ARTÍCULOS DE OPINIÓN
ENRIC SOPENA
26/09/2009
Cabos Sueltos
“A quienes –en medio del huracán Gürtel- les ha tocado llevar el barco al abrigo de puerto no les importa demasiado que el PP se hunda. Pero lo que en Génova 13 la mayoría de los dirigentes actuales no quiere de ningún modo que suceda es que sean ellos los que se hundan”. La frase es de un veterano líder popular, muy alejado de la política activa y de las batallas y los litigios internos.
Lo cierto es que Mariano Rajoy debe de estar muy agobiado cuando ayer –por boca de Ricardo Costa, ese petimetre bajo sospecha que ejerce de secretario general del PP valenciano- anunció que había encargado una “auditoria externa”, “internacional”, que analizara “las cuentas del partido” en la Comunidad valenciana.
Habitual desparpajo
El tal Costa añadió que esas cuentas se harían en su día “públicas” e invitó a que el PSPV (PSOE) haga lo propio, si pretende “dar ejemplo”. Lo dijo con su habitual desparpajo de chulo pijo, como si los socialistas valencianos hubieran sido en algún momento socios de los correas o los bigotes. No precisó, sin embargo, si la solicitud de poner en marcha una auditoría le había llegado del presidente de su partido en la Comunidad valenciana o del presidente del PP a escala nacional.
Mangas verdes
En todo caso, “¡a buenas horas mangas verdes!”. Esta expresión se atribuye por cierto –y entre otros orígenes- a la Santa Hermandad, especie de policía rural fundada a finales del siglo XV por los Reyes Católicos. Estaban conectados sus agentes con la Inquisición y actuaban, sobre todo, contra delitos vinculados a la fe. Vestían casacas con mangas verdes y llegaban muy a menudo con retraso a los acontecimientos. La Inquisición Rajoy, que este año ha descubierto, gracias a Gürtel, la Inquisición -aunque se confunda acerca de quienes son miembros de la misma y eso que los tiene a su vera-, es desde luego tardío o paquidérmico a la hora de enfrentarse a cualquier adversidad o de demostrar el arrojo o la energía exigibles a un líder político. Se encuentra más a gusto con la ambigüedad que con el riesgo de decidir dando la cara.
Ocho meses
Durante casi ocho meses no ha tomado ninguna iniciativa regeneracionista de puertas adentro y se ha limitado [extralimitado para ser más exactos] a dar pataletas de niño consentido protegiendo a sus amiguitos. Ha arremetido sin escrúpulos contra las instituciones del Estado de Derecho: policías fiscales, jueces y periodistas, incluidos. El mismo Estado que él aspira a gobernar desde la Moncloa se lo ha pasado demasiadas veces ya por la entrepierna, sea escrita la expresión como metáfora o alegoría. La cúpula/búnker Cuando se estrecha cada vez más el cerco de la corrupción exuberante, aunque aún presunta, contra la cúpula/búnker de la derecha –la derecha valenciana, madrileña y la de ámbito estatal-, ¿alguien puede creerse que la solución pasa por una autoría, por muy internacional que sea, encargada por aquellos que se encuentran literalmente contra las cuerdas? Comisión interna ¿O resulta creíble que a estas alturas del curso pueda Rajoy “hacer sin dilación” nada menos que “crear una comisión interna de investigación, como hizo Aznar en el caso Naseiro?” Esa recomendación se la envió ayer el editorial de El Mundo, que parece dispuesto a clavarle la puntilla a Rajoy a tenor de sus informaciones más recientes, que vienen a confirmar que algo huele a podrido no en Dinamarca, sino tanto en Génova 13 como en la Generalitat valenciana. Un paripé Respecto a lo que hizo Aznar ante el caso Naseiro [que estalló en 1990, pocos días después de haber sido designado en Sevilla presidente del PP mediante el dedo de don Manuel], El Mundo olvida que la comisión interna funcionó de inmediato, que el instructor fue Alberto Ruiz-Gallardón, de profesión fiscal, que el tesorero y el gerente –Rosendo Naseiro y Ángel Sanchís- amenazaron con cantar y tirar de la manta y que el informe se convirtió en un paripé.
La sentencia del Supremo
Pero al PP de Aznar no le salvó, en el caso Naseiro -tan similar al caso Gürtel -, la investigación interna, sino el Tribunal Supremo merced a una sentencia interpretativa, de archivo y punto, enormemente favorable a los conservadores. Sin esa sentencia, probablemente no se habría hundido el PP, aunque sí muchos de sus nuevos rectores y otros que venían de antaño, de los tiempos fundacionales. Ahora corren peligro los dirigentes marianistas y el propio partido. Un partido cuya única ideología de verdad da la impresión de que sea la de los negocios. O mejor dicho: la de los negocios sucios.
Enric Sopena es director de El Plural