento de renovación. Una vez más le va a tocar a la izquierda la labor pedagógica de convertir España en un país democráticamente transitable.

Carlos Carnicero es periodista y analista político.

Dinamarca.

ANDRÉS GARCÍA RECHE 21/04/2009

 

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Un viejo amigo, ingeniero industrial, que hace seis años se instaló definitivamente en Dinamarca, harto, según me dijo, de convivir con la mediocridad reinante en este país, aseguraba que el principal problema de España no era ideológico sino técnico. Durante algún tiempo creí que su deseo de exilio voluntario era fruto de la lógica depresión provocada por los desastres de la era Aznar-Bush e intenté retenerlo con el argumento de que aquello pasaría algún día y entonces todo volvería a la normalidad.

 

La noticia en otros webs

 

Pero él insistió en que lo que le aterraba de verdad no era la posible continuidad de Aznar (una desgraciada anécdota histórica, pero anécdota al fin y al cabo) sino precisamente eso que yo llamaba «normalidad». De acuerdo con su análisis, lo que aquí necesitábamos urgentemente no era un cambio de Gobierno por otro de signo ideológico distinto, como había ocurrido hasta entonces, sino la creación ex novo de un sistema político, económico y judicial eficiente, honesto y creíble, y el diseño de un método eficaz para situar a su frente a gente de probada competencia, al precio que fuera.

Según su particular teoría, que entonces me pareció disparatada, las sociedades avanzan (como era el caso de Dinamarca y de los países escandinavos en general), no tanto en función del carácter progresista o conservador del Gobierno de turno, sino de la estima que su gente tenga (tanto en el sector público como en el privado) por el trabajo bien hecho y por la utilización de criterios en la toma de decisiones lo más alejados posible de consideraciones ideológicamente sectarias.

De otro modo, si el Sistema tiende a primar la incompetencia y la corrupción en todos los niveles de la actividad (como ocurría en España), resultaría muy difícil, por no decir imposible, abordar los verdaderos problemas del desarrollo. Y más en particular los relacionados con aquello que hemos dado en llamar «economía del conocimiento», la cual, si por algo se caracteriza, es por el estímulo permanente de la libertad de creación y la innovación, así como por primar la excelencia y el mérito como principales indicadores de éxito.

Por ejemplo, la corrupción en los diferentes niveles de la Administración pública (particularmente en Ayuntamientos), y en cuyo ranking, para nuestra desgracia, estamos cada vez «mejor» situados, no es que sea moralmente censurable y juegue como potente efecto demostración para los restantes niveles de la sociedad. Es que además, aseguraba, es regresiva desde el punto de vista del desarrollo económico. Al destruir los mecanismos técnicos de asignación de recursos, la corrupción actúa frontalmente en contra de la eficiencia económica y la innovación. Si la empresa que consigue el negocio no es la mejor, sino la que más paga, ¿para qué esforzarse en hacer bien su trabajo?

Y lo mismo ocurría, según él, en cualquier otro campo de actividad que consideráramos. ¿Para qué emplear cinco años de tu vida en estudiar periodismo y obtener estupendas calificaciones si vas a acabar trabajando (por enchufe, naturalmente) en Canal 9 ejerciendo en exclusiva el escasamente cualificado oficio de propagandista? ¿Para qué esforzarse en ser un buen diputado si lo importante es controlar alguna agrupación del partido y cultivar el apoyo de quien hace las listas? ¿Para qué ser un juez diligente si acabas siendo criticado hasta cuando persigues a los malos? Y así, sucesivamente.

Desengáñate, me dijo, esto nunca será Dinamarca. Fueron sus últimas palabras antes de tomar el vuelo que le llevaba a Copenhague una mañana de junio de 2003.

Ahora veo que hizo lo correcto. No sabe cómo le envidio por ello.

La llegada del demócrata debería impulsar la adopción de medidas keynesianas a largo plazo por parte de Zapatero.

POLÍTICA

 

La llegada del demócrata debería impulsar la adopción de medidas keynesianas a largo plazo por parte de Zapatero

Las primeras medidas de Obama: ayudar a los más desprotegidos y extender el sistema de salud

El mero aunque trascendental hecho de que Barack Hussein Obama se instale en la Casa Blanca contribuye a que el clima de desconfianza económica se alivie un poco dentro de la gravedad. No obstante el simbolismo que encarna el nuevo presidente de los Estados Unidos se “descuenta” rápidamente y ahora lo que cuenta no es tanto su carisma como sus criterios para afrontar la crisis económica que ha adelantado en parte.

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Los milagros no existen en economía y por muy mesiánico que sea Obama no es razonable esperar una solución rápida y sin costes a la gran crisis que sufrimos. Me parece detectar en las declaraciones formuladas hasta ahora una preocupación, casi diría una angustia, ante la exigencia ciudadana de soluciones rápidas.

Dos años de plazo
Obama no pierde ocasión de enfriar el entusiasmo, cuyo mejor indicador es el apoyo de casi el 80 por ciento de la población, un porcentaje sin precedentes en la historia de los Estados Unidos. El presidente pide al menos dos años de gracia hasta que pueda fructificar su política.

Decisiones estructurales
¿Cuál es en realidad esa política? Lo que más se ha destacado es su plan de creación directa de puestos de trabajo en la tradicional línea de las políticas activas de empleo. Era una decisión imprescindible pero no la más importante. En mi opinión, lo que hay que destacar en el análisis hecho por la nueva Administración son sus planteamientos estructurales, que van dirigidos a corregir deficiencias de fondo en el modelo económico y social de desarrollo, cuyos efectos en la generación de empleo tardarán en percibirse pero que representarán un salto cualitativo en las exigencias de calidad de la estructura productiva, en el crecimiento sostenible y en la armonía social.

Cuarteto prioritario
En definitiva Barack Obama ha puesto las luces largas pensando en el medio y largo plazo, lo que se refleja significativamente en la selección de su cuarteto prioritario, Energía, Educación, Atención Sanitaria y Nuevas Infraestructuras, así como en su preocupación por la modernización productiva basada en estímulos a la renovación del equipamiento tecnológico en las empresas y de la administración que, aunque parezca mentira en un país puntero en la investigación, se había quedado atrasado y en algunos sectores obsoleto. El hecho de que la Casa Blanca arrastre una informática tercermundista refleja muy expresivamente la dejadez sufrida en las dos administraciones de George Bush, consecuente con su doctrina neocon de Estado pequeño y liberalismo salvaje.

Lo financiero y lo real
La crisis golpea de distinta forma aunque con toda ferocidad en todo el mundo; también en todo el globo las prioridades básicas están claras: lo primero, salvar el sistema financiero y conseguir que la gente vuelva a confiar en él y, lo segundo, reactivar la economía de forma que pueda generar empleo. Lo esencial es esto último pero sin la primera premisa no puede hacer nada. Obama tiene todavía mucha tarea respecto al primer objetivo, condición sine quan non, pero insuficiente. Sin embargo una buena parte de esa tarea, el trabajo sucio, se lo ha hecho George Bush consiguiendo un apoyo de los republicanos, aunque fuera in extremis para un “Plan de Rescate Financiero” a base de chorros de dinero y nacionalizaciones bancarias más difícil de conseguir por un demócrata que por el patrón del liberalismo y del sálvese quien pueda.

«No echaré dinero sobre los problemas»
Obama ha empezado por el principio: la adopción de urgentes medidas que protejan a los más desprotegidos aumentando los subsidios de desempleo y otras atenciones sociales de primera necesidad y parece que se ha tomado en serio extender el sistema de atención sanitaria, un déficit vergonzoso para el país más poderoso de la Tierra. El segundo paso es sacar adelante un “Plan de Estímulo Económico” ambicioso y realista. Ha pedido al Congreso una inyección de 825.000 millones de dólares de dinero público, de los que 550.000 estarán dedicadas a modernizar y reactivar la economía de modo que genere empleo. Los restantes 275.000 millones estarán destinados a compensar una reducción de impuestos selectiva, aplicada a las clases medias y bajas a fin de estimular el consumo.

El medio plazo
Pero el presidente ha dejado sus intenciones claras desde el primer momento: “No vamos a echar dinero sobre los problemas, vamos a invertir en lo que funcione” y ha tenido buen cuidado en avisar de la necesidad de medidas legales y económicas a más largo referidas a la educación, las infraestructuras y las energías renovables, que no tendrían efectos palpables, aun forzando mucho la máquina, antes de un año y en algunos programas antes de un bienio.

Coincidencias y discrepancias con ZP
Zapatero, que está muy contento con Obama y que ha celebrado su victoria como “muestra de la capacidad de la política para producir nuevos comienzos”, puede felicitarse de la coincidencia de ambos gobiernos en la adopción de medidas sociales. No es la única coincidencia: España estuvo presente en la campaña electoral de Obama, quien criticó la actitud rencorosa de Bush por la retirada de nuestro país de Iraq. En realidad, la retirada de este país es un firme compromiso del presidente americano así como el cierre de Guantánamo.

El plan de estímulo
En el terreno económico, Obama ha reconocido el liderazgo español en el desarrollo de las energías renovables y ha señalado que ese es también su objetivo. Sin embargo Zapatero debería reflexionar sobre otros aspectos de la política del presidente USA más allá de su coincidencia en acuñar un “Plan E de Estímulo de la Economía”.

Diagnóstico equivocado
En primer lugar, en el terreno del diagnóstico, en el que el dirigente español ha errado desde el principio y en el que el norteamericano ha optado por no generar falsas expectativas de soluciones rápidas a lo que va a ser una crisis de envergadura. Creo que ZP se equivoca al indicar que esta primavera notaremos una mejora sensible, lo que niegan todos los analistas serios.

Medidas cuestionables
También yerra en fijar su atención en exceso en medidas a corto y cortísimo plazo, algunas necesarias y otras de mera propaganda que no van a evitar el panorama que se nos presenta para el próximo bienio, con un paro que se acerca al 20 por ciento, un déficit público que pronto se situará en las proximidades del 10 por ciento y con un crecimiento del PIB que salvando la fuerte caída que se producirá este año – en torno al 2 por ciento – no subirá en algún tiempo por encima del 2 o 2.5 por ciento.

Por qué envidiamos a Obama aquí
El diagnóstico ha de ser preciso, pues nunca se han arreglado los problemas por el mero hecho de negar la gravedad de los mismos. Precisamente porque la tarea es difícil hay que empezar cuanto antes con medidas estructurales, con un cambio efectivo del modelo de crecimiento.

Sin cantinela liberal
Naturalmente, al mencionar las medidas estructurales no me refiero a la cantinela liberal de facilitar el despido que en estas circunstancias potenciaría el paro. España tiene todavía un buen margen en las medidas keynesianas clásicas, como la inversión en infraestructuras, especialmente a través de los trenes de alta velocidad, pero además debería afrontar el gran problema crónico que este país tiene con su excesiva dependencia energética. Y, por supuesto hacer un esfuerzo aún mayor del realizado en educación.

Imposible pacto nacional
Desgraciadamente, en España es muy difícil seguir la decisión más envidiable de Obama: ligar al adversario político en el empeño logrando un verdadero frente interpartidario que se ha manifestado en el nombramiento de altos cargos a notables republicanos. En España si alguna vez se ha necesitado un gran acuerdo nacional es ahora pero es impensable que el PSOE y el PP den un paso tan necesario y que la ciudadanía aplaudiría hasta romperse las manos.

José García Abad es periodista, escritor, director de El Siglo y analista político.

La falta de credibilidad del The Economist

ARTÍCULOS DE OPINIÓN

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  • VICENÇ NAVARRO

    19/12/2008

El público español debería ser consciente de que el prestigio del The Economist entre expertos en temas económicos en EE.UU. es muy bajo. Es una revista muy bien hecha y muy bien escrita pero su falta de rigor es también bien conocida. Me decía un amigo economista del prestigioso Economic Policy Institute de Washington, que él solía leer The Economist con gran interés aun cuando detectaba grandes errores cuando analizaba temas en los cuales estaba especializado. Me decía: “bueno, en los temas que yo trabajo no son rigurosos, pero al menos en otras áreas creo que lo son. Y así continué leyéndolo hasta que comenté mis impresiones con otros amigos expertos en otras áreas y me dijeron que a ellos les pasaba lo mismo: que en sus áreas el The Economist era muy poco riguroso. Dejé entonces de suscribirme y dejé de leerlo.”

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Yo tengo que admitir que dejé de leerlo hace ya tiempo, hasta que leí en la prensa diaria que un informe sobre España que publicó tal semanario creó gran revuelo en Cataluña. Así que me fui al quiosco y me lo leí. Y confirmé de nuevo, que mi amigo llevaba razón. Datos elementales y básicos se presentan sin el más mínimo respeto a la veracidad. Sólo tres ejemplos. Decía el informe que “los votos del Partido Popular en las últimas elecciones fueron superiores a los votos del Partido Socialista en todas las CC.AA excepto en Cataluña”. En realidad, no sólo en Cataluña, sino en Andalucía, Aragón, Asturias, Canarias, Extremadura, Islas Baleares y País Vasco, el Partido Socialista tuvo más votos que el PP.

Otro ejemplo. Escribe el informe que “un español que no hable en catalán no tiene prácticamente ninguna posibilidad de enseñar en una Universidad de Barcelona”. Pues bien, en el Departamento donde yo enseño en la Universidad Pompeu Fabra, uno de los mejores departamentos de Ciencias Políticas y Sociales de España (según las “ligas de excelencia” publicadas en España) nada menos que el 30% de profesores no hablan catalán. Es interesante que basado en estos y otros datos falsos, el informe construye toda una imagen del gobierno catalán basadas en fuentes como el Sr. Fernando Savater, conocido por su animosidad hacia la cultura e identidad catalanas. Dice también sobre el catalán que “el castellano se enseña como una lengua extranjera en Cataluña”, faltando a la más mínima veracidad. Tanto por la metodología de enseñanza de la lengua, como por su presencia en el curriculum, como por la obligación de aprender el castellano, está claro que este idioma, que es lengua oficial también en Cataluña, no es una lengua extranjera en el sistema educativo catalán.

Podría continuar mostrando ejemplos de esta ligereza en la utilización de los datos y conclusiones a las que llega el que lo escribió, el Sr. Michael Reid, corresponsal del The Economist para América Latina, y que escribió tal informe. No es de extrañar que haya originado amplias protestas en Cataluña aunque La Vanguardia lo haya protegido, defendiendo la libertad de expresión de tal señor, libertad que nadie, por cierto, cuestionaba. El Sr. Francesc de Carreras, en su columna de La Vanguardia también intentaba ridiculizar a la Consejera Tura del Gobierno de la Generalitat de Catalunya, por haber criticado el artículo del The Economist, haciendo referencia a una supuesta falta de sensibilidad que estas críticas reflejaban hacia la libertad de expresión. Sería deseable que La Vanguardia aplicara en sus propias páginas de opinión tal principio de libertad de expresión, ya que es bien conocido como está vetando a autores de izquierdas, como también es conocida la escasa diversidad ideológica entre sus colaboradores y la limitada pluralidad en sus opiniones. Nunca ha publicado, por ejemplo, un artículo en contra de la Monarquía. Viendo estos hechos, La Vanguardia y sus colaboradores deberían tener más cuidado al presentarse como defensores de la libertad de expresión. Pero, volviendo al Sr. Reid, nadie que lo haya leído ha criticado el derecho a escribir un informe sobre España y sobre Cataluña. Lo único que se le pide es que tenga en su reportaje un mínimo de respeto hacia la veracidad de los hechos. Es obvio que el Sr. Reid no miente. Para mentir hay que conocer la verdad, y el Sr. Reid no la conoce. Pero hubiera sido más creíble si hubiera profundizado en su conocimiento de nuestro país leyendo más y diversificando sus fuentes de información.

Y hablando de libertad de expresión. Siempre me impresiona cuando algunos de los medios que se llenan la boca hablando de ella, se olvidad de practicarla. Y uno de ellos es precisamente el The Economist, el diario liberal, que al enviarle una carta mostrando los veintidós errores del artículo que yo detecté, decidió no publicarla. Y por cierto, estoy todavía esperando que el The Economist que apoyó la candidatura Bush (en las elecciones presidenciales de EE.UU.) no una, sino dos veces, y que ha sido el mayor forum ideológico neoliberal, favoreciendo la desregulación del capital financiero, tenga el mínimo de decencia de hacer una autocrítica de sus posturas económicas que nos han llevado a un desastre. Me temo que es pedir demasiado.

Vicens Navarro es Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas, Universitat Pompeu Fabra, España, y Profesor de Políticas Públicas de la The Johns Hopkins University, EE.UU.

Humanos… Aniversario ¿feliz?.

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ARTÍCULOS DE OPINIÓN

  • Jordi Palou-Roverdos
  • JORDI PALOU-LOVERDOS

    10/12/2008

Humanos… ¿qué derechos nos reconocemos mutuamente?; ¿son realmente universales los derechos humanos, es decir, un camino trazado hacia la unidad (“verso al uno”)?. Hoy hace 60 años no más de 60 estados representados en la Asamblea General de la ONU los aprobaba solemnemente. ¿Ya hace 60 años … o sólo hace 60 años? Serían dos formas posibles de enfrentarse a la celebración. Cuando uno relee los 30 artículos de la “Declaración” piensa al mismo tiempo cuanto hemos avanzado como humanidad y cuan sistemáticamente se quiebran esos derechos considerados inherentes al ser humano. Antaño los ritos de paso –también los de los aniversarios señalados- servían para tomar conciencia de una situación que trascendía el momento, para pararse en el camino y tomar aire (“inspirar-se”) … hoy parece que no tenemos tiempo de nada, resoplamos, espiramos en el mejor de los casos, aunque muchos expiran en el rito de paso inevitable.

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Prefiero no hablarles de cifras. No porque sean inexactas o sea difícil que describan la violación de derechos humanos o su reconocimiento en el mundo. Sino porque deshumanizan a los retratados y nos deshumanizan a todos. Detrás del número nos es vedado conocer la intensidad del dolor y sufrimiento o la plenitud de cada ser humano, su familia, su comunidad. Actuamos como si hubiéramos existido siempre y como si siempre fuéramos a existir. Y así va nuestro universo. Desprovistos del hoy, del ahora mismo, que nos permitiría mirarnos a los ojos con un pulso transformado.

Reconocer el coraje y el compromiso de muchas mujeres y hombres con los seres humanos
Es justo reconocer el coraje y el compromiso de muchas mujeres y hombres para que dicha Declaración fuera adoptada en 1948. No coreamos sus nombres –¡ni siquiera los conocemos!- como se habla de los artistas de Hollywood, los magnates del mundo o deportistas famosos, como si hubiéramos tomado la merienda con éstos ayer. Es justo reconocer el coraje y responsabilidad de muchas mujeres, hombres, niños y ancianos para hacer realidad estos derechos en nuestro mundo de hoy, en contextos especialmente difíciles, injustos y muchas veces crueles. Tampoco los conocemos, pero ahí están. Continúan responsabilizándose de lo que pasa en el mundo y a sus hermanas y hermanos en el tiempo y lugar, intentando dar contenido a esos valores positivos que trascienden los principios de prevención general negativa que constituyeron la tipificación de algunos crímenes dos siglos atrás.

Proceso iniciado décadas atrás
La Declaración de 1948 no se improvisó ni tampoco vino caída del cielo mientras esas mujeres y hombres estaban sentados en una hamaca. Fue un paso importante en relación a un proceso iniciado décadas atrás. Se forjó después del flagelo de dos guerras mundiales, de la creación de dos sistemas mundiales (la Sociedad de Naciones y las Naciones Unidas), de la regulación de las limitaciones a la guerra ya a finales del siglo XIX, la experiencia de los tribunales de Nuremberg y Tokio, de la aprobación de la Convención contra el Genocidio, por señalar sólo algunos movimientos anteriores que la ponen en contexto. Y dicha Declaración fue acompañada por movimientos posteriores igualmente significativos: la adopción de convenios que regulaban los crímenes de guerra, la adopción de dos Pactos Internacionales excepcionales (derechos civiles y políticos, y derechos económicos, sociales y culturales), la adopción de otros convenios internacionales (como el de la tortura), la guerra fría, la multiplicación de la población mundial, la constitución de organizaciones regionales, la constitución de otros órganos judiciales internacionales, la proliferación de medios de comunicación mundiales, la expansión de empresas multinacionales mas potentes que estados, en medio de tantos otros cambios profundos. Mientras muchas y muchos trabajaban intensamente para sentar las bases y alzar las estructuras del Estado de Derecho y Social a nivel mundial, otras muchas personas y estructuras se esforzaban en desmoronarlo: el ansia de poder, control y riqueza se ha intensificado para someter a personas, comunidades, países y regiones enteras, se produce una alta tecnificación y diversificación de estrategias de utilización de la fuerza y la violencia, la proliferación de armas automáticas, la utilización masiva de la aviación civil y militar (el año pasado “celebrábamos” el 70 aniversario de los primeros bombardeos por aire a población civil en Guernica y Barcelona), las bombas atómicas, armas biológicas, los ejércitos privados y nuevas formas de mercenarios, piratas, la extensión del tráfico de armas, de drogas, de seres humanos, de animales y especies protegidas, formas variadas de terrorismos (incluido el terrorismo de estado), genocidios y masacres sistemáticas de población civil, nuevas formas de esclavitud pura y dura, crisis alimentarias y sanitarias creadas artificialmente, profundización de pillajes de recursos naturales a gran escala, enormes desastres naturales seguidas de crisis humanitarias, producción constante de refugiados, desplazados de guerra o excluidos sociales permanentes – o lo que el polaco Zygmunt Bauman llama en Tiempos Liquidos en clave de denuncia “toda clase de desperdicios, incluidos los humanos”- y muchas otras dinámicas con enorme poder destructor que golpean con fuerza la todavía endeble estructura y espíritu de los derechos humanos reconocidos.

Desmantelamiento del Estado de Derecho
Hace sólo diez años, en 1998 en el 50 aniversario de la Declaración, mirábamos con cierta esperanza dos movimientos significativos que daban fuerza complementaria a dicha Declaración: la adopción del Estatuto de Roma creador de la Corte Penal Internacional y la detención del General Pinochet en el extranjero por una jurisdicción nacional en aplicación del principio de justicia universal, marcando un hito en la aplicación de la normativa internacional que toma como base la Declaración Universal de Derechos Humanos. Pero el 12 de septiembre de 2001 cambiaron muchas cosas: el día antes hubo dos atentados terroristas terribles, con un enorme impacto mediático. Y el 12 de septiembre se activó un plan ya diseñado de antemano para quebrar el sistema internacional de derechos humanos construido peldaño a peldaño y el propio Estado de Derecho: la llamada “extraordinary rendition”, o sistema de detención, privación de derechos y ajusticiamiento al margen del sistema de justicia. Hoy hasta los seres humanos que viajan lo sufren con resignación: cuando empezaba a ejercer la abogacía hace unos 20 años lo que más temía el detenido era a ser fichado por la policía… hoy, a los que podemos viajar por el mundo se nos hacen fotografías digitales, se nos escanea nuestro documento de viaje y se nos toman las huellas digitales cual delincuentes, justificado todo ello por nuestra necesidad de seguridad colectivas.

Es desgarrante ver cerca de una veintena de conflictos armados y tensiones que causan estragos entre las gentes de medio mundo o dictaduras repartidas por el planeta como si se tratara de satélites de otra galaxia en medio de un sistema de Naciones Unidas conscientemente debilitado y maniatado por estados visibles y multinacionales no tan visibles y un Consejo de Derechos Humanos de la ONU burocratizado y controlado exclusivamente por el poder como pantalla neutralizadora.

No es culpa nuestra, aunque es responsabilidad de todos …
Y ello no es culpa nuestra, aunque es responsabilidad de todos (los esponsales que nos unen a los seres humanos con los que compartimos momento histórico y planeta), allá donde estemos y lo que hagamos, que estos derechos humanos no sean simplemente un decálogo programático o derechos formales sin traducción, sino que sean derechos practicables en medio de los naturales conflictos –en sentido neutro- entre seres humanos. Ghandi decía que no podía ser feliz hasta que el más pequeño fuera respetado y dignificado. Quizás todo ello lo veamos diferente el día que mayoritariamente seamos conscientes que no sólo está en juego nuestra convivencia, sino quizás nuestra sobrevivencia.

Jordi Palou-Loverdos es abogado acreditado ante la Corte Penal Internacional y miembro del Human Rights Institute de la IBA

La lideresa de memoria corta y rostro, pétreo

POLÍTICA

Señora Aguirre ¿por qué no habla usted de la violencia social de los ricos frente a los más pobres, que eran mayoría?

Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid –a cuyo cargo llegó en las elecciones de 2003 gracias a una especie de pucherazo estilo Romero Robledo o Restauración canovista- tiene la memoria corta y el rostro, pétreo. Ha declarado que “el pasado del PSOE es violento, y eso hay que decirlo con claridad”.

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Pero esta lideresa de la provocación –a la que tanto veneran periodistas ubicados ideológicamente en la frontera con la extrema derecha- ha eludido evocar la violencia estructural que supuso el franquismo institucionalizado. Es decir, el franquismo fue, sobre todo, una prolongada e interminable exhibición de terrorismo de Estado. España sufrió un Régimen terrorista, a lo largo de cuarenta años, impuesto tras un golpe militar y una guerra civil.

Armamento y tropas regulares
Los militares sublevados contra la II República triunfaron merced al apoyo logístico –en términos de armamento y tropas regulares- que les proporcionaron personajes tan pacifistas como Adolfo Hitler, Benito Mussolini y António de Oliveira Salazar. Al lado de los rebeldes, se alineó la oligarquía financiera y empresarial, los terratenientes, la jerarquía de la Iglesia y la mayor parte de las derechas europeas y americanas. Los obispos bautizaron esa salvajada sangrienta con el nombre de Cruzada de Liberación Nacional.

Heredero del franquismo
Aguirre silencia, sin embargo, que el PP es heredero del franquismo sociológico y, en buena parte, político. ¿Es que su amnesia cualitativa le lleva a olvidar que el PP procede directamente de Alianza Popular (AP) y que este partido surgió a impulsos de altos dirigentes de la Dictadura? ¿No fue el número 1 de Los Siete Magníficos –así eran llamados en los tiempos de la transición los promotores del invento- Manuel Fraga Iribarne, relevante ministro, con Franco en El Pardo? ¿No estaba también Laureano López Rodó, otro ministro muy influyente?

Carnicerito de Málaga
¿No fue presentado por AP, como candidato al Senado, en los comicios de 1977 –las primeras elecciones democráticas desde febrero de 1936-, el ex presidente Carlos Arias Navarro, conocido, por su extrema crueldad en la represión contra los rojos, como el carnicerito de Málaga? ¿No escribió en La Nueva Rioja -aproximadamente un año después- artículos, en defensa del régimen anterior y escasamente favorables a la Constitución, José María Aznar, recién aterrizado en AP?

Falaz y demagógica
Mire usted, doña Esperanza: Es seguro que hubo en el PSOE elementos partidarios de practicar la violencia. Pero su afirmación no deja de ser falaz y demagógica. La derecha –salvo honorables excepciones- boicoteó cuanto pudo a la II República porque no quería, bajo ningún concepto, perder algunos de sus privilegios.

Contra las cuerdas
Puso a la República contra las cuerdas y cuando vio que las izquierdas habían triunfado en las urnas de abril de 1931, la derecha de entonces se dispuso a preparar el golpe para así enterrar el mayor proyecto democrático en la historia contemporánea de España. En 1932, en agosto, ya se produjo la sanjurjada o primera conspiración militar orientada a liquidar la República.

No se lo perdonaron
En aquellos años, la pobreza estaba muy extendida en España. Pero usted no analiza la República teniendo en cuenta la situación de las clases sociales. No era lo mismo haber nacido en una familia acomodada que haber nacido en una familia obrera o proletaria. La República intentó sin éxito –no la dejaron reducir las distancias hasta ese momento insalvables- entre los ricos y los aristócratas y los más débiles. No se lo perdonaron.

Condiciones pésimas
En este país, en aquel tiempo, las mujeres eran explotadas -aún más que los hombres- y los niños también trabajaban. Hablo de las mujeres pobres y de los niños pobres, naturalmente. ¿Quiénes podían estudiar con facilidad? ¿Quiénes podían ser atendidos en sus enfermedades? ¿Usted cree, doña Esperanza, que tamaña injusticia no era en sí misma una forma de violencia feroz, ejercida por los poderosos frente a la mayoría de la población que malvivía en condiciones pésimas?

El Partido Liberal
Claro que sobre esa violencia social a usted no le apetece hablar. Usted es liberal. Incluso militó en el Partido Liberal. Todos sus afiliados –se decía- cabían en un taxi. Presidía ese partidito un empresario multimillonario llamado José Antonio Segurado, que pactaba a menudo con Fraga Iribarne. De oca a oca y tiro porque me toca.

Enric Sopena es director de El Plural

 

 

Un articulo premonitorio de Pérez-Reverte escrito en 1998: «LOS AMOS DEL MUNDO».

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Arturo Pérez-Reverte
(Artículo del escritor español Arturo Pérez-Reverte, publicado en ‘El Semanal’ el 15 de noviembre de 1998, y que ahora, diez años después, parece una visión de Nostradamus)
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Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos.
Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.
Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.
Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden.
No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.
Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia.
Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.
Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.
Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad.
Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, ¡oh, prodigio!, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.
Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros.
Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con su puesto de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.
Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.
Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.


La ayuda llega a las familias.

ARTÍCULOS DE OPINIÓN

  • CARLOS CARNICERO

    05/11/2008

El Zumbido

La iniciativa del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de ofrecer una moratoria sobre el cincuenta por ciento de las hipotecas de los españoles en situación de desempleo llega en el momento preciso. Tiene una importancia práctica pero también simbólica y está lejos de cualquier atisbo de populismo.

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La escalada de los precios de las viviendas, la falta de oferta de alquiler y la instalación de unos tipos de interés bajos durante los últimos años ha funcionado con un imán para que muchas familias españolas se hayan endeudado hasta su límite en situación de normalidad laboral. La eclosión violenta de la crisis económica ha tenido un efecto letal para muchas económicas domésticas españolas: con el mercado inmobiliario paralizado, lo que les impedía de hecho vender la vivienda, con la estampida producida en el desempleo, muchos trabajadores están ahora mismo al borde de perder sus casas por no poder hacer frente a las hipotecas. La moratoria ofrecida por el Gobierno es la justa compensación a las ayudas que se han destinado para ofrecer liquidez a un sistema bancario en apuros. La recuperación de la normalidad crediticia en las entidades financieras no garantiza la recuperación de la capacidad de pago de las hipotecas a quién ha visto disminuidos sus ingresos por una situación de desempleo y no reúne requisitos de solvencia en un mercado que no entiende de piedad sino de garantías.

De la misma manera, favorecer fiscalmente la contratación de desempleados con cargas familiares es una iniciativa también de corte socialdemócrata que reestablece en algo el equilibrio de la igualdad de oportunidades en el mercado laborar tendente siempre a la contratación de los más jóvenes aún con menos experiencia pero con salarios más bajos.

Estas medidas del Gobierno para favorecer a la economía familiar en apuros seguro que no serán las últimas porque las proyecciones de la recesión y, sobre todo, las perspectivas de crecimiento del desempleo son cada vez más pesimistas, por lo que un gobierno socialista tendrá que tener preparados los mecanismos de generación de un déficit fiscal responsable que permita aliviar la situación de los más desfavorecidos.

Carlos Carnicero es periodista y analista político.

Cuando Calatrava vuelve, los medicos se van.

LEVANTE-EMV, GREGORIO MARTÍN Viernes, 24 de Octubre de 2008.

Entre otras muchas cosas, Santiago Calatrava, valenciano con estudio central en la solidaria Suiza, tiene mucho de paradigma de lo que ha ocurrido en estos últimos años en esta tierra. Desgraciadamente, además de su indiscutible valía como ingeniero/arquitecto, parece demostrada su incapacidad para acertar en las estimaciones presupuestarias de sus diseños; unas obras tan destinadas a asombrar a parte del mundo, como a ser objeto de millonarias minutas tanto para el propio genio de Paterna, como para las empresas que materializan sus diseños. En este contexto, contrasta la cólera expresada por la ciudad de Venecia con motivo del presupuesto final por el que le ha salido su puente de Calatrava, con el silencio complaciente de Valencia -cuyo catálogo local se habría incrementado el 9 de octubre con el Pont de l´Aussut de l´Or, de no ser por errores técnicos que le mantienen en estado de «no servicio»- siendo como es, esta ciudad, toda una referencia de incumplimientos presupuestarios muchísimo mayores que los del puente veneciano.
Por otro lado, se hace muy duro constatar, tanto como paciente, como ciudadano, la veracidad de los comentarios de los profesionales de la sanidad pública valenciana que se quejan de la marcha a destinos alejados de la Comunitat de muchos nuevos médicos y enfermeros en busca de puestos de trabajo mejor remunerados y reconocidos. Mas allá de la escandalera que el PP ha montado por no recibir unos adelantos que, en mi modesta opinión, no le corresponden, y de la incapacidad del ministro de Sanidad de explicar lo que realmente pasa, el resumen de la situación la dio hace pocos días Pedro Solbes en una entrevista radiofónica: «Dentro del sistema de financiación no existe una partida de dinero específica para la sanidad, sino un monto global para cada comunidad autónoma, quien debe decidir a qué áreas lo destina». La respuesta del vicepresidente es desgraciadamente impecable y adelanta una dura realidad para todos los pacientes de la sanidad pública, ante la respuesta que el Ministerio de Hacienda va a dar (porque no puede dar otra) al ingenuo documento del Ministerio de Sanidad junto a las 17 administraciones sanitarias de las comunidades autónomas, reunidas en el inútil Consejo Interterritorial de Salud, solicitando que se garantice la sostenibilidad del actual Sistema Nacional de Salud. Dejémonos de juegos florales, para que la sanidad pública se pueda sostener. Las comunidades autónomas, unas más que otras, tienen que renunciar a otros gastos públicos y ésta es una circunstancia en la que la Generalitat Valenciana no ha sabido estar a la altura que sus obligaciones le demandaban en una sociedad democrática. Por si hubiera alguna duda, Solbes considera lógico y «esperable» que los consejeros de Sanidad, junto a Bernat Soria, reclamen más dinero para su área, pero ha insistido en que son las autonomías las que deben repartir los recursos financieros y destinarlos a las áreas que crean convenientes. En otras palabras, si se pagan genios como Calatrava, se corre el riesgo de que los médicos y otros profesionales no puedan ser retribuidos con la misma intensidad.Cualquiera que sea la opción política del lector, creo que sentirá un cierto alivio cuando el vicepresidente segundo del Gobierno, micrófono en mano, se muestra convencido de que se llegará a un acuerdo para el nuevo sistema de financiación autonómica, en el que «habrá algo más de dinero», aunque tenga que ser él mismo, quien mucho mejor informado que su colega Soria y asumiendo el papel de vigilante de los dineros públicos porel que le pagamos, diga con una claridad que todos debemos interiorizar: «Si los ingresos del Estado van a peor, los ingresos de las comunidades autónomas también irán por esta senda». Y como político ya no puede ser más claro: «Quien piense que la crisis es sólo del Gobierno central y a las comunidades autónomas no les toca, se equivoca».En estos días en que el equipo de Camps ya no sabe qué decir para justificar la deuda sanitaria y con la angustia personal que tiene uno de ver los sesenta años ya cercanos, como homenaje a tanto buen profesional médico que sigue trabajando en esta tierra, hoy se puede entender mejor porqué Calatrava vuelve tanto a Valencia y porqué tantos médicos se nos van.*Catedrático en Ciencias de la Computación. Universitat de València

ARTÍCULOS DE OPINIÓN :»No al machismo»

ARTÍCULOS DE OPINIÓN

  • Pedro Zerolo
  • PEDRO ZEROLO

    24/10/2008

 

No al machismo

Bajo el lema “Hombres contra el machismo y su violencia” se han convocado a lo largo de esta semana manifestaciones en toda España (*). Durante demasiado tiempo los hombres hemos sido parte del problema y no de la solución, así que nuestra presencia es urgente, necesaria y política.

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Somos muchísimos los hombres que no queremos que se nos confunda con aquellos otros que ejercen o toleran la violencia contra las mujeres, y por eso debemos decirlo públicamente y con claridad: los machistas no son hombres sino seres violentos. Así, debemos demostrar a las víctimas de la violencia machista, que tienen todo nuestro apoyo y dejarle claro a los agresores que tienen todo nuestro rechazo y desprecio, que nada tenemos que ver con ellos y que vamos a luchar contra el machismo en cualquiera de sus derivadas, esto es, cuando mata o cuando agrede… pero también cuando minusvalora, discrimina o segrega a la mujer sólo por el hecho de serlo.

Estoy convencido de que otra masculinidad es posible, una masculinidad que se construya en positivo, que erradique los comportamientos machistas; una masculinidad que tenga claro lo enriquecedor que supone vivir y convivir con las mujeres en igualdad de derechos, de trato, de consideración y, por supuesto, en paridad.

Mientras tanto, el próximo 25 de Noviembre se conmemora el Día Internacional contra la Violencia de Género. Ese día las asociaciones de mujeres llevan muchísimos años realizando una concentración en la Puerta del Sol, desde ahora quiero animar a los hombres a que participen en ella y en cualquiera de las que se convocan en toda España. Los hombres no podemos seguir ausentes cuando quienes mueren o son agredidas por los machistas, no son otras que nuestras amigas, compañeras de trabajo, hermanas o nuestras propias madres. Creo que no puede existir excusa para no condenar la violencia ni a los violentos, por lo que se hace más necesaria que nunca la visibilidad de los hombres contra la violencia hacia las mujeres.

(*) “Hombres contra el machismo y su violencia”, la Asamblea de hombres contra la violencia machista de Madrid ha convocado para el Sábado, 25 de octubre de 2008 a las 19:00 horas, una manifestación que transcurrirá entre Atocha y la Plaza de Jacinto Benavente.

Pedro Zerolo es concejal en el Ayuntamiento de Madrid y miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE

Robo ajustado a derecho.

 

Oct 2008

08:04 
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Tags: El latrocinio generalizado está en el origen de lo que estamos viviendo. Los cinco principales bancos americanos establecieron un sistema de incentivos que en 2007 repartió 353.089 dólares de media “por empleado”, en total 66.000 millones de dólares. ¿Cómo?, hinchaban artificialmente las cuentas para trincar. Aquí tenemos antecedentes. Los colegas de José Mari se pusieron unos sueldecillos dependientes de los beneficios de las empresas que incautaron (las privatizaron y se quedaron en ellas, así, por la cara), que no estaban nada mal, a alguno le sonará todavía aquello de las stock options del señor Villalonga en Telefónica.

El señor Alierta, su sucesor, se negó en la junta de accionistas, a pesar de que le ley le obligaba a hacerlo, a responder cuánto le habían pagado de indemnización cuando se fue, voluntariamente, a vivir a EEUU. Se abrió la veda. Hemos asistido recientemente a la absolución de dos consejeros del Santander Central Hispano que recibieron 56 y 108 millones de euros de indemnización por su salida del banco tras la fusión. A sus señorías les pareció adecuada y ajustada a la ley, ya que, con la fusión de los bancos, los accionistas obtuvieron beneficios. ¿Y qué? Por más que los jueces les echen una manita desinteresada, que los presidentes y consejeros de las grandes empresas metan mano en la caja se ha convertido en una práctica común que el más mínimo sentido de la decencia repele. Como la ley les permite todo, se crea un precedente moral que contamina a la tropa. En América han inventado el robo ajustado a derecho bajo la supervisión de los jefes que, al tener la parte más gorda del botín, autorizan prácticas fraudulentas. Rechazan el control y la intervención del Estado ¿Por qué? Mientras, se colocan cámaras para vigilar al ciudadano que pasea por la calle.

Esto no es un fallo del sistema, es la esencia del “libre mercado”. Así lo llaman, y está inventado para robar y para explotar a los trabajadores. Sin justicia no hay Estado de derecho.

El Gran Wyoming

Opinión: 2010. Andrés García Reche.

Ya sé que a la mayoría de la gente le importa un bledo lo que ocurra en el interior del acelerador de partículas LHC. Ellos están más interesados por otros asuntos realmente serios, como la crisis económica, o por frivolidades relacionadas con la sorprendente juventud de Isabel Preysler o las últimas declaraciones de Javier Bardem tachando de estúpidos a los estúpidos que le critican por venderse a Hollywood.

La noticia en otros webs

Pero están muy equivocados. Lo que está ocurriendo (o no ocurriendo, que ya veremos) en Ginebra es mucho más importante en sus vidas, y además a más corto plazo. Naturalmente puede ocurrir que se descubra, sin más, el bosón de Higgs y acabemos por fin comprendiendo la verdadera naturaleza de la materia y todo lo que de ello se deriva (incluyendo a M. Fraga, al lehendakari Ibarretxe y a José Montilla). Esto es al menos lo que pretenden los miles de científicos implicados en el trascendental asunto, aunque los gobiernos que financian el invento, con más de 6.000 millones de euros, todavía no entiendan muy bien la finalidad del mismo.

El problema es que existen otros científicos más heterodoxos que mantienen que el costoso experimento, una vez alcanzada su velocidad de crucero allá por el 2010, podría generar un número indeterminado de agujeros negros capaces eventualmente de engullir toda la materia que encuentren a su paso, incluyéndonos a nosotros mismos. O sea, una gigantesca eutanasia que no dejará títere con cabeza. Ni sin cabeza. Nada. Incluso se han atrevido a presentar sendos recursos ante los tribunales de justicia pidiendo la interrupción preventiva de las pruebas basados en la mera probabilidad de que ello ocurra.

No hace falta insistir en que son estos últimos los que tienen razón. Es sabido que si existe la menor posibilidad de que una catástrofe ocurra, con toda seguridad ocurrirá. Eso es así. Sin embargo, creo que se equivocan radicalmente al intentar evitarlo por vía judicial. A fin de cuentas sería un final bastante elegante para este planeta contaminado, hortera, violento y desigual. Después de tantos años de civilización depredadora no se me ocurre otro modo menos cruel de acabar con la estupidez humana (¿no te parece, Bardem?).

El problema, claro está, es que todos desapareceríamos a la vez y no solo aquellos que a nosotros nos gustara que lo hicieran. Pero ese es el coste inevitable que habrá que asumir por el bien de la ciencia, el bosón, Higgs, y la madre que lo parió.

En otras palabras, que si usted va de progresista por la vida, le aconsejo que no se le haga ya la boca agua pensando que por el agujero negro se van a ir Pedro J., Jiménez Losantos, Isabel San Sebastián, Maria Patiño, Urdaci, M. A. Rodríguez, Aznar, Ricardo Costa, G. W. Bush, Acebes, Font de Mora’s Education for the citizen y Amando de Miguel, todos juntos. Nada de eso, porque da la casualidad de que detrás de ellos también se irá usted y la pandilla de rojos que le acompañan.

Además, como, ahora sí, se confirmará la existencia de universos paralelos, allí se los volverá a encontrar a todos, y puede que hasta mucho más juntos que antes. O sea, que por este lado no le veo ventajas manifiestas. En realidad lo único que sí podemos afirmar con toda rotundidad es que en 2010 ya no habrá crisis económica (al menos en este mundo). No todo han de ser malas noticias.

Aunque bien mirado, también es una pena ahora que Rajoy, gracias a ella, por fin se había hecho ilusiones.

¿Qué rol se espera del ser humano en el nuevo tejido productivo?

 

Llegará un momento, en la línea histórica y progresiva de nuestra especie, en el cual la velocidad de desarrollo y actualización de profesionales, la demanda del consumo, las necesidades de expansión de la economía y del propio conocimiento, entendido como fuente de información, será tan abismal que estaremos presenciado una verdadera singularidad del sistema, un verdadero crash.

Irremediablemente, los propios e innatos defectos del sistema llevará a un cisma en el que el juego, tal y como lo conocemos actualmente, perderá todo sentido. Las cartas barajadas al comienzo, lejos de repartirse y convertirse en un balance neto, fiel a las reglas del libre mercado y del régimen internacional «de facto», llevará a una clara descomposición de la sociedad basada en el aumento y diferenciación de clases sociales, incremento sustancial de la pobreza.
A medida que la población mundial crece y se integra en el círculo dorado del consumo y comercio mundial, del mercantilismo puramente legítimo, aunque egoísta, las demandas y explosión de recursos necesarios tenderá a quebrar el planeta.
Para mantener dicha vorágine ya no sólo será necesario un time-to-market cada vez más inmediato o unas previsiones cortoplazistas más prolongadas en los tiempos de análisis.
Muchos coinciden en afirmar que la Revolución Industrial significó no sólo un cambio profundo en nuestra historia económica y social, nuevas interacciones y una nueva visión de la sociedad y el desarrollo humano. Hemos visto en el último siglo numerosos avances y nuevas revoluciones que han cambiado el paradigma de nuestra existencia de un modo absoluto, tanto que hemos olvidado nuestros orígenes o el verdadero sentido de la vida, si alguna vez lo conocimos. Luego vino el transistor, la informática y electrónica, la genética y la biología, y un largo etcétera que se irá sucediendo a lo largo de las próximas décadas, avances espectaculares en neurología, ciencias de la salud, nanotecnología… un proceso basado en los pilares de reducción, aceleración, bajo costo… un ciclo cada vez más corto.

¿Qué rol se espera del ser humano en el nuevo tejido productivo? Parece que nos dirigimos hacia un perfecto organigrama controlado por máquinas pensantes, estresante locomotora de productividad y crecimiento infinito.

 

Me resulta especialmente gracioso que se base el desarrollo de las sociedades en cuestiones tan suscintas como el PIB, or the GDP. Los fanáticos de las finanzas estatales y economistas irresponsables basan sus argumentos en cuestiones tan simples como un porcentaje que no suele reflejar ni los precios, IPC, o el índice de pobreza o el margen salarial del nivel más bajo de la sociedad. ¿Deberíamos construir una sociedad de mínimos o de máximos? ¿Debemos contentarnos con la no tan virtuosa y justa «media»?
Si existen modelos matemáticos de comprobado rigor y de mayor eficiencia de ajuste a los parámetros reales de vida, ¿por qué seguimos aplicando unas variables tan efímeras como cínicas que no nos aportan ninguna información útil?.
Publicado en Plataforma Progresista-Juvenil «AVANZA»