No hay plan de rescate para la infancia en Guatemala

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Por ADRIANO GONZÁLEZ-REGUERAL*
Actualizado 17-12-2008 17:45 CET

Los responsables del Programa Mundial de Alimentos de la ONU lanzaron ayer un toque de atención a la comunidad internacional para recordar que la crisis puede ser letal para quienes no tienen qué comer, y urgieron a poner en marcha un paquete de medidas de rescate. Un representante de UNICEF en Guatemala dibuja uno de estos grupos de personas especialmente sensibles a la coyuntura.

 
cathyse97 (Flickr)

Madre e hija en Antigua, Guatemala.

En Guatemala, las vacas de la crisis son flaquísimas para los más pobres, y los más pobres de entre ellos frecuentemente nos miran con los ojos de una niña indígena.

Mientras tanto, artículos, análisis, declaraciones, se multiplican a través del mundo: la crisis financiera ya es económica, es ya global. En los países ricos, gigantescos planes de rescate buscan minimizar el impacto de esta sacudida sobre los imperios automovilísticos y sus trabajadores, sobre las clases medias atrapadas por hipotecas.

Mucho menos se lee y se oye sobre las repercusiones de la crisis en los habitantes más pobres de las naciones más desfavorecidas. Los recientes avances de varios países africanos están siendo anulados. Millones de inmigrantes han perdido sus oportunidades de trabajo. Los progresos hacia las metas del milenio, en especial la reducción de la pobreza extrema, están amenazados. Y la ayuda internacional se ve a su vez comprometida.

En Guatemala, en los últimos 18 meses, más de un millón de personas han incrementado la masa de los seis millones de pobres (de una población de 13 millones) por las oscilaciones del mercado mundial de alimentos

Pero incluso dentro de los escasos comentarios sobre la crisis y los pobres, un silencio de inatención persiste sobre los principales olvidados: los niños y las niñas. Una emergencia silenciosa está sin embargo surgiendo en la niñez de las aldeas más remotas, de las chabolas más ignoradas. Para su infancia no hay aún plan de rescate.

En Guatemala y en los últimos 18 meses, más de un millón de personas han incrementado la masa de los seis millones de pobres —de una población de 13 millones— por las oscilaciones del mercado mundial de alimentos, según un estudio del Programa Mundial de Alimentos y de la Universidad Rafael Landívar. Las menguantes remesas de los emigrantes, antaño empleadas en la adquisición de casas y equipamientos, se destinan más y más a la compra de alimentos. Se reduce la cantidad y la calidad de los alimentos en las familias pobres, aumentando el riesgo de malnutrición crónica. Un empeoramiento en esta situación sería particularmente catastrófico: la mitad de la niñez guatemalteca está ya crónicamente desnutrida, situándose en el peor puesto de América Latina y el Caribe, y el cuarto a nivel mundial.

El Gobierno de Guatemala promueve ya un paquete de medidas para hacer frente a la crisis. Un ejemplo ha sido la reciente escolaridad gratuita. Pero la pérdida de ingresos fuerza a las familias a tener más miembros trabajando; y la escolaridad se ve amenazada por el trabajo infantil. En un marco de empleo cada vez más precario, las alternativas violentas ganan terreno entre adolescentes y jóvenes. La migración, el tráfico y la trata de niños y niñas, la explotación sexual comercial se incrementan, mientras subsiste un trasfondo de impunidad: urge la adopción de leyes al respecto, coherente con la Convención de los Derechos de la Niñez, y su aplicación en procesos claros de justicia.

Guatemala entera debe tejer una red de protección en torno a la infancia. La información sobre cómo la crisis está golpeando a la niñez debe ser actualizada continuamente, para que las iniciativas de salud, enseñanza, y el apoyo directo a las familias tengan más y mejor impacto. Estas iniciativas exigen un presupuesto a la altura. Ahora más que nunca, hay que invertir en la infancia. Para dar presente y comprar futuro. Para que la marea de la crisis no arrastre consigo a toda una generación.

 

*Adriano González-Regueral es representante de UNICEF en Guatemala.